tag:blogger.com,1999:blog-230336692024-03-14T05:39:16.316+11:00DiarioAnonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.comBlogger179125tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-26463899962432972912013-01-02T23:06:00.000+11:002013-01-02T23:11:13.774+11:00Cuna de la cultura y la religión<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
Hace unos meses <a href="http://diariodiego.blogspot.com.au/2012/08/roma-vedi-vidi-pero-no-vinci.html">escribí sobre Roma</a>, donde me impresionaron sus contrastes entre la grandeza de la roma antigua y el caos de la moderna. Bien, el viaje que hice a Roma se me antoja como un entrenamiento y preparación para el viaje a India, y en concreto a Bihar. Bihar, al norte de India, es el estado indio más pobre, y a la vez la cuna de la investigación académica y la religión budista.<br />
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El motivo de la visita a Bihar fue en ocasión de una posible colaboración académica con gente de IIT Patna. De "camino" a Bihar pasé por Mumbai, capital económica de India y el centro del Bollywood. Mumbai, antes llamada Bombay, me sorprendió por su tráfico caótico, sus mercados y bazares bulliciosos y llenos de mercantes de comidas, especias y sedas, pero lo que más me sorprendió fue la pobreza de la gente que veía por las calles, y la suciedad de las calles.<br />
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<a href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/8295592383/" title="Untitled by MollaAliod, on Flickr"><img border="0" height="213" src="http://farm9.staticflickr.com/8494/8295592383_7406623589_d.jpg" width="320" /></a>
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Al llegar a Mumbai el estado de las calles y viviendas que vi era tal que no me podía imaginar cómo tanta gente puede vivir en casas en tan malas condiciones. Estuve una semana en Mumbai, y cierta transformación llegó a mi ser, hasta el punto de haberme acostumbrado a esos barrios de Mumbai, su tráfico caótico, y las casas no me parecieron tan mal acomodadas. Muchas de ellas eran probablemente de gente acomodada, a juzgar por la existencia de parabólicas, pero aun así, aparte de algunas comodidades tecnológicas no parecían estar en buenas condiciones. Pronto descubrí que la gente, tal vez por estar todos en las mismas condiciones, llevaban una vida que podría describir como confortable, con sus rutinas y sus negocios, tan distintos de lo que yo estoy acostumbrado a ver en un país desarrollado, pero en cierto modo en harmonía con las gentes y costumbres del lugar. Era como si estuviera viendo una ciudad estancada en las primeras décadas del sigo veinte. Le comenté algo de esto a un colega indio, y me dijo: "recuerda que Mumbai es el centro financiero de India, pero Bihar es el estado más pobre". Me estaba preparando para lo que iba a ver en Bihar.<br />
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El aeropuerto de Mumbai está cerca de un barrio de chabolas. O más bien que un barrio diría que es una ciudad. Cuando el avión despegó vi un mar de chabolas sin fin. De gente hacinada en casas que no son casas, sin agua potable, sin cloacas, y me imagino que la mayoría sin electricidad.<br />
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Al final llegamos a Patna, la capital de Bihar. La ciudad estaba envuelta por una mezcla de neblina, contaminación por el tráfico, y humo de quemar leña para la calefacción. Gran cantidad de gente tenía como casas toldos y estacas a modo de tiendas de campaña. Pese a ser una ciudad con más de un millón de habitantes, el lugar parecía una congregación de nómadas.<br />
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<a href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/8295632347/" title="Untitled by MollaAliod, on Flickr"><img alt="Untitled" src="http://farm9.staticflickr.com/8215/8295632347_8341fa8040.jpg" width="300" /></a>
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Cualquier negocio para "ricos" tenía su cerca y su guardia armada para evitar robos (supongo). Así era mi hotel, el campus del instituto de tecnología de Patna, e incluso el centro comercial donde cenamos una vez. Fortalezas entre pobres.<br />
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Fuimos a visitar Both Gaya, el lugar donde Buda recibió su inspiración y donde nació la semilla del budismo. De vuelta visitamos Nalanda, el centro de la primera gran universidad del mundo, siglos antes de Cristo, y donde monjes y estudiosos hicieron importantes descubrimientos. Su auge fue el siglo V antes de Cristo, y fue destruida por invasores el siglo XII después de Cristo. Se habla de un proyecto para revivir la universidad de Nalanda, <a href="http://en.wikipedia.org/wiki/Nalanda_International_University">Wikipedia dice que para el año 2014</a>.<br />
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<a href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/8295654377/" title="Untitled by MollaAliod, on Flickr"><img alt="Untitled" src="http://farm9.staticflickr.com/8214/8295654377_d5c8230948.jpg" width="300" /></a>
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Y de camino entre lugar y lugar, imágenes de pobreza. Pero una pobreza que me pareció más llevadera que lo que vi en Mumbai. Los poblados mucho más rusticos, los mercados mucho más rudimentarios, pero la gente acostumbrada a este modo de vivir. Desde el coche, entre atasco y atasco en la calle, ví gente haciendo sus negocios de una forma que se me antoja no ha cambiado en varios siglos. Era como si hubiéramos viajado al siglo 17 o 18. La única diferencia es que tienen electricidad, coches y teléfono móvil, de tal modo que se me antojó pensar, no que estábamos en el pasado, sino en un futuro apocalíptico traído de Mad Max.<br />
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<a href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/8295634191/" title="Untitled by MollaAliod, on Flickr"><img alt="Untitled" src="http://farm9.staticflickr.com/8080/8295634191_268855c4af.jpg" width="300" /></a>
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Bihar, cuna del budismo y de las universidades. Uno pensará que tal vez su éxito en aquellos tiempos fue tal que no han querido adaptarse a la vida moderna. No es así, según me dicen amigos y lo que leo, el problema es real. Es el estado más pobre y corrupto de India. Es uno de los lugares donde Madre Teresa de Calcuta hizo parte de sus obras de caridad, y la verdad es que este lugar necesita mucho más que caridad.<br />
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El gobierno local, apoyado por el gobierno central, están invirtiendo en Patna. Mi visita fue con motivo de tales ayudas, donde si todo va bien estableceremos líneas de investigación y colaboración. Aparte del proyecto de la universidad de Nalanda, la gente de IIT Patna me mostró sus planes para crear una ciudad universitaria completa con sus aulas, zona deportiva, zona residencial, tiendas, campos de deporte. La ciudad estará ubicada a 30 kilómetros de Patna. Tal vez esta ciudad se convierta en otra fortaleza que separe ricos de pobres, no sé. Pero mi punto de vista es que la mejor ayuda que se puede dar a un país no es dinero ni comida, sino información y educación a sus gentes. Apoyo los proyectos de IIT Patna y la universidad de Nalanda con todo mi corazón, y espero que sean un éxito.<br />
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<a href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/8295605059/" title="Untitled by MollaAliod, on Flickr"><img alt="Untitled" src="http://farm9.staticflickr.com/8071/8295605059_e0f62c0b9c.jpg" width="300" /></a>
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Durante mi corta visita a Patna conocí a muchos estudiantes inteligentes y ansiosos por aprender y contribuír al conocimiento. La semilla de Nalanda sigue allí, esperando su momento para dar más fruto, y quién sabe, recuperar lo que se perdió hace tantos siglos.</div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-45064779113704092742012-09-27T23:55:00.000+10:002012-09-27T23:56:25.654+10:00La magia de un soñadorHace unos días volvimos de un viaje a la Australia tropical. El motivo principal fue visitar la gran barrera de coral, que nos encantó. Pero el último día de nuestra estancia en Cairns no sabíamos que hacer, y decidimos alquilar un coche y visitar algún lugar cercano. El norte ya lo habíamos visitado en un viaje anterior, con lo que buscamos algo en el sur. En la oficina de turismo de nuestro hostel vimos un folleto de un tal Paronella Park, a hora y media en coche. El folleto contaba cosas misteriosas de un lugar de sueños, pero no aclaraba nada de qué se trataba.<br />
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Cuando fuimos a la oficina de alquiler de coches y les dijimos que pensamos ir hacia el sur, nos preguntaron si pensábamos ir a Paronella Park. Nos dijeron que vale la pena visitarlo, con lo que al final decidimos ir a ver el tal lugar de sueños.<br />
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De viaje a Paronella Park vemos que el paisaje se torna más rural y menos turístico (¡qué alivio!). Llegamos a una zona de campos de plataneros, papaya y caña de azúcar. Paramos en una tienda donde venden plátanos y papaya del mismo huerto... ay que ver qué delicia.<br />
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Al final llegamos a Paronella Park, y el dueño nos saluda efusivamente. Nos habla de las maravillas que vamos a ver. Nos cuenta que compró el terreno por las ruinas y el misterio que encierra, y que cada vez descubre más y más cosas acerca de esas ruinas. Tales ruinas son de un castillo que un soñador catalán construyó en el lugar.<br />
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Nos hizo ilusión saber cuál es la historia del emprendedor catalán que decide construír un castillo en un lugar perdido de la Australia tropical, y al final entramos.<br />
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<a href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/8025933486/" title="Paronella Park by MollaAliod, on Flickr"><img alt="Paronella Park" height="333" src="http://farm9.staticflickr.com/8030/8025933486_1d43686c62.jpg" width="500" /></a>
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Mi primera impresión fue un poco decepcionante, pues no eran más que unas ruinas con poco valor histórico, pero el lugar en sí era muy atractivo. Pero a medida que recorrimos las ruinas, algo especial nos entró dentro de nosotros. Empezamos a imaginarnos la historia de José Paronella, un panadero catalán que emigró a Australia en busca de fortuna para volver a España y casarse. En Australia trabaja como mozo en los campos de caña de azúcar. Hombre energético, a base de esfuerzo consigue acumular algo de dinero que le permite comprar unos terrenos. Decide trabajar en sus terrenos, mejorarlos, y venderlos a un precio más alto. Su gran sentido de la oportunidad y su esfuerzo incansable le permiten amasar gran cantidad de dinero comprando y vendiendo campos de caña de azúcar. Cuando al final volvió a España con su fortuna, descubre que su prometida se había casado con otro. Decepcionado y sin saber qué hacer, se propone a la hermana menor de su prometida perdida, y los dos se vuelven a Australia, a construír un lugar de ensueño para ellos. Y así, José y su mujer construyen un castillo en medio de la selva tropical Australiana. El tiempo pasa, los dueños pasan a mejor vida, y el castillo se abandona a la selva. La selva tropical sólo necesita unas pocas décadas para invadir el castillo, con ayuda de unos cuantos ciclones e inundaciones. Y en esto llegamos Mineko y yo al lugar.<br />
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<a href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/8025937812/" title="At Paronella Park by MollaAliod, on Flickr"><img alt="At Paronella Park" height="333" src="http://farm9.staticflickr.com/8178/8025937812_a956c4ef49.jpg" width="500" /></a>
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Recorrimos la zona, vemos muros derribados, mesas y asientos de piedra, una escalera impresionante, macetas de piedra en medio de la selva, y el lugar se nos antoja como un templo perdido en centroamérica o Tailandia. El lugar tiene magia que nos transporta a lugares exóticos y tiempos lejanos. Y pensar que estas ruinas son de solamente unas décadas...<br />
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<a href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/8025938469/" title="Paronella Park by MollaAliod, on Flickr"><img alt="Paronella Park" height="333" src="http://farm9.staticflickr.com/8182/8025938469_09e11dc84e.jpg" width="500" /></a>
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Pienso que el esfuerzo de José no fue en vano. Su energía y sus sueños han quedado en este rincón de Australia para siempre. Lástima que sólo hayamos podido pasar unas horas en este lugar. El tiempo se nos pasó casi si pensar, y a poco perdemos el avión de vuelta a Sidney. José nos llama, tenemos que volver.<br />
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Una excusa perfecta para volver a Cairns, visitar el lugar de nuevo, y ya que estamos ver la gran barrera de coral otra vez.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com1Cairns Queensland, Australia-16.923978 145.77086-17.410087500000003 145.139146 -16.4378685 146.402574tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-42342112520445874422012-08-04T21:52:00.001+10:002013-01-03T19:11:07.054+11:00Roma: Vedi, vidi, pero no vinci<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<div style="font: 12.0px Helvetica; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px;">
Hace unas semanas tuve la oportunidad de visitar Roma para atender un congreso. El congreso fue en un centro de investigación médica en las afueras de Roma. La verdad es que la ocasión no fue la mejor para la visita por varios motivos. Primero, hace apenas un mes estaba en España, casi al lado desde la perspectiva de Australia, pero no pude conectar los viajes. Total que en un mes he viajado a España, Australia, Japón, y ahora a Italia. Segundo, el tema del congreso no es mi punto central de mi investigación. Más bien, me parece que mi ponencia es una de esas raras en la periferia del tema del congreso. Con lo que muy pocas de las otras ponencias están relacionadas directamente con mi trabajo. Pero bueno, dejemos el trabajo a un lado, y hablemos de Roma.</div>
<div style="font: 12.0px Helvetica; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px; min-height: 14.0px;">
