jueves, septiembre 27, 2007

Pero, se puede ganar dinero en el internet?

Hace algún tiempo escribí sobre la posibilidad de jugar a la bolsa con dinero virtual. Cuando me apunté al Virtual Stock Exchange la bolsa pasaba por malos momentos por culpa de los créditos tan arriesgados que eran práctica en los Estados Unidos. De eso hace ya casi dos meses, y a pesar de los altibajos al principio he conseguido ganar unos 15000 dólares... lástima que sean de mentirijillas.

Pero, se puede ganar dinero en el internet? Hace poco descubrí Weblo, un portal donde todo el internet está a la venta. Y no solamente el internet, también puedes comprar pueblos, países, y hasta famosos! Funciona como una forma de invertir. Al cabo de un tiempo, si todo va bien y te dedicas a cuidar lo que compras, su valor puede aumentar y lo puedes vender a un precio más alto. Es todo pura especulación, y tiene su punto débil: en tu primera compra tienes que usar dinero real. La ciudad de Valencia ya tiene su dueño, pero si quieres comprar Gandia, solamente cuesta 25 dólares...

Pero lo más interesante es, ¿se puede ganar dinero sin tener que invertir nada? Pues tal vez. Yuwie es un portal para hacer amigos y contactos, como My space. La diferencia es que si eres popular y atraes muchas visitas a tu página de web puedes ganar dinero. Y lo más importante, tienes que invitar a gente, y la actividad de esa gente que invites también contribuye a tus ganancias. Es como esas cartas que se enviaba la gente que al final prometían dinero si envias diez copias a diez amigos diferentes, pero en este caso no tienes que poner la monedita en el sobre. Vamos, que no cuesta nada. Con lo que, si te animas, apúntate a Yuwie con esta invitación, gana amigos, ¡y gana dinero!

sábado, septiembre 22, 2007

De vuelta en Sidney



El último día en Melbourne ha pasado rapidísimo. Es el día de mi ponencia en la conferencia, que ha pasado sin grandes problemas y sin que me hicieran preguntas difíciles. Aun me acuerdo de la primera vez que hice una ponencia en una conferencia. Fue en Tarragona, y hay que ver los nervios que tenía. De esto ya hace más de diez años, y ahora las ponencias son casi como dar una clase más, pero hablando más aprisa, con menos tiempo, y con una audiencia que te entiende y comparte tus intereses.

Acaba la conferencia, y en un par de horas, el tiempo que me queda antes de tomar el avión, intento sacar el máximo provecho a mi viaje a Melbourne. Por lo pronto, muy al modo de Melbourne, el tiempo es lluvioso, una lluvia fina y constante que empapa hasta el fondo. Pero bueno, esto es parte de la ciudad, y posiblemente lo que hace que haya tanto ambiente en bares y pubes. Fui corriendo al restaurante griego que Mineko y yo descubrimos el viaje pasado, Stalactites, y como la cola para tomar mesa era tan larga como esperaba, pedí un gyros para llevar, y me lo llevé, bajo la lluvia, hasta el centro comercial del centro de la ciudad.

Y allí que estoy, en el comedor del centro comercial, disfrutando del gyros. El sabor me lleva a Grecia, a Atenas, Santorini. El gyros es el mejor que he comido en mi vida, con carne de cordero a la brasa y salsa de hierbas. Por un precio más barato que lo que se sirve en este comedor, estoy comiendo una comida celestial. Sí, tal vez las comida tailandesa e india sean exóticas, exhuberantes y llenas de sabor, pero no hay nada como un cordero a la brasa bien hecho.

Por cierto, la foto es de la torre del centro comercial. Es un edificio histórico que decidieron conservar a la hora de construir el centro. Ahora el edificio es una atracción del centro, una torre bajo techo.

De vuelta en el avión me niego a probar las nueces de macadamia que me ofrecen. el regustillo del cordero sigue en mi boca y no quiero romper el encanto. El avión, el último vuelo que llega a la terminal, llega con unos pocos minutos de retraso. Tras la larga espera para que saquen las maletas al final llego a la parada de taxi un poco después de las 11 de la noche. La cola es larguísima y no hay taxis. Total, que tras esperar más me media hora hasta que lleguen taxis y los pasajeros delante de mi tomen sus taxis, al final puedo tomar el mío. Le pregunto al taxista si esto es normal, y me cuenta que, como el vuelo llegó con retraso, era más tarde de la hora que suele haber taxis. ¡Bienvenido a Sidney!, pienso. Los del aeropuerto parecen ser incapaces de predecir que los que vienen en el avión necesitarán taxi. El aeropuerto de Sidney no tiene transporte público adecuado. La verdad es que ninguna parte de Sidney tiene transporte público adecuado, tan al contrario de Melbourne.