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Las guías turísticas hablan de los peligros de Roma para los turistas por la cantidad de gente que intenta aprovecharse de los turistas… y tienen razón. Mi hotel está en las afueras de Roma, pero más cerca del aeropuerto que el centro, y mi taxista insistía en pedirme más del doble de lo que se suele cobrar para llegar al centro. Y es que decía que el hotel está lejos del centro. Y yo me pregunto, ¿será que los taxistas sólo saben ir del aeropuerto al centro, y luego desde allí hasta el destino? Al final conseguí un precio más bajo, pero aun así mucho más alto de lo que realmente debería costar… y luego me dijeron en el congreso que otros pagaron mucho más. Así que… ¡cuidadito si vienes a Roma!</div>
<div style="font: 12.0px Helvetica; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px; min-height: 14.0px;">
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Pero Roma tiene algo que otras ciudades no tienen, y son sus restos arqueológicos. He visto fotos y películas del coliseo, pero eso no me preparó para la primera visita. El coliseo es…. pues colosal. Ta vez sea porque lo que se ve ahora es el esqueleto, las trazas de lo que fue en su momento glorioso y la imaginación llena los huecos y añade más detalle, no sé, pero es algo que me llegó directo al corazón. Y al lado está el foro romano, con restos de construcciones a cuál más grandiosa.</div>
<a href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/7709749726/" title="View of the Colosseum by MollaAliod, on Flickr"><img alt="View of the Colosseum" height="333" src="http://farm8.staticflickr.com/7268/7709749726_44cb817df7.jpg" width="500" /></a>
<a href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/7709735614/" title="View in Rome by MollaAliod, on Flickr"><img alt="View in Rome" height="333" src="http://farm9.staticflickr.com/8422/7709735614_fa24e87c00.jpg" width="500" /></a>
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Hice mis paseos turísticos solo, simplemente con la ayuda de mi GPS y un par de aplicaciones turísticas en el iphone. En cada esquina, en cada calle, había alguna iglesia enorme, o una plaza llena de restos romanos. En cierto momento mi punto de vista cambió. Estoy en la Roma antigua. Mis ojos ven por encima de las ruinas y descubren el mármol que ya no está porque algún papa o rey se lo ha llevado a su museo. Los gatos que llenan una de esas ruinas se me antojan descendientes directos de los que pululaban la misma plaza dos mil años atrás. Y yo sólamente veía la roma moderna cuando, de paso entre una ruina y la siguiente, tenía que sortear el tráfico, un tráfico que me parecíó caótico al principio pero ahora se me antoja algo orgánico y con vida propia, que se tiene que tratar ignorando las señales de tráfico, que nadie obedece, como si fueran obra del diablo y que hay que evitar a toda costa.<br />
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<a href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/7709764992/" title="Devil Signal by MollaAliod, on Flickr"><img alt="Devil Signal" height="333" src="http://farm8.staticflickr.com/7258/7709764992_27524775cb.jpg" width="500" /></a>
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<div style="font: 12.0px Helvetica; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px; min-height: 14.0px;">
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Me parece que este viaje me dejará huella, para bien y para mal. Lo peor fueron los taxistas y gente del transporte, pues decidieron hacer huelga y, aunque dijeron que dejarían algunos servicios en algunas líneas, o bien cambiaron de idea y yo no me enteré, o los empleados del transporte público no sabían lo que estaban haciendo ni quién estaba haciendo huelga (para deleite de los taxistas). Lo mejor fueron los restaurantes, o por lo menos los que visité. En el primero, Abruzzo, cerca de la famosa fuente de Trevis, era un restaurante pequeño donde el dueño se deleitaba hablando con los comensales, sugeriendo comida (y qué platos mamma mía) y ofrecieno chupitos de licor después de la cena. En el segundo, La Taverna dei Amici, un restaurante más grande pero lleno a rebosar, donde me ofrecieron una especie de espaguetis hechos a mano que me llevaron al séptimo cielo. Lo peor fue la falta de organización y la falta de información, esto era un caos en todas partes. Lo mejor fueron esos restos gigánticos del Coliseo, las termas de Caracalla, las ruinas majestuosas del foro, y la sorpresa de encontrar un monumento asombroso a la vuelta de la esquina.</div>
<a href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/7709745764/" title="In Rome by MollaAliod, on Flickr"><img alt="In Rome" height="500" src="http://farm9.staticflickr.com/8423/7709745764_fcf670361a.jpg" width="333" /></a>
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<div style="font: 12.0px Helvetica; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px; min-height: 14.0px;">
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Roma tiene dos corazones, o dos vidas paralelas que coexisten en cierta extraña armonía o conflicto, según cómo se mire. El contraste entre los restos antiguos y la vida moderna es tal, que uno se pregunta cómo fue que los romanos pudieron llegar a formar tal civilización, y dónde está el legado de tal cultura en la vida moderna de Roma.</div>
<div style="font: 12.0px Helvetica; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px; min-height: 14.0px;">
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<div style="font: 12.0px Helvetica; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px;">
Veni, vidi, pero no vinci.</div>
<a href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/7709755998/" title="Vatican Church by MollaAliod, on Flickr"><img alt="Vatican Church" height="333" src="http://farm9.staticflickr.com/8287/7709755998_f1d0c9bb4d.jpg" width="500" /></a>
</div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com1Roma, Italia41.9015141 12.460773741.7124251 12.144916700000001 42.0906031 12.7766307tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-81425197150696752702012-06-25T23:27:00.000+10:002012-06-25T23:27:04.617+10:00Adiós a las vacas azulesAcabo de leer que parece ser que un grupo de desalmados cazadores furtivos entraron en la reserva marina de Shelly Beach y se llevaron varios de sus meros azules:<br />
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<a href="http://www.smh.com.au/environment/animals/protected-fish-may-be-on-a-plate-after-nighttime-raid-20120615-20f9w.html">http://www.smh.com.au/environment/animals/protected-fish-may-be-on-a-plate-after-nighttime-raid-20120615-20f9w.html</a><br />
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La primera vez que vi a uno de estos peces me impresionó su tamaño y su docilidad. Llegué a acostumbrarme a ellos, hasta el punto que una inmersión sin ver una de estas "vacas azules", como dijo alguien, me sabe a poco.<br />
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La alegría que me daba siempre que veía uno de estos peces gigantes, mansos y amistosos cuando nadaba o buceaba, no puede describirse con palabras. Hay que verlos para experimentar esta sensación. Desgraciadamente, tal vez no les vea más.<br />
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Sirva como tributo esta foto de uno que fotografié en Shelly beach, y que tal vez no vuelva a ver.<br />
<a href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/3014924801/" title="Eastern Blue Groper by MollaAliod, on Flickr"><img alt="Eastern Blue Groper" height="375" src="http://farm4.staticflickr.com/3232/3014924801_f0700f91ca.jpg" width="500" /></a>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-8439174260772070802012-05-24T12:55:00.000+10:002012-05-24T12:58:24.467+10:00Alrededor de Izu, JapónLa península de Izu es muy popular para turismo japonés por su cercanía a Tokio, su geografía montañosa y los numerosos puntos de aguas termales donde tomar baños. La costa este está más desarrollada para el turismo, pues es más accesible desde Tokio, pero Mineko y yo decidimos probar la parte oeste. Y descubrimos que esta parte tiene su encanto, en cierto modo.<br />
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Nuestra primera parada fue la cuidad de Mishima. Llegamos tras un largo viaje en avión desde Sidney, Australia, y un par de trenes. Estábamos cansados de tanto ajetreo, y llegamos sobre la 9 de la noche. Habíamos comprado cena para llevar en una estación de tren y cenamos en el tren mismo, antes de llegar al hotel. Con lo que, nada más llegar al hotel fuimos derechitos a sus baños termales.<br />
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El baño es lo que se llama onsen, y es un baño común separado por sexos donde la gente primero se limpia a fondo en una ducha con jabón, y luego entra en las aguas termales completamente desnudos. En una ocasión (pero no esta vez) descubrí que a veces, a pesar de haber dos entradas separadas por sexo, el baño en sí es mixto... qué vergüenza que pasé. Pero bueno. Los baños esta vez eran distintos para cada sexo, estaban en el último piso, y tenían baño interior y sauna… qué gozo.<br />
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Al día siguiente por la mañana repetimos los baños, que hay que aprovechar. Entonces fue cuando vi el monte Fujiyama como telón de fondo… la primera vez que veo "Fuji-san", como se dice en Japón, tras tantos años de visitar el país. Y lo mejor de todo, los baños incluían una sección de "rotemburo" o baño al aire libre.<br />
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<a href="http://3.bp.blogspot.com/-SgUMzBnZfzo/T7y_bs_Ih9I/AAAAAAAAAR8/zkabNSfc2mM/s1600/DSC_0816.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="http://3.bp.blogspot.com/-SgUMzBnZfzo/T7y_bs_Ih9I/AAAAAAAAAR8/zkabNSfc2mM/s320/DSC_0816.jpg" width="320" /></a></div>
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La ciudad de Mishima tiene sus atracciones, como el templo del siglo octavo y el parque, pero lo que más me gustó fue la imponente figura de Fujji-san. Pronto tomamos el tren y autobús hacia la costa oeste. El terreno se hizo cada vez más montañoso y menos poblado, hasta que al final las montañas se tropezaron con la costa. El resultado era una gran cantidad de acantilados, islas diminutas y rocosas, y pueblecitos aislados y de difícil acceso.<br />
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El autobús nos dejó en nuestro destino, el pueblecito de Dogashima. Mineko había hecho una reserva por internet en una casita de pescadores, y allí que nos dirigimos. No pudimos confirmar nuestra llegada por teléfono, y al llegar descubrimos que no esperaban nuestra visita. Vamos, que no teníamos habitación en la casita. La mujer no nos dio información de qué hacer o adónde ir, pues en ese momento llegó su grupo de pescadores y estaba muy atareada con sus faenas. Con lo que la dejamos, y fuimos a probar suerte a la oficina de turismo. La oficina estaba un poco lejos, pero la suerte nos hizo traer un autobús que nos dejó enfrente de la oficina. Allí encontramos habitación en un hotelito que estaba justo al lado. El precio era mucho más caro de lo que teníamos pensado gastar, pero qué se le va a hacer.<br />
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Pasamos el resto del día paseando por el lugar. Un lugar tranquilo, lejos del bullicio que se suele asociar con Japón, y esperar a la puesta de sol que suele ser muy espectacular en esa zona. El paisaje era impresionante, pero la mala suerte hizo que unas nubes ocultaran el sol y nos quedamos sin el espectáculo. A mí no me importó, pero Mineko no paraba de decir que esta costa es famosa por sus puestas de sol y la gente viene de lejos para verlas... bueno, otra vez será.<br />
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<a href="http://3.bp.blogspot.com/-JhrLadVSJ0I/T7y8SSA0AeI/AAAAAAAAARs/durgEk-kk4E/s1600/DSC_0885.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="http://3.bp.blogspot.com/-JhrLadVSJ0I/T7y8SSA0AeI/AAAAAAAAARs/durgEk-kk4E/s320/DSC_0885.jpg" width="320" /></a></div>
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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Mineko llamó al grupo de buceo que pensamos usar el día siguiente, y descubrimos que nos habían reservado una inmersión distinta de la que pedimos por internet. Tras varios minutos al teléfono y una amenaza velada ("contactaremos a otros grupos de buceo"), al final nos cambian la reserva… menos mal.<br />
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La lección que aprendí de todo esto, o más bien las lecciones, es que no hay que fiarse ciegamente de las reservas hechas por internet, y que Japón aun tiene algunos valles escondidos donde la tecnología no ha hecho tanta mella, para bien o para mal.<br />
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El hotel resultó ser un acierto, pues éramos los únicos inquilinos y como recompensa, y a pesar de haber hecho la reserva tan tarde, la cena que estaba incluída con el precio de la habitación fue un banquete de pescado, incluido sashimi, que fue una delicia. Y las aguas termales, una maravilla. Como éramos los únicos convertimos el baño público en privado. La habitación daba al mar, y nos dormimos arrullados por el ruido de las olas, y con cierta ayuda del sake que bebimos durante la cena, que todo hay que decirlo.<br />
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<a href="http://4.bp.blogspot.com/-UQvC8jnnMC4/T7zCpzj_ckI/AAAAAAAAASM/kg_PM24xG5o/s1600/IMG_1566.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="239" src="http://4.bp.blogspot.com/-UQvC8jnnMC4/T7zCpzj_ckI/AAAAAAAAASM/kg_PM24xG5o/s320/IMG_1566.jpg" width="320" /></a></div>
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Al día siguiente el autobús nos dejó en el pueblecito de Togu, donde estaba nuestro grupo de buceo. Tenía ilusión comprobar cómo es el buceo en esta zona. La península es el principal centro de buceo de Japón. La razón, pensaba yo, es su cercanía a Tokio, pero no esperaba encontrar nada mucho mejor que lo que estaba acostumbrado a ver en Sidney. Pronto descubrí lo equivocado que estaba.<br />
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Hice dos inmersiones (Mineko sólo una especial para recordar la técnica del buceo). Y las dos fueron una maravilla. Había peces en gran cantidad y diversidad, y la flora submarina era espectacular. El agua era templada, más bien fresquita, como en Sidney, pero la flora y fauna eran como estar en un acuario. Y entre inmersiones nos dejaron tomar un baño caliente para recuperar la temperatura corporal… como si fueran aguas termales! E igual lo eran, que me dio la impresión de que todo el mundo tiene aguas termales en sus casas en esta zona.<br />
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<a href="http://2.bp.blogspot.com/-EGJz-9Wzykg/T7zAxPK-uOI/AAAAAAAAASE/5c4_U4S8VJY/s1600/DSC_0901.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="http://2.bp.blogspot.com/-EGJz-9Wzykg/T7zAxPK-uOI/AAAAAAAAASE/5c4_U4S8VJY/s320/DSC_0901.jpg" width="320" /></a></div>
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La tarde la pasamos paseando y disfrutando del paisaje del lugar, y visitando un museo de figuras de arte hechas con cristal… una preciosidad. Y acabamos en un restaurante de sushi local donde la dueña, a la que dijimos que pensábamos tomar el autobús a Shimoda, se pasó un buen rato buscando la mejor combinación de autobuses para nosotros, y sirviéndonos un sushi que para chuparse los palillos, que el sushi no se coge con los dedos.<br />
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El autobús nos dejó en Shimoda, y de allí cogimos el tren a Izukogen. Después de la tranquilidad de la costa oeste nos encontramos con el bullicio de la costa este, o por lo menos en el tren, que estaba lleno de turistas pues la ciudad de Shimoda estaba de festival. Muchos de los turistas eran americanos, pues el festival conmemoraba la llegada de los primeros barcos americanos a Japón imponiendo la apertura del país para el comercio americano... los famosos barcos negros, llamados así por ser de hierro, tan distintos de lo que los japoneses habían visto hasta entonces... pero bueno, eso es otra historia. Por suerte, nuestro destino era un pueblecito donde no bajó nadie excepto nosotros, y volvimos a la tranquilidad.<br />
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La costa este está mucho más habitada que la oeste, todo eran casitas de vacaciones, y el hotel era un hotel boutique especializado en comida francesa. Pero no cenamos en el hotel, que era demasiado tarde. Yo no tenía hambre después de tanto sushi, y Mineko comió algo que compramos en una tienda de 24 horas, creo que el 7-eleven. Y me dí cuenta que estas tiendas, tan corrientes en todo el Japón, no habían llegado a la costa oeste.<br />
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El hotel, claro, tenía su baño termal, y en este caso lo podíamos reservar, y así lo hicimos. Era un baño exterior <br />
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La parte este tiene un paisaje muy espectacular, y al día siguiente fuimos a dar un paseo por unos acantilados de roca volcánica y pinos japoneses que parecían de película... y la verdad es que han rodado muchas películas en este paisaje.<br />
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<a href="http://4.bp.blogspot.com/-hDCXDjrSPBM/T7y-A_h7tGI/AAAAAAAAAR0/aGAis7EHnu4/s1600/DSC_1025.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="http://4.bp.blogspot.com/-hDCXDjrSPBM/T7y-A_h7tGI/AAAAAAAAAR0/aGAis7EHnu4/s320/DSC_1025.jpg" width="320" /></a></div>
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La razón principal por la que fuimos a esta parte fue para ver la salida de sol y el eclipse anular. Pero otra vez el tiempo se puso en contra y no pudimos ver ni una cosa ni la otra... lástima.<br />
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De vuelta a Tokio pasamos por parajes cada vez más urbanos. Tomamos el shinkansen, el tren bala, pero la velocidad no pasó de los 270 kilómetros por hora... y es que los trenes más rápidos eran demasiado caros para nosotros.<br />
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De todo este viaje, lo que más me gustó fueron los baños, el paisaje por encima y por debajo de la superficie del mar, y el ambiente tan rural y pintoresco de la parte oeste. Dejad que los turistas vayan a la costa este.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-21344879798803939102009-11-03T13:41:00.002+11:002009-11-03T14:32:19.897+11:00Un problema muy gordoEstados Unidos tiene un problema muy gordo. O más bien, millones de ellos. Me refiero a los obesos extremos. Una cosa es estar gordito, y otra muy distinta lo que por desgracia se ve tan a menudo por las calles de, me atrevo a decir, cualquier ciudad estadounidense.<br /><br />Ya en los primeros días de este viaje a Bethesda me dí cuenta de la cantidad de obesos extremos, gente que se les ve con grandes problemas incluso para andar. En Australia ya me acostumbré a ver algunos en ciertas partes de Sidney, pero en Bethesda se ven mucho más frecuentemente.<br /><br />Y Bethesda es un suburbio de gente rica y sana que tiene ¨pocos¨ obesos. Cuando fuimos a Washington DC, Mineko y yo vimos una proporción de turistas obesos extremos más grande. Pero cuando realmente nos dimos cuenta de, válgame la palabra, las dimensione del problema, fue cuando hicimos un viaje por tierras de Virginia, justo al suroeste de Washington DC. A mí me pareció visitar un país de gigantes, con gente mucho más alta de lo que estoy acostumbrado, y muchísimo más gorda. La situación no era nada agradable, la verdad, y en cierto modo intimidante. Éramos como Gulliveres en el país de los gigantes. Pero estos gigantes andaban lenta y pesadamente.<br /><br />La imagen del turista americano típico es alguien gordo y con camisa de colores chillones. Bien, la camisa tal vez se la pongan solamente cuando vayan a la playa, pero la verdad es que el turista típico dentro de Estados Unidos sea tal vez más gordo que los que viajan al extranjero.<br /><br />En otros países como Australia, y me temo que España también, se ve gente obesa, pero Estados Unidos siempre ha tenido gente extraordinariamente alta. Durante una visita al museo de cera de Washington nos encontramos con la figura del primer presidente, Washington, a tamaño natural. Era una persona imponente por su altura, tal vez más de dos metros. Cuando gente alta y corpulenta se tornan en obesos, o peor, obesos extremos, da miedo.<br /><br />Hace unos meses ví la pelicula ¨E Wall¨, que narra la historia de un robot de una Tierra postapocalíptica que viaja a una nave espacial donde viven los últimos humanos. Estos humanos, acostumbrados a moverse siempre en coche y en ausencia de gravedad, se tornaron en obesos extremos incapaces de caminar. Algo que vi como lejano en el tiempo se me torna muy cercano, y sin poner la excusa de la falta de gravedad.<br /><br />Y las causas del problema se ven a simple vista. En Estados Unidos no se puede vivir sin coche. Las distancias entre trabajo, vivienda y tiendas son tan grandes que solamentese puede ir en coche. Y se han acostumbrado tanto al coche que lo usan también para distancias cortas. La gente, simplemente, no camina. Me asombra ver por las calles formas de caminar tan extrañas que me hacen pensar que se les ha olvidado caminar, o tal vez nunca lo han aprendido. Formas de caminar de gente que nunca habrá caminado más de un kilómetro seguido en toda su vida.<br /><br />Y las comidas son exageradas en todos los sentidos. Demasiada sal, demasiadas grasas, demasiada carne, demasiado de todo pues las raciones son estremecedoramente grandes. He tenido tantas malas experiencias cuando he intentado comer fuera, que ahora siempre que salgo a pasar el día me llevo mi sandwich o me arriesgo a quedarme sin comer, pues tanto exceso de todo me quita el apetito. Y si me atrevo a comer, luego el estómago se queja.<br /><br />Mucho comer y mal, poco caminar, y pasa lo que pasa.<br /><br />Incluso en mi puesto de trabajo, los Institutos Nacionales de la Salud, o como se diga en Español (the National Institutes of Health). El campus tiene un servicio de autobuses para que la gente no tenga que caminar. Y me cuenta un colega que en su lugar, donde tratan gente con problemas de obesidad, los empleados dejan dulces y caramelos para los pacientes. En mi trabajo estoy estudiando textos médicos, y estoy encontrando muchos estudios acerda de la obesidad, cómo prevenirla, y sus efectos en la salud. Es un problema que preocupa a todo el mundo, y a Estados Unidos con más motivos. Pues para empezar, que hagan algo para que la gente coma algo más sano y camine más. Y por favor, que dejen algo sano en vez de dulces en una clínica de tratamiento a obesos, digo yo.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-32915691739956272712009-10-16T13:23:00.004+11:002009-10-16T14:48:59.966+11:00Las gárgolas de la catedral de WashingtonA mediados de Septiembre visitamos la catedral de Washington. Sí, Washington tiene su catedral gótica, o más bien neo-gótica, que la acabaron el siglo pasado. Pero el estilo lo hicieron tal y como si fuera en la edad media. Incluso los materiales de construcción fueron los mismos que entonces. No hay vigas de acero, ni cemento ni hormigón. Es todo pura piedra. Y el resultado es espléndido. La piedra es de una cantera local. Es una piedra blanquísima, y la catedral parece brillar con luz propia.<br /><br /><div style="text-align: center;"><a href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/4015297411/" title="Washington National Cathedral by MollaAliod, on Flickr"><img src="http://farm4.static.flickr.com/3422/4015297411_80bc6ae01a_m.jpg" alt="Washington National Cathedral" height="160" width="240" /></a><br /></div><br />Estoy acostumbrado a ver catedrales grises de piedra gastada. La catedral de Washington es tal y como verían los plebeyos de la edad media las catedrales europeas: un monumento blanco y limpio.<br /><br />Llegamos a la catedral con el propósito de visitar las vidrieras, pero antes de entrar nos paramos delante de la fachada, admirando las líneas limpias y nada recargadas. Qué contraste con las catedrales españolas, que en cierto modo tienen demasiados detalles. La catedral de Washington es todo elegancia.<br /><br />Hay un grupo de turistas curioso. Varios tienen prismáticos, uno incluso tiene un telescopio, y todos parecen estudiar los detalles de las altas torres. Se me antoja pensar que son aficionados a la arquitectura. Estamos junto a ellos, pues es el lugar desde donde se ve la mejor la fachada, cuando el del telescopio, que resulta ser un guía, empieza a llamar la atención al grupo, nosotros incluídos. "Listos para empezar el tour de las gárgolas?" Pregunto qué tour es ése, y el guía nos contesta que es un tour de hora y media que se centra en las gárgolas del exterior del edificio, y que lo hacen una vez por semana. Nos llama la atención este tipo de tour, y el entusiasmo del guía nos anima a apuntarnos. Tenemos tiempo, e incluso tenemos prismáticos que siempre llevamos cuando vamos de viaje.<br /><br />El guía nos cuenta que las gárgolas tienen su función para proteger el edificio de la lluvia, pero los masones tienen licencia para esculpirlas como quieran, dentro de ciertos temas. Nos dice que, al contrario de los motivos del interior, que son religiosos, las gárgolas y otros adornos del exterior son ateos, reflejo del modo de vivir de la época. Y así, si en la edad media representaban temas de interés de aquella época, esta catedral, que se acabó hace menos de cincuenta años, tiene temas más modernos que reflejan la cultura moderna.<br /><br />Y así descubrimos imágenes de todo tipo. La parte más antigua tiene imágenes parecidas a las gárgolas europeas: monstruos mitológicos de todo tipo, sentados y con la boca abierta. Pero a medida que avanzamos a zonas más nuevas, los masones empezaron a dar rienda suelta a su imaginación, y encontramos un pulpo, una langosta, un burro, y gente de varias profesiones. Está el astrónomo observando el cielo, el ejecutivo corriendo con su maleta, el turista haciendo fotos.<br /><br /><div style="text-align: center;"><a href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/4016066278/" title="Gargoyle by MollaAliod, on Flickr"><img src="http://farm4.static.flickr.com/3277/4016066278_1fcdcac7ec_m.jpg" alt="Gargoyle" height="160" width="240" /></a><br /></div><br />También hay personajes de historias y cuentos del lugar pero que no conozco. Hay incluso personajes de película. Así, si observas una de las torres verás, allá a lo alto, la figura de Darth Vader de La guerra de las galaxias. Y se me antoja pensar, ¿qué dirán los turistas que visiten la catedral dentro de quinientos años? ¿tal vez crean que es un alien y piensen que teníamos visitantes de otras galaxias? Ya hay gárgolas en la catedral de las que no se sabe quién las esculpió, o incluso qué son. Con el paso del tiempo, la mayoría de las gárgolas perderán su significado y serán figuras extrañas como las de las catedrales europeas.<br /><br /><div style="text-align: center;"><a href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/4015300163/" title="Gargoyles by MollaAliod, on Flickr"><img src="http://farm3.static.flickr.com/2684/4015300163_dabc4d893c_m.jpg" alt="Gargoyles" height="160" width="240" /></a><br /></div><br /><br />Llegamos al final del tour y el guía nos muestra la última gárgola. Es una especie de monstruo como las gárgolas tradicionales, pero ésta es especial. Nos dice que miremos su boca... y entonces vemos que hay una persona dentro con cámara de fotos. ¡Es un turista que está siendo devorado por la gárgola! El guía, mostrando una sonrisa misteriosa, nos deja en el lugar. Y yo me pregunto, ¿tal vez la próxima semana habrá una gárgola más y un turista menos?Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-58973248946792579432009-10-02T12:32:00.002+10:002009-10-02T13:22:18.118+10:00Washington en autobús<a href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/3973670130/" title="The Capitol by MollaAliod, on Flickr"><img src="http://farm3.static.flickr.com/2491/3973670130_8ba342c759_m.jpg" alt="The Capitol" height="160" width="240" /></a><br /><br />Si bien recomiendo visitar Washington en bici, la mayoría de la gente lo más seguro es que lo visiten desde un autobús turístico. La verdad es que no hay como subirse al segundo piso de uno de esos autobuses sin techo para recorrer la ciudad como turista. Siempre que viajamos Mineko y yo a otra ciudad, lo primero que hacemos es tomar uno de esos autobuses. Así que decidí esperar hasta que Mineko me visitara para hacer nuestro papel de turistas auténticos.<br /><br />Mineko llegó dos semanas después que yo. Lo primero que hicimos para que se recuperara del jetlag fue visitar Washington, no en bici, sino en tándem. Es mi receta contra el jetlag: hacer un poco de ejercicio a la luz del día. Fue un día precioso. Llegamos hasta Georgetown, a las afueras de Washington, y de vuelta a Bethesda.