Pero bueno, por lo menos el tiempo en Sidney es mejor. ¡Buenas noches!

jueves, septiembre 20, 2007

Tercer día en Melbourne

Parece ser que este viaje es el viaje de las especias. Esta vez hemos ido a comer a un restaurante indio, donde nos han servido unos curris estupendos. Bueno, por lo menos no es comida tailandesa, ya es un cambio. Mi curri ha sido más picante de lo que esperaba, supongo que será más bien como les gusta a los hindúes... pero la calidad, estupenda. Mi estómago empieza a acostumbrarse a tanta especia, ya no se queja con la nueva comida, y es más, durante la cena, que por fín no era picante, me ha parecido más bien insípida... ¿qué haré cuando vuelva a Sidney...? Lo sabré dentro de un par de días cuando esté de vuelta.

Mientras tanto, a ver qué sorpresa le espera a mi estómago mañana.

miércoles, septiembre 19, 2007

Una de picante

La cena de ayer fue estupenda, pero la comida, más bien picante, me afectó el estómago, o más bien la parte trasera a la hora de hacer de vientre... ¡menos mal que no tengo almorranas! Para cenar esta noche me hice el propósito de comer tipo ensalada o algo así, nada de picante. Pero la cosa no fue como planeé. Fui con otros colegas de la conferencia, gente local, quienes nos llevaron a un restaurante popular cercano que conocían... y vaya casualidad, fuimos a parar al mismo restaurante tailandés que ayer. Pedimos comida para compartir, y yo pedí algo suave... sí, sí, suave para un tailandés será, pero no para mí... la comida era más picante que la de ayer. Total, que probé muy poco. Y por si acaso fuimos a la heladería a tomar helados, para rebajar la picazón un poco. Unos helados estupendos, que estamos en la zona italiana, y los helados italianos son una maravilla.

Bueno, mañana por la mañana tengo que presidir una sesión de la conferencia, a ver si el picante no me hace una jugada y puedo presidir sin problemas...

martes, septiembre 18, 2007

Otra vez en Melbourne

Otra conferencia me ha dado la oportunidad de volver a Melbourne. Esta vez vengo solo, sin Mineko, y sin planes de visitar mucho de esta ciudad. Es una visita de trabajo, y ya he estado aquí tantas veces que no hay mucha novedad. Probablemente solamente salga para cenar, que por lo menos hay que alimentarse, ¿no?

Llego al hotel a la hora de cenar. El hotel resulta estar en la calle Lygon, que es un centro de restaurantes, la mayoría italianos. Un lugar que ya conozco de otros viajes, bullicioso y atractivo. No me apetece comer de italiano, y los camareros en esta calle son muy agresivos, a la caza eterna de clientes. Dí una vuelta por la calle, esquivando a los camareros italianos, en busca de un restaurante que me gustó la primera vez que vine a Melburne hace ya unos cinco años. Un restaurante tranquilo, creo que asiático, con comida buena, donde los comensales disfrutaban de la comida relajadamente, y donde el ambiente daba tanta inspiración que me daban ganas de sacar un libro de apuntes y empezar a escribir algo.

Pero la memoria me falla y no pude encontrar el restaurante. ¿O tal vez ya no existe? Tal vez lo intente encontrar mañana, pero tengo hambre... con lo que al final me decidí por un restaurante tailandés. Escogí este porque estaba casi lleno, y los comensales parecían todos tailandeses. La comida no decepcionó, comida sencilla, casi casera, pero nada familiar para mí. Las camareras, tailandesas, chapurreaban inglés, y los comensales de la mesa de al lado, tailandeses con pinta de estudiantes, estaban como en su casa. Un lugar bullicioso, como me imaginé que son los restaurantes en Tailandia.

De vuelta en el hotel empiezo a revisar mi presentación. Hoy es martes, mi presentación es el viernes, con lo que tengo tiempo para prepararla bien. Pero tal vez mañana o pasado no pueda hacer nada, quién sabe, con lo que mejor es hacer todo lo que pueda hoy.

domingo, septiembre 16, 2007

La danza de las ramas


Hoy domingo hemos aprovechado el fabuloso tiempo para ir a dar un paseo por la montaña. Nos decidimos por ir al parque nacional Wyrrabalong, a unos cien kilómetros al norte, uno de tantos parques nacionales a los alrededores de Sidney (y es que aquí en Australia cien kilómetros no es nada). Recorrimos la senda de los "red gums", una especie de eucalipto que se caracteriza por su tronco rojizo y sus ramas retorcidas. Y qué impresión que daban estos árboles, grandes, con ramas distribuidas de una forma tan dinámica y estética. Las ramas parecían querer abrazarnos, o protegernos de las inclemencias del tiempo. Aunque la verdad es que el tiempo era precioso, un día primaveral, soleado y tranquilo. En algunas partes de este bosque las ramas parecía como si se hubiesen parado en seco mientras danzaban una danza secreta, que solamente los árboles y los animales del bosque pueden ver, una danza que se para cuando alguna persona como nosotros nos entramos en este bosque mágico.

El eucalipto es un árbol tan característico de Australia. En otras partes del mundo es un árbol exótico, extraño. Aquí, en Australia, está en su elemento, ya se entiende que los árboles de este bosque estén tan contentos y con ganas de bailar.