<br /><br />El fin de semana siguiente hicimos la visita turística real. El plan era eso, tomar uno de esos autobuses. Pero con eso de que éramos dos, ninguno de los dos nos paramos a comprobar dónde paran esos autobuses antes de salir de casa. Y ya en Washington (yendo en metro, no en bici), no sabíamos dónde buscar el autobús.<br /><br />Washington ciudad no es muy grande, pero tampoco se puede recorrer a pie de parte a parte. Salimos del metro en el barrio chino, una zona que parecía céntrica. Y vimos los autobuses en la distancia. Recorrimos las calles a ver si encontramos la parada, pero nada. Decidimos caminar hacia el lugar de la casa blanca, que allí seguro que para. Pero tal casita estaba bastante lejos, y nos costó más de una hora llegar. Por el camino veíamos el autobús, pero, como si éste fuera un espectro, siempre estaba lejos y nunca encontramos ninguna de las benditas paradas. Llegamos a la verja de la casa blanca, y nada, no hay nada que se parezca a una parada de autobús.<br /><br />Cerca había una oficina de turismo, pero estaba cerrada los sábados por la tarde... ¡cuando hay más turistas! Desde luego, esto no es Europa.<br /><br />El libro de turismo de Mineko, un libro japonés que siempre me asombra por los detalles tan prácticos que da, esta vez no dice dónde tomar este autobús, pero por lo menos da un número de teléfono que puedo llamar. Llamo al número pero lo único que consigo es escuchar una grabación con una voz muy baja y con un acento americano al que aún no estaba acostumbrado. Con el ruido del tráfico apenas llego a oír algo de que los autobuses salen de la estación U, o algo así... cual será esa estación U? Será que las estaciones de Washinton se llaman como las calles? Todas las calles que van de este a oeste se llaman acorde con las letras del alfabeto, y las calles que van de norte a sur se llaman con números. Con lo que tal vez la estación U está en la calle U?<br /><br />Al final nos resignamos. Después de tal caminata, volvimos a Bethesda sin haber recorrido Washington en bus. Lo intentaremos el domingo.<br /><br />Salimos el domingo, esta vez con el nombre completo de la estación: es la estación principal, que se llama Union Station. Parece ser que los americanos se comen las letras más que los andaluces. Y así, llegamos a la estación, y allí estaba el autobús, rojo y con la bandera americana pintada, esperando. ¡Por fin!<br /><br />El sistema es hop-on hop-off, es decir que te puedes bajar en una parada, visitar algo, y subirte al siguiente autobús. Pero decidimos simplemente quedarnos en el autobús, y menos mal que lo hicimos, que el recorrido duró más de dos horas... imposible de hacer a pie. Vimos el Capitolio desde todos los ángulos, pues el diseño de la ciudad es tal que todas las calles principales llevan al Capitolio. Vimos otra vez la casa blanca, y descubrimos que la parada estaba unos metros más allá de donde miramos, a la vuelta de una esquina... faltaría más.<br /><br />El día era perfecto, ni frío ni calor, y la grabación (que no había guía) era clara e interesante y aprendimos un montón, de las columnas del monumento de Lincoln (una por cada uno de los 48 estados de la época), del monumento de Jefferson, el que creó la constitución americana, de la catedral de Washington, la sexta más grande del mundo, del cementerio de Arlington, un cementerio con vistas ¡Por fin, ya somos turistas!Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-50739583518383395772009-09-28T08:10:00.003+10:002009-09-28T09:11:38.975+10:00Washington en bici<a href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/3960709472/" title="Capital Crescent Trail by MollaAliod, on Flickr"><img src="http://farm3.static.flickr.com/2541/3960709472_8dd6f64147_m.jpg" width="240" height="160" alt="Capital Crescent Trail" /></a><br /><br /><a href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/3960704924/" title="Washington Monument by MollaAliod, on Flickr"><img src="http://farm3.static.flickr.com/2467/3960704924_736aafd994_m.jpg" width="160" height="240" alt="Washington Monument" /></a><br /><br />Bethesda es una zona residencial al borde de Washington DC. El metro de Washington llega a Bethesda, y mejor aun, se puede ir en bici hasta la capital misma. Hay una línea de ferrocarril abandonada que se ha rehabilitado como pista para bicis, y en Bethesda mismo hay una tienda que tiene bicis de alquiler. El precio es bastante caro, 35 dólares por un día. Para dar un poco de perspectiva, se puede alquilar un coche por menos. Pero me hacía ilusión ir en bici a Washington, y así, en mi primer domingo de este viaje alquilé una.<br /><br />La pista está asfaltada, y es muy popular. Abundan no sólo ciclistas sino que también peatones caminando y corriendo, patinadores, e incluso vi a uno que parecía estar esquiando con patines y palos de esquí. Lo que no hay es vehículos de motor ni de tracción animal (aparte de la humana, se entiende).<br /><br />El lugar transcurre por entre bosques. Es sorprendente que se pueda llegar hasta casi el centro de Washington sin apenas ver una casa, y sin soportar ruido de coches. La pista, cuesta abajo, llega hasta un río, el Potomac, un río ancho y tranquilo, sin lanchas de motor (qué diferencia con Sidney!) y con gran cantidad de gente haciendo piragüismo. Vamos, más que la capital del país más poderoso del mundo donde se toman decisiones a escala global esto parece un lugar de reposo y vacación.<br /><br />Y así, sin darme apenas cuenta, llego al final de la pista, en Georgetown, un pueblo adyacente a Washington. I desde allí, tras perderme por las calles con tráfico, decido circular por los parques bordeando el río. Y en una de éstas me encuentro con un edificio que parece un templo romano. Es el mausoleo de Lincoln, en el corazón mismo de Washington DC. De repente aparecen turistas por todas partes, y al llegar al mausoleo veo, enfrente de mi, la avenida principal. La escena me recuerda a una escena de la película "Forest Gump", pues delante de mí veo el estanque, más allá un obelisco gigante que es el monumento de Washington (el primer presidente de EEUU), y al fondo el capitolio donde se toman todas las decisiones. Lo que falta es la gente, pues en la película la avenida estaba a rebosar, pero ahora está casi vacía. No es que no haya gente, al contrario, hay mucha gente pero es muy diminuta, empequeñecida por la escala de la avenida y el obelisco. Y es que la avenida es tan ancha que se necesitarán cientos de miles de personas para llenarla.<br /><br />Bueno, yo sigo con la bici, sin pararme a visitar los monumentos (que la bici no tiene candado!), recorriendo la inmensa avenida, y viendo autobuses, turistas a pie, en bici y en segway, pero la avenida es tan grande que me doy la vuelta antes de llegar al capitolio, que el calor aprieta y no hay árboles que me protejan del sol. De vuelta veo la casa blanca (estará el presidente?), y un grupo de turistas en segway. Oye, eso del segway parece muy interesante. Los segwayeros, que seguro que acaban de aprender a usarlo, se mueven sin hacer ningún esfuerzo aparente, sin dar trompicones por la falta de experiencia... igual me apunto a uno de esos tours.<br /><br />El calor sigue aprietando con lo que vuelvo a la pista de vuelta a Bethesda. Ya en la sombra disfruto del viaje de vuelta, ahora cuesta arriba pero apenas sin notarse. Otra vez las piraguas en el río, caminantes, gente corriendo y en bici y patines, todos disfrutando de un día soleado a finales de agosto.<br /><br />De la experiencia decido que tengo que conseguir una bici como sea. Pero descubro que las tiendas no venden bicis baratas, y el mercado de segunda mano es bastante flojo. Mirando aquí y allá, buscando en páginas web, yendo a tiendas, al final encuentro bicis más bien baratas, y me acabo de comprar una por unos 150 dólares incluyendo el envío a domicilio. No sé si la podré vender, pero de seguro que el gasto lo voy a amortizar, no tengo más que hacer unas cinco escapaditas en bici... y ya tengo el candado.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-73939299967352786522009-09-18T12:05:00.006+10:002009-09-18T13:43:15.423+10:00Primera impresión de BethesdaOtra vez estoy de viaje, esta vez en EEUU. Este año tengo sabático, es decir que mi trabajo me permite pasar hasta seis meses visitando otros centros de investigación, sin distracciones administrativas y sin dar clases. Puedo dedicar todo el tiempo para la investigación y para fortalecer contactos. Hace cuatro años visité Edimburgo y España, este año hago una visita al centro NIH en Bethesda durante tres meses. El resto lo pasaré en Australia.<br /><br />Ya hablaré de NIH en otra ocasión, en este relato hablaré de mis primeras impresiones de Bethesda.<br /><br />Bethesda es un barrio-ciudad cerca de Washington, la capital de EEUU. La primera vez que oí este nombre fue hace unos años, jugando a un juego de rol llamado Morrowind. Los creadores de este juego tan adictivo son Bethesda Softworks. Poco me imaginaba que había un Bethesda verdadero, y menos aún que un día lo visitaría.<br /><br />Dejé el invierno de Australia, fresco y soleado, para llegar a un Bethesda de noche bochornosa, calurosa y húmeda... y la patrona de la casa dice que menos mal que ya es de noche y ya no hace calor. ¿Cómo será de día?<br /><br />Al día siguiente me levanto muy temprano pues mi reloj interno se queja. No tengo desayuno, y como la mañana es fresca decido dar un paseo hasta el centro de Bethesda. Media hora de paseo, viendo el día despertarse y la carretera llenarse de coches de gente que va al trabajo. El calor empieza a notarse pero al final llego al centro, donde encuentro una casa de pancakes, tortas dulces de harina, mantequilla y huevo que aún no sé cómo se llaman en español.<br /><br />Ya repuesto, sigo explorando el lugar hasta encontrar mi objetivo, un supermercado para aprovisionarme de comida para la semana. Me asombro de lo barata que está la comida comparada con Australia, y la fruta y verdura tienen una pinta admirable. Y lo mejor de todo, las bayas... ¡tan baratas y con esa pinta!<br /><br />Comprar la comida es una cosa, y otra es llevarla a casa... ya es media mañana, el calor arrecia, y tengo no sé cuántos kilos que llevar de vuelta... y cuesta arriba, o eso me parece por el calor. Tengo que descubrir la ruta del autobús, pienso mientras camino con las bolsas en una calle con tráfico y pocos árboles, vamos nada idílico.<br /><br />Y así me paso el día, caminando de aquí para allá, bajo un calor de justicia, con jet-lag, pensando que me tenía que haber traído más camisas de manga corta...<br /><br />¡Y quedan tres meses por delante!Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-6813052466412383152009-07-18T17:52:00.003+10:002009-07-18T18:10:54.218+10:00Ajedrez por correspondenciaMe acuerdo de la primera vez que jugué al ajedrez por correspondencia. Fue hace unos diez años; entonces ya vivía fuera de España, y acordamos Sergio y yo el mandarnos postales, y en cada postal escribir una jugada de ajedrez. Era una manera como otra de asegurar que nos mantendríamos en contacto, y de parte jugábamos una partida de ajedrez.<br /><br />Pero el asunto no era tan sencillo como parecía. Primero, como pasaban tantos días entre jugadas, cuando la postal llegaba no me acordaba de la estrategia, y me pasaba más tiempo retomando el hilo de la partida, que pensando en las jugadas. Pero lo peor fue cuando una de los movimientos de Sergio me comía una pieza, eso dijo en la postal, ¡pero según mi tablero la casilla estaba vacía! Nuestros tableros estaban desincronizados. Total, que no pudimos acabar la partida. Empezamos otra, pero al final lo dejamos. También intenté jugar con Salva por correspondencia, pero nada. Pasaba tanto tiempo entre jugadas que al final lo dejábamos.<br /><br />Pero no desistí. Encontré un lugar en internet donde organizaban torneos de ajedrez, y me apunté. Pero mi nivel estaba tan lejos de ser algo aceptable, que la verdad es que no hacía ilusión perder tan de seguido, y lo peor es que a menudo no tenía ni idea de por dónde andaban los tiros. Total, que lo dejé.<br /><br />Hace unos días me entró el gusanillo otra vez. Tras una búsqueda rápida, he encontrado chess.com. Es una maravilla de portal de ajedrez. Tienen torneos, juegos por correspondencia, y hasta biblioteca de aperturas, puzzles y módulos de entrenamiento. Total que me he creado una cuenta... pero con quién juego? Prefiero jugar con alguien conocido. Con lo que si te animas, echamos una partida... ¡y hasta tiene un módulo en Facebook!<br /><br />No creo que haya mejorado mi ajedrez, a no sea que sea algo que madura cuando no se gasta, como el vino. Pero bueno, lo importante es jugar y entretenerse.<br /><br />Te espero en chess.com! Mi nombre es diego_ma.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-15638866552629279342009-05-10T22:37:00.002+10:002009-05-10T23:36:47.167+10:00La histeria de los tiburones<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/_hHkLIyQVOhw/SgbYPtN053I/AAAAAAAAAI4/rryi2-L4qmI/s1600-h/Shelley+Beach+Dive+10.05.2009+056.JPG"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px; height: 240px;" src="http://3.bp.blogspot.com/_hHkLIyQVOhw/SgbYPtN053I/AAAAAAAAAI4/rryi2-L4qmI/s320/Shelley+Beach+Dive+10.05.2009+056.JPG" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5334188573014157170" border="0" /></a><br /> Los tiburones son unos monstruos marinos que atacan a cualquier persona que pillan, con malicia, sin avisar. O eso es lo que nos enseñan en las películas y todos esos programas de aventuras. Siempre que un tiburón ataca a un bañista salen las noticias en todas partes, y empieza la histeria colectiva.<br /><br />Hace unos meses un tiburón atacó a un submarinista de la marina australiana en el puerto de Sidney, y la semana siguiente otro atacó a un bañista en una de las playas de la ciudad. La coincidencia de estos dos ataques desencadenó toda una histeria colectiva, cerrando playas por aquí y por allá, y sacando fotos de tiburones amenazando a bañistas.<br /><br />Esta ronda de "ataques" me sorprendió cuando estaba a punto de participar en una de esas carreras de natación que tanto me gustan. Era un día gris y tormentoso, y el mar estaba tan revoltoso que lo último que me preocupaban eran los tiburones. Los medios de comunicación de repente se interesaron por estas carreras, y había cámaras y entrevistadores con la consabida pregunta, "¿y tú no tienes miedo de los tiburones?". Ellos no sabían que el fin de semana anterior estuve buceando en un lugar llamado "shark point", donde fuimos a una cueva a observar a un grupo de tiburones. Y ese "shark point" estaba a apenas unos cinco kilómetros de la salida de la carrera... Al final tuvieron que cambiar el recorrido de la carrera, no por los tiburones sino por el estado del mar. Fue una carrera muy emocionante por las criaturas marinas que habían traído la tormenta, unos bichos extraños en cantidades enormes, miles y miles, cadáveres que llenaban la bahía, seres que a algunos se les antojaba aliens, y a otros, siguiendo la moda de la histeria, embriones de tiburones, y como decían... "si hay tantos embriones de tiburones muertos, cuántos tiburones vivos nos esperan en el mar...?".<br /><br />La presencia de los medios de "desinformación" se hizo crónica, siempre había alguien con cámara lista a ver si aparece alguna amenaza de tiburones, e incluso había helicópteros sobrevolando... tal vez para proteger a los bañistas, o más bien para ser los primeros en dar la noticia si pasa algo... algo que nunca pasó. Pero me alegró ver las noticias en los periódicos y en la tele con el tema de "esta gente aguerrida (loca?) sigue desafiando a los tiburones". Siempre es bueno ver propaganda de esta actividad, por extraña que sea.<br /><br />Mientras, yo he seguido yendo en búsqueda de tiburones, que haberlos haylos, y en cantidad. La semana pasada, en una inmersión que hice con los Macquanautas, el grupo de submarinistas de Macquarie University, nos encontramos con un grupo de más de diez tiburones, algunos de más de dos metros, que nos rodearon mientras nosotros disfrutábamos del espectátulo. Precisamente en esos momentos había una carrera de natación, y apenas unos minutos antes estábamos viendo a los nadadores atravesando la superficie a toda velocidad, sin saber lo que pasaba debajo de ellos.<br /><br />Hoy mismo he hecho otra visita a los tiburones, otra vez con los Macquanautas. Esta vez los tiburones se han acercado más, y Jay, de nuestro grupo, se ha emocionado tanto haciendo fotos que hasta se olvidaba de controlar su profundidad mientras tomaba las fotos. Incluyo una de sus fotos.<br /><br />Es curioso, el tiburón de la foto da más miedo en la foto que en realidad. Los tiburones son peces como otros cualquiera. Hay que tratarlos con respeto, pero bueno al fin y al cabo hay que respetar todas las formas de vida, ¿no?Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-49658033340526658892009-03-08T18:30:00.004+11:002009-03-08T18:48:32.010+11:00Gandia<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/3217126927"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 350px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3333/3217126927_a580c48bee_o.jpg" alt="" border="0" /></a><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/3217127711"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 350px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3099/3217127711_3b6e69f610_o.jpg" alt="" border="0" /></a><br />La última parada en mi viaje a España estas Navidades, después de Singapur y Barcelona, y el propósito mismo del viaje, es Gandía, mi ciudad natal. En Gandía y alrededores tengo a casi toda mi familia, y hace ya demasiado tiempo que no les visito. Y los viajes de años pasados siempre han sido demasiado cortos. Esta vez estoy más de dos semanas, a ver qué se puede hacer. Aquí no hablaré mucho de mi familia, que eso es privado... sólo mencionar que hay que ver cómo han crecido los sobrinos, y lo que crecerán. Espero que se acuerden de mí para la próxima vez que vaya, que igual pasarán algunos años hasta que vuelva. Que no es tan fácil viajar de las antípodas. Australia tiene sus ventajas, pero el problema principal (y en cierto modo la ventaja) es estar tan lejos de Europa. Bueno, más bien lejos de casi todo.<br /><br />Gandía ha cambiado mucho desde que vivía allí, pero los cambios son más bien lo mismo que en otros lugares. La red de carreteras ha mejorado, hay muchos edificios nuevos, hasta el punto que ya se puede caminar de Gandía a la playa (unos 4 kilómetros) sin salir de la zona edificada, y han aparecido centros comerciales en las afueras donde van todos de compras en coche. Empieza a parecerse a Sidney pero en pequeñito, o más bien, creo yo, Sidney, Gandía, y tantos otros lugares del mundo han ido convergiendo.<br /><br />Algo que sí que es bien distinto es la humedad, que crea días tan bochornosos en verano (menos mal que está la playa), y días de invierno donde el frío te llega hasta adentro y no te lo puedes<br />quitar. Este año me llevé más ropa de abrigo, pero como me temía, no me sirvió de nada. El mejor método de combatir el frío es acostumbrándose a él. Al final, con un chubasquero para que pare un poco la humedad y un jersey de lana que no se enfría con la humedad, iba tan contento.<br /><br />Esta vez he ido sin coche, con lo que casi todos los lugares que visité fueron a pie. Aproveché para tomar varios caminos entre Gandía y su playa, y así poner la ciudad en el mapa de<span style="text-decoration: underline;"> </span><a href="http://www.openstreetmap.org/?lat=38.9857&lon=-0.1704&zoom=13&layers=B000FTF">OpenStreetMap</a>, que hasta ahora solamente era un círculo y un nombre. Si ves el mapa ahora verás un montón de calles. Son las calles que he recorrido este viaje, y unas cuantas más de las que me acuerdo, que he trazado siguiendo la imagen satélite. Vamos, que me he pasado casi todo el tiempo recorriendo calles y luego poniéndolas en el mapa. Eso me ha dado ocasión de recordar lugares que significaron algo en mis años mozos y descubrir nuevos lugares.<br /><br />Otra cosa que es bien distinta de Sidney es el sentido de la historia. El castillo de Bairén, el palacio ducal, las calles estrechas del centro urbano, son testimonio de algo que pasó hace ya tantos siglos, mucho antes que el pie europeo, y con él la historia, llegaran a las costas australianas. No puedo decir que sea bueno vivir en un lugar con mucha historia, pero realmente es tan excitante el poder investigar quién fue el que vivía en tal sitio, o qué defendía tal castillo y cómo fue destruido. En cualquier lugar de España, y en Gandía por supuesto también, siempre puedes encontrar un historiador local que te pueda explicar tantas cosas que sucedieron en siglos pasados y que, aunque no nos demos cuenta, nos siguen afectando en la vida cotidiana. En Australia uno solamente puede encontrar vagas historias y leyendas pasadas de boca en boca. Leyendas que no pueden ser ciertas, pero que encierran algo de verdad y de sabiduría. El problema es que no es tan fácil encontrar qué es lo realmente cierto de las leyendas australianas, y algunas como las que descubrí en mi viaje reciente al centro de Australia son bonitas y misteriosas, pero ciertamente no ciertas.<br /><br />Al final llega el momento de partir, de vuelta a Australia. He intentado recargar el alma con el afecto de familiares, y espero que se mantenga con vida hasta la próxima visita. Al final no pude verlos todo el tiempo que quisiera, pero es que todo el tiempo del mundo siempre es poco. Seguiremos en contacto por internet, a través de este blog, o por cartas. El teléfono está descartado, que la diferencia horaria es tan grande que es muy difícil que coincidamos... Vuelvo a Australia con las risas de los sobrinos en mis oídos, con las palabras de afecto de los familiares. Y es cuando me doy cuenta del vacío que hay en Sidney. No es realmente la historia, ni la falta de actividades culturales. Es, simplemente, la falta de familiares y amigos.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-77890796005129533672009-02-11T23:45:00.006+11:002009-02-15T19:02:41.333+11:00Premio de abrazosEsther me acaba de dar un premio de abrazos. ¡Qué bien! Pero para recibirlo tengo que decir seis razones que me hagan feliz y pasarlo a seis amigos. Bueno pues, a cumplir. Seis razones que me hagan feliz son:<br /><br /><ol><li>Recibir una carta de un familiar o amigo. El email no vale, y la postal tampoco. Tiene que ser una carta de papel escrita a mano y hecha con el corazón.</li><li>Pasear por un bosque, por la montaña o al lado del mar, escuchando los sonidos de la naturaleza.</li><li>Cocinar algo y que me salga bien.</li><li>Una velada relajada y entretenida entre amigos o familiares.</li><li>Levantarme temprano en un día soleado, en un fin de semana, sin sueño y con ganas de aprovechar el día hasta el máximo.</li><li>Tumbarme en la hierba, a la sombra en un día de verano, y recibir las caricias de la brisa.</li></ol>Todo lo anterior me hace doblemente feliz si lo comparto con alguien que quiera.<br /><br />Me es un poco difícil elegir a los amigos que reciban el premio, pues no hay tantos que tengan un blog y hablen español. Con lo que muchos de los premiados no tienen blog, y además todo cae en familia.<br /><br />Y los premiados son.... trtrtrtrtrtrtrtrtrtrtrtrrrrrrtrrrt... pachín<br /><br /><ol><li>Marilyn<br /></li><li>Celia</li><li>Antonio</li><li>Mineko</li><li>Maricrís</li><li>Alex<br /></li></ol>Y el premio? Pues no se por qué no puedo colgarlo en esta entrada con lo que aquí va el link al blog de Esther donde me ha dado el premio:<br /><ul><li><a href="http://loquelaspalabrasnodicen.blogspot.com/2009/02/premios.html">http://loquelaspalabrasnodicen.blogspot.com/2009/02/premios.html</a><br /></li></ul>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-1665825504339926962009-02-07T12:46:00.003+11:002009-02-07T13:50:46.154+11:00Barcelona<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/3217128873/"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 350px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3086/3217128873_07d4e686a2_o.jpg" alt="" border="0" /></a><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/3217982044"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 350px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3421/3217982044_528442e3da_o.jpg" alt="" border="0" /></a><br />Barcelona suele ser la ciudad destino de mis vuelos a España. Siempre llego cansado y con las horas cambiadas por la diferencia horaria con Australia, y aprovecho la estancia para descansar, dejar mis hábitos australianos, y recuperar mis hábitos españoles. Y es que yo soy una persona que, vaya donde vaya, no puedo evitar el adaptarme al lugar y cambiar.<br /><br />Barcelona también tiene percepciones distintas para turistas españoles y extranjeros. Para los turistas españoles, Barcelona es esa ciudad cosmopolita y europea, decididamente europea. Para los turistas extranjeros, Barcelona es esa ciudad que, estando en España, ofrece tanto ambiente, cerveza, vino y tapas. Y en cierto modo esas dos facetas se me aparecen a mí cuando la visito. La veo de una forma cuando llego desde Australia, y de otra distinta cuando la dejo tras visitar España.<br /><br />En el viaje más reciente visité Barcelona tras una ausencia de España de dos o tres años. Fue un viaje largo, de Australia a <a href="http://diariodiego.blogspot.com/2009/01/singapur-i.html">Singapur</a>, y de allí a Barcelona. La ocasión, visitar familiares durante las vacaciones de Navidad y Año nuevo. En Barcelona están Celia y Manolo, y muy cerca Alex y Mercedes. ¡Saludos a todos y gracias por acogerme! Tuvimos ocasión de hablar, jugar con Alejandro y Natalia a futbolines y tantas otras cosas. Pero bueno, el tema de esta entrada son mis impresiones de Barcelona como ciudad.<br /><br />Durante los primeros días, y aún con mi prisma de australiano, Barcelona se me antoja ciudad fría, que es invierno y vengo del verano australiano. Me traje ropa de abrigo de todo tipo, pero el frío barcelonés no se combate con la ropa, sino acostumbrándose a él. Por mucha ropa que te pongas, el frío entra y no se puede evitar. No es tanto el frío como la humedad que cala. Pero no me quejo, que por humedad hay mucha más en Gandia, que ya hablaré en otra entrada de este blog.<br /><br />Barcelona tiene muchas atracciones turísticas, pero no suelen cambiar mucho con el tiempo, con lo que en este viaje no hago el recorrido turístico. Tampoco hago el recorrido de bares y restaurantes, que como no viene Mineko esta vez no me apetece salir. Simplemente, paseo por la ciudad. Y es cuando te das cuenta que es una ciudad como todas las ciudades, ruidosa y con un tráfico imposible, tanto que realmente pasear por las calles es exponerse a agresiones acústicas y olfativas por el ruido del tráfico y la contaminación. Acostumbrado a la tranquilidad de los suburbios de Sidney, este ajetreo me pone nervioso. Para evadirme del ruido visito una galería de arte de entre tantas que hay, o entro en uno de sus tantos bares y restaurantes, que tienen su ruido pero es más agradable. Y la comida, como esperaba, muy barata y muy buena comparado con lo que se come en Sidney. Algo que me encanta de España es que prácticamente cualquier bar y restaurante sirve una comida sorprendentemente buena por el precio. Es cierto que no es tan barata como la de Singapur, y la verdad es que no sé qué decir si es más buena. La comida española es tan diferente de la asiática que no se pueden comparar, simplemente hay que disfrutarlas cada una por separado.<br /><br /><hr /><br />Varias semanas más tarde, ya de vuelta a Australia y tras visitar a los familiares de Gandia, paso por Barcelona otra vez. Tras varias semanas de vacaciones y felicidad, ¡que hace tanto tiempo que no nos vemos, familia!, Barcelona no es tan fría, ni tan ruidosa. Tal vez porque aún hay ambiente de vacaciones, o porque mi mente está más relajada, no sé, la ciudad se hace más hospitalaria. Aprovecho para hacer las últimas compras, cosas que quiero comprar en España como regalos para la gente de Australia, y para mí una cajita de azafrán, que es más barato que en Australia y no pesa nada. El azafrán lo encuentro en una tienda de especias del casco antiguo. Y es cuando vuelvo a descubrir el encanto del casco antiguo, con sus edificios antiguos y calles estrechas. Algo tan antiguo no existe en ninguna ciudad de Sidney, y el verlas me transporta a siglos pasados, intentando imaginarme cómo viviría la gente de estas calles entonces.<br /><br />Barcelona se despide de mí con una imagen casi insólita de un Tibidabo helado.<br /><br />Barcelona, punto de entrada y salida de España, antes, y ahora.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-4883149845616311802009-02-01T19:31:00.007+11:002009-02-01T20:16:57.865+11:00Caballos y dragones<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/3034422244"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 350px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3250/3034422244_4fd5d36dff_o.jpg" alt="" border="0" /></a><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/3240444113"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 350px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3339/3240444113_649ec6618a_o.jpg" alt="" border="0" /></a><br />El título no tiene que ver con juegos o películas de fantasía, si no con la realidad. ¡Los dragones existen, y yo he visto no uno, sino cuatro! Pero hay que buscarlos bajo el agua.<br /><br />Llevo ya varios meses practicando submarinismo, como ya he contado en otra ocasión. Aquí contaré lo que encontré en una immersión antes de Navidades, y la de ayer.<br /><br />El Noviembre pasado, en las últimas etapas de la primavera y con el aire y las aguas más calientes, me junté con Ferdinand para bucear en <a href="http://www.openstreetmap.org/?mlat=-33.840000&mlon=151.251111&zoom=13">Clifton Gardens</a>. El lugar es bastante feo, pues tenemos que bucear por entre montones de basura de la playa y esquivando sedales de pescar, pero hay algo especial. La playa tiene una red para proteger a la gente de los tiburones. Es una red muy vieja, y se ha convertido en una especie de arrecife donde abundan esponjas y otras criaturas marinas... y caballitos de mar.<br /><br />Y así fue. Hicimos la immersión por la parte de fuera de la red, donde hay más fauna marina (incluyendo tiburones, pero por suerte ninguno apareció durante la excursión). Me encontré con un pez puercoespín, y con los caballitos. Es una maravilla ver estas criaturas de cerca.<br /><br />Ayer me ajunté con el club de immersión de Manly con la misión de encontrar dragones marinos. Ya he intentado encontrarlos en la playa de Shelly, al lado de Manly, pero esta vez vamos a un lugar donde se encuentran seguro. El lugar es <a href="http://www.openstreetmap.org/?mlat=-34.0022&mlon=151.2214&zoom=12">Inscription Point</a>, que coincide con ser el lugar del primer desembarco del capitán Cook cuando llegaron a Australia a tomar posesión del lugar para el Reino Unido.<br /><br />El guía, Sharky, nos lleva por entre un laberinto de algas hasta llegar a su lugar preferido, donde encontramos una sepia, estrellitas de mar, y los dragones. Estos dragones no echan fuego (que ya sería difícil bajo el agua, ya), y son pacíficos y curiosos. Se dejan tocar y acariciar, y nadan alrededor de tí.<br /><br />Cuenta Sharky que los dragones siempre están allí, pero encontrar el lugar exacto no es tan fácil... es un lugar "secreto" que no creo que yo pueda encontrar otra vez... y espero que quede así, secreto, para que estos animalitos curiosos no tengan problemas.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-62023580352470424122009-01-28T22:40:00.005+11:002009-01-28T23:59:42.477+11:00Singapur - II<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/3217982290"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 300px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3447/3217982290_19d30c5dcd_o.jpg" alt="" border="0" /></a><br />El vuelo de vuelta de España (que ya contaré de España en otra entrada) también hizo escala en Singapur. Esta vez mi plan era ir a donde me llevaran los pies, y los de Nitin, colega de trabajo que está pasando unos meses en Singapur. El avión de vuelta fue tan bueno como el de ida a España, pero estaba lleno, con niños hiperactivos y llorosos que hacían difícil echar una cabezada en el vuelo de 12 horas entre Milán, donde el avión paró una hora para tomar pasajeros, y Singapur. Pero bueno, con mucha concentración y pensando en esas películas de artes marciales donde el bueno consigue descansar aunque alrededor todo sean peleas y gritos, conseguí dormir unas horas.<br /><br />Ya en Singapur, y tras una ducha en su aeropuerto supermoderno, me encuentro con Nitin, que me espera en la sala de llegadas. La idea es ir a una de las islas que rodean la gran isla de Singapur. Así, tomamos el metro y el autobús para llegar, una hora más tarde, al muelle. Hay varios barcos pequeños que parecen de pesca, pero pronto descubro que uno de ellos es el que nos llevará a la isla Pulau Ubin. Pero llegamos un poco tarde, el barco está lleno, y tenemos que esperar al siguiente. Mientras esperamos llega más gente, y entonces ocurre algo sorprendente. Llega el capitán del siguiente barco y escoge a la gente que va a subir al barco, y nosotros no estamos entre ellos. Parece ser que en esta parte de Singapur no existen las colas. Protestamos, pero el capitán nos habla en malayo y nos da a entender que tenemos que esperar al siguiente barco. Ya nos imaginamos que podemos esperar allí en el muelle todo el día, esperando a que el capitán nos escoja, y peor aún, tal vez para el viaje de vuelta tenemos que esperar más aun. No nos apetece tal proposición, con lo que desistimos de ir a la isla y simplemente damos un paseo por la orilla del mar. Es un mar tranquilo, sin olas, tan diferente del mar australiano. El día, caluroso como todos los días de Singapur.<br /><br />Después nos dedicamos a la actividad favorita de los singaporeanos, que es el comer. Vamos a un edificio cercano que está lleno de puestos de comida. No hay apenas señales en inglés y los platos son de comida malaya y china, platos que no conozco de nada. Al final voy por lo seguro y pido lo mismo que Nitin, pollo estilo Singapur, delicioso. Y lo mejor de todo es que el precio de la comida fue de 4 dólares singaporeanos, que al cambio actual es como 2 euros. Ya me contaba Nitin que mucha gente vivía en casas sin cocina y salían a comer y cenar todos los días, que la comida es tan barata y buena que no vale la pena cocinar.<br /><br />Al final Nitin me lleva al centro de Singapur y nos despedimos. Singapur es un país cosmopolita. En cierto modo me recuerda a Suiza. Como Suiza, es un país próspero, centro de comercio y finanzas, limpio y seguro, y con cuatro idiomas nacionales. Sólo le faltan las montañas y las vacas.<br /><br />Enfrente tengo un mercado chino, a un lado está el barrio indio, y detrás el barrio musulmán. Entro en el mercado chino, donde por supuesto reina el bullicio y todo son productos coloridos y baratos made in China, pero no hay nada que me guste. Llego a Sim Lim Square, un edificio dedicado al comercio de productos electrónicos y me entretengo a mirar prismáticos, que los que llevo son ya muy viejos. El dependiente se percata de mi atención y me dice el precio: 120 dólares singaporeanos. No me convence el producto, que yo quiero algo más pequeño y portátil. Y él que ve que no me interesa me baja el precio: 100 dólares. Dejo los prismáticos en el mostrador, y enseguida me dice 80. Me sigue sin interesar, miro otros prismáticos, y ninguno me interesa, con lo que me voy. Ya saliendo me dice que 50... vamos que si sigo allí me va a pagar él para que me los lleve.<br /><br />Entro en otra tienda donde sí que tienen los prismáticos que me interesan, pero valen 100 dólares. Finjo que no me interesan, a ver si consigo un precio más bajo, y seguro, me lo rebajan a 85. Pero yo no sé fingir mucho y se nota que realmente sí que me interesan, con lo que no me bajan el precio más. He de decir que estos prismáticos parecen de mejor calidad que los otros, con lo que al final me quedo con ellos. Me quedo pensando que, tal vez si realmente no me interesaran me habrían bajado el precio más, pero bueno, uno que no ha nacido para actuar.<br /><br />Los pies me llevan al barrio indio. El lugar está lleno de olores exóticos para mí, pero no tengo hambre, que ni estómago está trastocado con la diferencia horaria con España. ¿Qué hora será en España? Mejor no pensarlo.<br /><br />Llego al barrio musulmán, que me resulta extrañamente familiar. Y es que al fin y al cabo, la mayoría de los pueblos españoles tienen su toque musulmán. Esas calles caóticas y estrechas, tan corrientes en los pueblos españoles, aparecen también en este barrio. La diferencia es que aquí hay una mezquita funcional. Es una mezquita que pensaba visitar, pero coincide que es viernes, día de oración, y la mezquita está cerrada para los no creyentes.<br /><br />Acabo el día en un restaurante musulmán, donde me sirven más comida deliciosa acompañada de té dulce de menta. Las mesas son grandes y comparto la mía con una familia de gente alegre y habladora. Decididamente, los singaporeanos son gente agradable a los que les gusta el buen comer.<br /><br />Es hora de volver al aeropuerto. Estoy cansadísimo de tanto ajetreo, del calor, y de poco dormir. El avión es el Airbus 390, ese de dos pisos tan grande. Estoy en el piso de arriba, y el asiento es incluso más espacioso. ¡A medida que viajo en Singapore Airlines me mejoran el servicio! Estoy tan lleno y tan cansado que ignoro la cena que sirven, y la verdad es que lo que ofrecían tenía muy buena pinta.<br /><br />Me duermo enseguida, para despertar al cabo de unos minutos. Resulta que una de las familias con niños hiperactivos del otro vuelo está también en éste, ¡y esta vez justamente en el asiento de delante! Menuda nochecita que me espera.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-77381437026553760492009-01-27T22:20:00.006+11:002009-01-28T23:59:00.041+11:00Singapur - I<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/3217979348"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 300px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3526/3217979348_955ee718a8_o.jpg" alt="" border="0" /></a><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/3217978498"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 300px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3342/3217978498_d2c83b384c_o.jpg" alt="" border="0" /></a><br />Como buen optimista que soy, mi pensar es que, de las muchas cosas buenas que tiene Australia, una de ellas es que está tan lejos de todo, que para ir a cualquier sitio cualquier otro lugar del mundo se puede visitar de paso. Así, en el viaje que hice a España estas Navidades, aproveché para hacer escala en Singapur.<br /><br />Y por qué Singapur, y no Bangkok o Dubai? Tal vez en otra ocasión visitaré estas otras ciudades, pero esta vez me decido por Singapur por dos motivos. El primero, porque he descubierto que tiene una colección de bonsais impresionante, y con <a href="http://diariodiego.blogspot.com/2006/09/un-nuevo-pasatiempo.html">mi afición a los bonsais</a> espero encontrar fuentes de inspiración. El segundo motivo es la curiosidad por ver si es cierto que la Singapore Airlines, la compañía aérea, as tan buena como dicen.<br /><br />El vuelo con Singapore Airlines no es el más barato, pero por lo menos no pasa por Heathrow, el aeropuerto de Londres que me ha dado tantos dolores de pie por las distancias que he tenido que recorrer a pie cargado con el equipaje de mano, y tantos quebraderos de cabeza por su tendencia a perder las maletas y por sus medidas antiterroristas tan inconvenientes.<br /><br />Así, el 15 de diciembre tomo el avión con destino a Singapur. El avión en sí es sorprendente pero en el sentido opuesto al que me esperaba. Es viejo, las ventanas están sucias y la tele acoplada al sillón no sirve para otra cosa que para decoración. Los asientos son estrechos y con poco espacio para las piernas. Vamos, que no es como lo pintan en los anuncios. Por suerte el vuelo es diurno y no tenía intención de ver la tele. Me paso las ocho horas del vuelo leyendo y jugando con mi NDS, cuando no disfrutando de la comida, que eso sí que estaba bien. Y en un cerrar de ojos llegamos a Singapur.<br /><br />Desde el aire, lo primero que impresiona de Singapur es su puerto. Es uno de los puertos más activos del mundo, y eso se nota. Abajo en el agua se ven cientos de cargueros enormes y petroleros. Cada uno de esos barcos medirá varios cientos de metros, y su tamaño, más grande que los edificios de la ciudad, hacen que todo parezca una maqueta mala donde los artistas no han acertado con la escala relativa de los objetos.<br /><br />Es hora de comer según la hora local pero mi estómago me dice que no, y de todos modos ya nos han dado de comer en el vuelo. Con lo que dejo el equipaje de mano en consigna y me dirijo a mi destino principal, el jardín chino con su colección de bonsais. El transporte urbano es una maravilla, tan barato, frecuente y puntual, y me lleva a la otra parte de la ciudad-estado en media hora.<br /><br />El jardín chino está en una parte de Singapur adonde apenas llegan los turistas. La zona está tranquila, y puedo fotografiar los bonsais sin apenas nadie que me estorbe la composición. La colección de bonsais tiene dos partes, la china y la japonesa, que se complementan tan bien. Son como la comida en estos dos países. Mientras que los bonsais japoneses son sobrios y sencillos donde cada rama tiene una posición precisa e incluso un simbolismo especial, los chinos son una explosión de formas y variedades. Algunos penjing, que es así como se llaman los bonsais chinos, son de aspecto salvaje e intentan imitar los árboles modelados por la naturaleza. Otros, en cambio, son completamente estilizados con ramas retorcidas formando símbolos chinos, mezclando la caligrafía con la horticultura. Abundan composiciones donde lo que llama la atención no es el árbol sino la roca donde han puesto el árbol. A mi lado veo cientos de especímenes, cada uno de ellos una obra de arte. Y lo mejor de todo es que apenas hay visitantes de esta colección tan fascinante.<br /><br />Hay otras partes del jardín chino que tienen más turistas, todos locales, y es que este jardín está lleno de rincones especiales, de gran simbolismo que no llego a entender, y que decido dejar para otra ocasión.<br /><br />Mi objetivo principal se ha cumplido, ahora ¿qué hago? Saco la guía turística y decido ir al barrio chino, que este barrio chino debe de ser más auténtico que el de Sidney, pues la mayoría de la población singaporeana es de ascendencia china.<br /><br />El barrio chino es toda una explosión de colores, especialmente de rojos, y hay gran cantidad de tiendas. Lo mío no es precisamente visitar tiendas, y paseo por el lugar, donde casi cada tendero me llama la atención para que vea lo que tienen que ofrecerme. Avivo el paso, no me gusta nada todo este ajetreo. Al final me escondo en un templo budista al final del barrio, donde la gran cantidad de figuras de Buda me da mareos. En cualquier lugar donde miro veo una figura de Buda. Hay Budas gigantes y pequeños, Buda por todas partes. Echo de menos los templos budistas japoneses, que, como sus bonsais, son tan sencillos y que inspiran tanta tranquilidad.<br /><br />Tenía pensado cenar en el barrio chino pero cambio de parecer y me decido por visitar una zona que, según la guía, es muy popular entre los locales para cenar. Los singaporeanos aprovechan cualquier ocasión para salir a cenar, y se sirven buenas comidas en todas partes. La que voy a visitar se caracteriza por el marisco, y promete.<br /><br />Tomo el metro pero no me atrevo a coger el autobús porque no entiendo las señales en la parada, con lo que decido ir a pie hasta el mar. El paseo me lleva por zonas más bien cutres y desiertas, y siendo un turista tan aparente como era estaba más bien incómodo, que a saber qué zona es la que estaba pasando. Me conforta el pensar que Singapur es un país con un nivel de vida muy alto y un índice de criminalidad muy bajo, y ya sería mala suerte el ir a parar en un lugar peligroso.<br /><br />Más de media hora más tarde llego a la zona de la costa. Estoy cansado del viaje y la caminata, pero descubro que no es la zona de restaurantes. Con lo que me toca caminar más, siguiendo la costa. Ya es noche cerrada y a mi alrededor veo a grupos de jóvenes disfrutando de la noche, unos en bici, otros en patines, otros con su barbacoa, o acampando en el césped. Yo estoy agotado y hambriento, sin saber realmente si hay algún restaurante que valga la pena. Todos los restaurantes que veo me parecen o demasiado cutres o demasiado caros, y el cansancio, junto con el calor, que Singapur está prácticamente en el ecuador, hacen que me sea cada vez más difícil juzgar los restaurantes.<br /><br />Al final, unos cuarenta minutos más tarde, cuando ya empiezo pensar en tomar un taxi que me lleve al aeropuerto, llego a una zona de marisquerías populares. Son restaurantes grandes, y con terraza dando al mar y llenos de gente. Creo que he llegado a mi destino.<br /><br />Me decido por el restaurante Jumbo Seafood, donde pido la especialidad singaporeana: cangrejo al chili, y cerveza para aliviar la sed. Me sirven un plato con un cangrejo enorme, el padre de todos los cangrejos, junto con unos cascanueces para romper la cáscara. Y disfruto como un crío rompiendo la cáscara y manchándome las manos con salsa de chili. La salsa no es tan picante como me temía, y el cangrejo está simplemente delicioso. La mesa es enorme y la comparto con una pareja, uno de ellos escocés, con quien por fin puedo hablar algo que no sea trivialidades entre turistas y vendedores.<br /><br />Ya con el estómago lleno y contento, llego al aeropuerto y tomo el vuelo con destino a Barcelona. La cena que sirven en el vuelo tiene muy buena pinta pero la ignoro, que aun me estoy relamiendo del cangrejo. Esta vez el avión es mucho mejor, con más espacio en los asientos y un televisor empotrado enorme donde puedo ver películas a mi antojo. Pido un Singapore Sling, el cóctel más conocido de Singapur con vodka, cointreau y alguna que otra cosa más, veo algo en la tele y al final me duermo, que el día ha sido muy largo.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-66984140158255235542008-09-26T22:51:00.003+10:002008-12-30T03:20:03.195+11:00Último día en el corazón de Australia<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/3147894890"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 300px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3268/3147894890_4676875d39.jpg" alt="" border="0" /></a><br />Sírvame esta entrada para terminar la narración del viaje. La visita a Alice Springs no tuvo nada de especial. Es un pueblo más bien grande en mitad de la nada, al lado de un río seco que según la historia cuando la visita de la reina de Australia (sí, <a href="http://diariodiego.blogspot.com/2006/06/el-cumpleaos-de-la-reina.html">Australia tiene reina</a>) había inundado toda la población. Tiene una población aborígen importante, pero éstos aborígenes no tienen nada que ver con los que me imaginaba durante el viaje. Hay problemas de drogas, crimen y alcoholismo, y el pueblo no ofrece mucho más que unas cuantas tiendas y actuaciones para turistas. Visité una colección de reptiles y tuve la ocasión de tocar lagartos y serpientes, los pocos que me dejaron tocar los críos que estaban viendo la misma función. También me dediqué a <a href="http://diariodiego.blogspot.com/2007/10/buscando-tesoros.html">buscar tesoros de geocache</a> e hice un poco de <a href="http://diariodiego.blogspot.com/2008/01/cartografa.html">mapeado del lugar</a>. Luego, dejé el coche en el aeropuerto y volví a Sidney.<br /><br />El viaje en sí, lo sé ahora, está a la altura de mi primer inter-rail, cuando descubrí cuántas cosas puede ofrecer el mundo cuando se viaja solo. Este viaje que acabo de terminar, por el hecho de viajar solo, me ha permitido apreciar el silencio del desierto, y sobre todo me ha hecho reflexionar sobre... no sé, simplemente reflexionar, pensar en cosas que no tengan nada que ver con el trabajo. Ahora, de vuelta al bullicio de la vida. Este blog y las fotos de la página de flickr seguirán en el internet, espero, para que me ayuden a recordar estos días, y espero para que animen a otros a viajar solos y ver, oír, tocar, olfatear cosas nuevas.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-22618677129327961632008-09-25T22:41:00.002+10:002008-12-30T02:49:22.548+11:00Camino a Alice Springs<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/3147813820"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 160px; height: 240px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3244/3147813820_066ff85864_m.jpg" border="0" alt="" /></a><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/3147816670"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 176px; height: 240px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3203/3147816670_afe7f9a358_m.jpg" border="0" alt="" /></a><br />Este es el último día completo en este viaje, mañana vuelvo a los ruidos de Sidney. El plan es recorrer Namatjira Drive, la carretera que lleva a Alice Springs, parándome en todas las atracciones que pueda. Con lo que me levanto temprano y desayuno en el hotel/hostal/camping. Descubro que en la "tienda" del hotel se pueden encargar sandwiches para llevar, e incluso carne para llevar y poner en la barbacoa. Con lo que me pido un sandwich, y después me dedico a hacer llamadas para encontrar alojamiento para la noche. Este es el único día que no había reservado habitación pues no sabía en qué zona pasaría la noche. Llamo a un par de lugares que parecen bien, pero todos están llenos. Al final encuentro un camping en las afueras de Alice Springs con habitación compartida a veinte dólares australianos. Baratísimo, me da mala espina, pero no quiero hacer más llamadas y decido hacer la reserva.<br /><br />Tras llenar el depósito del coche lo justo para poder llegar a Alice Springs, que la gasolina está carísima en esta parte tan remota, voy a pagar el alojamiento de estas noches pasadas. Para mi sorpresa y disgusto los del lugar quieren que pague la habitación completa, es decir dos camas, en total 60 dólares por noche. Yo insisto que por teléfono me habían asegurado que el precio era 30 dólares, pero ellos no tienen nada escrito, y no me habían dado ninguna confirmación por escrito. Esta gente son un demonio. El lugar estaba medio vacío y no pierden dinero con mi estancia. Es más, si llego a saber que el precio son 60 dólares por noche me lo habría pensado dos veces. Al final me dejan pagar 30 por noche, y salgo pitando de este lugar. La habitación ha sido la peor de todo el viaje, y luego he leído comentarios de este lugar, Glen Helen, diciendo que el precio es carísimo por el servicio que dan. Esto lo afirmo. No me verán más por aquí.<br /><br />Salgo de viaje. Son antes de las 10, el sol no calienta, y aún hay esa luz suave de la mañana. La carretera está completamente vacía, y a mi lado se extiende el valle con sus árboles en medio del río. Este valle es un valle especial. Aparte de que los ríos van secos, los ríos van cortando las montañas. El valle va de este a oeste, pero los ríos van de norte a sur. Es decir, que el "valle" no ha sido creado por los ríos sino por unos movimientos orogénicos de épocas remotas. Tal vez lo que pasó es que las montañas subieron tan lentamente que los ríos no cambiaron su curso natural y simplemente erosionaron las montañas creando gargantas estrechas por donde pasan. Cada una de esas gargantas acumula agua, tal vez porque el sustrato rocoso no deja que haya agua subterránea, y se convierte en un oasis donde van todos los animales. Por tal motivo todas las gargantas del lugar son lugares muy especiales para los aborígenes, y algunas de ellas son sagradas. Más tarde, ya en Sidney, aprendí que estas gargantas fueron fuente de graves conflictos entre aborígenes y colonos occidentales, pues los colonos se empeñaron en convertir la zona en pasto para vacas. En épocas de sequía las vacas iban a los oasis, convirtiéndolos en barrizales y matando de sed a los otros animales. Las vacas al final acabaron muriendo de sed también pues el agua se había convertido en barro, y los aborígenes tenían que matar las vacas de los colonos porque no quedaba otra cosa que comer. Añade a ésto el que colonos y vacas se empeñaban en ir a lugares sagrados sin pedir permiso, y el conflicto está servido.<br /><br />Pero esta mañana todo es paz y tranquilidad. Paro el coche y paseo por entre los árboles, disfrutando del silencio de la mañana.<br /><br />El día transcurre lentamente y me lleva a algunas de esas gargantas, donde descubro algo de esa vida salvaje entre unos pocos turistas que ni se enteran de lo que hay alrededor, aparte de algún que otro wallaby. El lugar que más me gustó fue "Standley Chasm", un lugar donde uno de los ríos ha creado una garganta estrechísima y de paredes verticales, altísimas. Llegué poco después del mediodía, cuando los rayos del sol llegan hasta el fondo de la garganta. Siguiendo el curso río arriba veo más y más gargantas, menos espectaculares pero en conjunto una maravilla. Pienso que esto ha sido hecho por ríos que la mayor parte de su tiempo han estado secos, y me doy cuenta del tiempo que debe de haber transcurrido para llegar a este estado.<br /><br />El otro lugar que quería ver fue "Simpsons Gap", ya cerca de Alice springs, pero éste lo quería ver a la puesta del sol, cuando los wallabies salen a beber. Con lo que me dedico a pasear por el área semidesértica, y leyendo carteles del paseo de Cassie Hill aprendo de la vegetación del lugar y de sus usos por los aborígenes. Por ejemplo, las raíces de ciertos árboles son lugares frecuentados por orugas comestibles, y las hojas de otros árboles se usan para medicinas e infusiones.<br /><br />Al final llego a "Simpsons Gap" a la hora deseada. Los turistas han sido reemplazados por wallabies que hacen su cena con la hierba seca del lugar. Descubro un wallaby con dos cabezas, la del adulto y la del bebé que asoma por la bolsa de la barriga. Experiencia australiana total.<br /><br />Llego al camping ya de noche y descubro que el tal camping es una maravilla. La habitación tiene cuatro camas, todas vacías, con nevera, baño y televisión. Y todo esto por 20 dólares! Así da gusto acabar las vacaciones.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-77622403898915960092008-09-24T20:10:00.001+10:002008-12-19T06:32:53.897+11:00La tierra de Namatjira<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/3118946410"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 300px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3190/3118946410_8d39ebdb72_o.jpg" alt="" border="0" /></a><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/3118946118"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 300px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3279/3118946118_8f9f6901f3_o.jpg" alt="" border="0" /></a><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/3118945966"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 300px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3207/3118945966_c7ea9e249e_o.jpg" alt="" border="0" /></a><br />Llega un nuevo día en este viaje tan fascinante, ¿qué me deparará hoy? Empiezo el día con la salida del sol, desde el mirador de Namatjira, el mismo de la puesta de sol de ayer. Esta vez el lugar está desierto, y el valle se muestra enfrente, rodeado de montañas bajas. El cielo raso, sin una sola nube, está dominado por una luna en cuarto menguante. Poco a poco los colores del cielo cambian del azul al rosa, y el sol hace su acto de presencia. Desde este mirador se puede ver la cómo la claridad de oro de los rayos del sol iluminan, primero la cima de la montaña, luego el resto, seguido por las puntas de los árboles del valle, y por fin el valle completo. El día se declara oficialmente abierto.<br /><br />Vuelvo al hostal, donde me tomo el primer desayuno de hostelería del viaje. Hasta ahora me había preparado yo el desayuno, pero en los últimos días no he podido comprar nada de comida, y no hay tiendas en la zona. Pido un desayuno completo, con sus huevos, bacón, tomate y otras cosillas. Con esto y las sobras de lo que compré en Yulara, al principio de este viaje, tengo que pasar el día.<br /><br />El plan principal de este día es recorrer la ruta "Pound walk", en la garganta de Ormiston, que la guía turística dice que es lo mejor de la zona. Y así llego a la garganta Ormiston más bien temprano, para poder caminar antes de que el sol caliente demasiado.<br /><br />La senda me lleva por el lecho de un río seco, un río donde en vez de agua hay eucaliptos. Son los "eucaliptos rojos del río", mi traducción liberal de "red river gums", y solamente se ven en los lechos de los ríos de la zona, donde las raíces beben del agua subterránea. Son árboles majestuosos, de armas retorcidas y corteza rojiza.<br /><br />Al dejar el río empieza la escalada por la colina de la izquierda, a través de vegetación semidesértica, y bajo un sol que empieza a calentar. El día se presenta ventoso, y a medida que asciendo el viento se torna en protagonista. Ya cerca de la cima el viento empieza a amainar, y en la cima el viento se torna en una brisa agradable. La cima está coronada por un eucalipto fantasma, mi traducción libre del "ghost gum". Este eucalipto tiene una corteza blanca como si lo hubieran encalado, y según dicen (o dice la guía turística) por la noche el tronco refleja la luz de la luna como si fuera un espectro. Delante hay un valle pequeño, rodeado de colinas, con un río seco que lo atraviesa como una gigante serpiente de árboles en un lugar desprovisto de vegetación. Es el valle que voy a recorrer.<br /><br />Caminando ladera abajo tomo un pequeño desvío para buscar un tesoro de geocache. La casualidad hace que justo a diez metros del tesoro haya una pareja de jóvenes tocando la guitarra y cantando. Tal vez estarán buscando inspiración trayendo la guitarra colina arriba en este desierto, no sé, pero se me antoja surrealista el estar buscando un tesoro en una zona tan remota con música de fondo. Y justo cuando encuentro lo que busco, la música se para. ¿Será un espejismo, o tal vez estoy en una película? Los jóvenes se van, guitarra a cuestas, y me dejan el lugar para poder disfrutarlo sin música ni distracciones.<br /><br />El camino sigue colina abajo hasta llegar al valle de la serpiente de árboles. Se acerca la hora del mediodía y el sol aprieta más. La falta de vegetación hace que las rocas reflejen el calor del sol, y ahora que no hay ni brisa, el lugar parece un horno. Ahora entiendo por qué recomiendan hacer este paseo por la mañana temprano. No hay sombras, ni animales, ni brisa, ni ruidos. Simplemente un terreno rocoso con apenas unos pocos árboles en el lecho del río, y el sol en lo alto. El único movimiento que se ve es el del lagarto que, tras observar mi caminar desde una roca del camino, se aleja presuroso y se esconde debajo de otra roca.<br /><br />El camino me lleva de nuevo al lecho del río seco, que ahora corta las colinas formando la garganta de Ormiston. Eucaliptos fantasma retorcidos se aferran a las paredes rocosas, con sus troncos de cal destacándose en el ocre de las rocas. Por fin hay sombras donde poder descansar, y pronto el río empieza a mostrar estanques de agua donde descubro mi primer marsupial de este viaje, un wallaby, que es una especie de cangurito que plácidamente masca hierbas y se rasca la barriga a la orilla del estanque.<br /><br />Con el agua y los wallabies llegan los turistas con su picnic y sus voces, rompiendo la magia del lugar y llevándome a la otra realidad. Vuelvo al aparcamiento, donde acabo las sobras de pan y mermelada que me sirven de comida de hoy.<br /><br />El siguiente destino es la garganta de Redbank, otro de los oasis en esta zona. Es un lugar menos conocido por turistas, y su atracción es el estanque del oasis, que hay que atravesar en colchoneta para llegar a la zona alta de la garganta. Se me antoja una aventura estupenda, y allá que voy. Pero descubro que la colchoneta la tienes que llevar tú, y el agua está demasiado fría para intentar cruzar el estanque a nado. Los planes cambian y me dirijo al mirador cercano, donde el valle se muestra majestuoso, con un río ancho de eucaliptos rojos que hacen que el lugar parezca una huerta de frutales más que un río seco. Y acompañándome, como siempre, la soledad y el silencio.<br /><br />De vuelta al hostel/motel/camping/gasolinera me atiborro de comida a la hora de cenar, que eso de comer pan con mermelada tras tanto caminar da mucha hambre. El restaurante muestra pinturas aborígenes, y en mi sala, la sala Namatjira, aparecen cuadros de este famoso pintor. Hoy he visto los modelos que inspiraron al artista, y he experimentado parte del calor, la soledad y el silencio que supongo que también le acompañaron e inspiraron.<br /><br />Tras cenar, y para acabar el día, me dirijo al lugar donde empecé el día, el mirador de Namatjira. La noche es cerrada. No se ven montañas ni árboles, y es que no he venido a ver al paisaje terrenal. En lo alto se muestran las estrellas con todo su esplendor, sin luces a varios kilómetros a la redonda ni luna que eclipsen las sutiles combinaciones de estrellas, galaxias y nebulosas del hemisferio sur. Saludo a la Vía Láctea, y voy a la caza de galaxias lejanas, galaxias donde, quién sabe, tal vez haya alguien como yo mirando a las estrellas. Su mirada se encuentra con la mía, pero nunca nos conoceremos. Saludo al misterioso alien, y me retiro a mi habitación.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-89756104524487641172008-09-23T22:50:00.003+10:002008-11-15T20:02:43.901+11:00Rocas, árboles y meteoritos<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/3031652542"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 350px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3244/3031652542_40b1fab63b_o.jpg" alt="" border="0" /></a><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.blogger.com/www.flickr.com/photos/diegomolla/3030813299"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 350px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3171/3030813299_5268d86a41_o.jpg" alt="" border="0" /></a><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.blogger.com/www.flickr.com/photos/diegomolla/3030814661"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 350px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3167/3030814661_4812f42067_o.jpg" alt="" border="0" /></a><br />Esta mañana me levanto más tarde de lo acostumbrado. Por primera vez no tengo que ir a ver la salida del sol, y me quedo en el hostal a desayunar. Bueno lo llamo hostal por ponerle un nombre, realmente es un resorte turístico (¿se dice así?), que tiene alojamiento para todos los gustos, desde camping hasta habitaciones de lujo. Mi opción fue la más barata sin tener que acampar. La habitación tiene tres camas y es para cuatro personas, pero en esta ocasión no hay nadie más, es toda para mí. Hay una cocina a compartir entre otras habitaciones pero descubro que no tiene utensilios ni cubiertos, simplemente fogones para cocinar. Necesito un plato hondo, o por lo menos un cazo, donde poner mis cereales con leche, pero no hay nada. Al final voy a la tienda y me compro cubiertos de plástico y uno de esos postres helados. Después de tomar el postre uso el vaso para mis queridos cereales, y a disfrutar del día.<br /><br />Llego al cañón de los reyes temprano, antes de las nueve. El plan es, como los otros días, hacer el paseo principal de buena mañana antes de que el sol caliente demasiado, y antes de que lleguen los grandes grupos de turistas.<br /><br />El paseo me lleva por el borde del cañón. Abajo se ve el río seco con sus seres nocturnos misteriosos, y delante de mí el paisaje es rocoso, con colinas de roca pura y arbolitos que desafían el terreno y el clima tan árido del lugar. La combinación de rocas y árboles se convierte en la protagonista de este paseo. Las rocas parecen los restos de unas ruinas milenarias de una civilización perdida. Y los árboles, retorcidos y con pocas ramas, parecen como esculpidos a propósito para crear, junto con las rocas, un paisaje como los que se ven en las pinturas chinas de los museos. Mi <a href="http://diariodiego.blogspot.com/2006/09/un-nuevo-pasatiempo.html">afición al bonsai</a> me hace fijarme en estos árboles más que en otra cosa del paisaje. Muchos de los especímenes que se ven en revistas de bonsais y en exposiciones son estéticamente bonitos pero decididamente artificiales. Estos árboles, en cambio, combinan una estética y una forma tan natural que no quiero perderme los detalles, tengo que crear algo así cuando vuelva a mi jardín. La cámara de fotos trabaja sin cesar, y me paro cada cincuenta metros para observar y fotografiar árbol tras árbol. El tiempo pasa, llegan los grandes grupos de turistas, pero yo sigo, absorto, mirando a los árboles e ignorando las vistas de precipicios al tajo que son tan admiradas por los turistas.<br /><br />Una razón por la que hago este paseo es que hay un <a href="http://diariodiego.blogspot.com/2007/10/buscando-tesoros.html">tesoro de geocache </a>escondido entre las rocas que quiero encontrar, y poco a poco me voy a acercando al escondite, con el GPS en mano. Mientras camino, parando de árbol en árbol para hacer fotos, oigo a un grupo de turistas estadounidenses decir la palabra "cache". ¿Estarán haciendo geocache también? No estoy acostumbrado al acento americano, tal vez hablan de dinero ("cash")? ¿Será que han perdido dinero y lo están buscando? Yo sigo mi camino, adelantándolos en mi viaje de árbol en árbol, y ellos adelantándome a mí cuando me paro a hacer fotos. Y en una de estas ocasiones uno de ellos ve mi GPS. "¿Ah, haces geocaching?", me pregunta. Pues sí, resultan que ellos también son buscadores de tesoros. Qué casualidad, es la primera vez que me encuentro con geocachers, y encontrarlos en este lugar tan remoto es algo inesperado. Me cuentan que no pensaban buscar tesoros en terrenos difíciles y no tienen detalles de éste, con lo que no vienen preparados. Les ofrezco dejarles mi GPS después de que yo haya encontrado el tesoro, pero al final, como yo me paro tan frecuentemente, ellos deciden seguir su camino. Cuando encuentro el tesoro no les veo por el camino, lástima para ellos.<br /><br />Sigo el camino, parándome en todo árbol que se ponga por delante, disfrutando del paisaje que se ve desde el borde del cañón, y asombrándome de encontrar el jardín de Edén, un estanque de agua, un oasis en este desierto, lleno de pájaros y animales acuáticos. Es ya casi mediodía, mucho más tarde de lo planeado, y hay tantos turistas que el oasis no se puede disfrutar con tranquilidad, con lo que sigo el camino, casi corriendo ahora, que aún queda mucho que hacer este día.<br /><br />Acabo el paseo y me preparo para la aventura principal de este viaje, que es el conducir por el circuito Mereenie. Es un atajo por el desierto, una carretera sin asfaltar que me llevará a Glen Helen, la tierra de Namatjira, a través de territorio aborígen. Esta carretera es el motivo por el que he alquilado un 4x4 en vez de un coche normalito.<br /><br />La carretera me lleva por una zona despoblada, cubierta de vegetación árida. Apenas pasan coches, y cuando uno llega tengo que subir la ventanilla para evitar que entre el polvo del camino. La carretera no está tan mal como esperaba. Podría haber ido en un coche normal con un poco cuidado, pero ya que tengo éste aprovecho para apretar el acelerador para ir lo más rápido posible. Es una carretera recta pero con multitud de desniveles, y en más de una ocasión da la impresión de que el coche salta como si esto fuera un rally.<br /><br />Llego al desvío de Tnorala. Tnorala es el resto del cráter de un cometa que cayó al principio de los tiempos. En su tiempo el cráter fue de 20 kilómetros de diámetro, pero lo que queda tras la erosión son las rocas comprimidas bajo el impacto, que ahora parecen colinas simplemente por que el terreno circundante, más blando, ha sido llevado por la erosión. Es el cráter dentro del cráter. La carretera del desvío es mucho más difícil y arenosa que la carretera principal, y aquí si que hay que conducir lento para evitar quedarse estancado en la arena. Ahora sí es cuando agradezco haber alquilado este coche, que con no ser un todoterreno por lo menos tiene tracción a las cuatro ruedas.<br /><br />Tnorala, como tantos accidentes geológicos de la zona, es un lugar venerado por los aborígenes. Cuenta la leyenda que se formó cuando, allá en el cielo, un grupo de mujeres estaba danzando. Una de ellas dejó el bebé en la plataforma donde estaban bailando, y el bebé se cayó de la plataforma, su cuna impactando en la tierra. Las mujeres son la Vía Láctea, y el impacto de la cuna es Tnorala. Esta es la leyenda, que no se aleja tando de lo que dice la ciencia occidental. En tiempos más recientes, antes de la llegada del hombre blanco, hubo una gran masacre entre tribus aborígenes, y desde entonces no se está permitido pasar la noche en el lugar por respeto.<br /><br />Soy el único en el lugar. Empieza a atardecer, y doy un paseo siguiendo el sendero entre la vegetación. El silencio es absoluto. Aquí no se oye ni la brisa, ni el volar de las moscas. Después de tantas horas en coche, el silencio se nota más, lo llena todo, y en cierto modo amplifica el ruido de las pisadas hasta tal punto que no puedo más, y me paro. Aquí estoy, en el cráter del cráter de un cometa, solo, en silencio absoluto. El tiempo se para y se me antoja que no hay nada detrás de las colinas. Vuelvo a caminar, pero el ruido de las pisadas se me hace insoportable. Al final me quito los zapatos y acabo el recorrido descalzo, en silencio. No soy nadie, simplemente una visión en este lugar tan lleno de leyenda y tragedia. Esta experiencia sin duda será la más impactante del viaje. Me parece que un silencio tan absoluto jamás lo volveré a encontrar, y lo disfruto como una joya preciada y escasa, algo que está destinado a desaparecer de este mundo. Al fin y al cabo, como dice la canción, el silencio tiene sonido, un sonido más fuerte de lo que me podía imaginar.<br /><br />De vuelta al coche, y al ruido, llego a un mirador donde se aprecia la forma de Tnorala, un grupo circular de colinas en medio de la planicie del desierto.<br /><br />Llego a Glen Helen a punto de anochecer, justo a tiempo para la función solar de todos los días, cuando el sol pinta las montañas circundantes de oro y púrpura, unas montañas que tan bien supo pintar Albert Namatjira, el pintor aborígen que juntó la técnica occidental con los sentimientos aborígenes, creando una escuela de pintura tan distinta. Alguien que, como descubrí años atrás en un museo de Canberra, fue la primera persona que fue capaz de dar expresión a los eucaliptos y las montañas australianas.<br /><br />Llego por fin al alojamiento, donde descubro que mi reserva por teléfono no existe. Por suerte el lugar no está lleno y tengo una habitación a compartir, toda para mí. La habitación es más pequeña que la de los otros lugares, con dos literas, y muy rústica. Pero por el precio que me piden no me quejo.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-59773970795725465162008-09-22T22:12:00.002+10:002008-10-31T00:45:27.283+11:00Día ventoso<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/2986810882"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3038/2986810882_41cd06ed5d_o.jpg" border="0" alt="" /></a><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/2985953375"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3254/2985953375_5fe0048401_o.jpg" border="0" alt="" /></a><br /><br />Es el tercer día de este viaje al centro de Australia. Esta vez quiero ver cómo cambian los colores de Kata Tjuta con la salida del sol, con lo que me levanto antes de las cinco. La noche pasada me acosté más bien tarde con lo que apenas he dormido cinco horas. Pero bueno, esto son las cosas que pasan cuando se va de viaje. Las compañeras de habitación no han venido esta noche, a saber qué habrán encontrado en el desierto, y yo me quedo sin saber si son francesas.<br /><br />Recojo las cosas a toda prisa, me tomo medio desayuno, ficho la salida en recepción, y salgo de camino a Kata Tjuta, también llamado Las Olgas o Las Siete Hermanas por alguna leyenda que no sé si es aborígen o de los pioneros occidentales.<br /><br />Descubro con asombro que el parque está cerrado, he llegado demasiado pronto y no han abierto las puertas todavía. Con lo que espero en el coche, haciendo cola con los otros madrugadores, tal vez ellos también quieren ver la salida del sol desde Kata Tjuta. Al final abren las puertas y allá que vamos.<br /><br />Conduzco más bien rápido, que el lugar está a media hora de camino, y empieza a clarear. Al final llego al mirador, y descubro con gozo que está vacío, es todo para mí. A los pocos minutos llega una furgona con jóvenes aventureros, y luego otro coche, pero ya está. Los demás deben de estar esperando en Uluru.<br /><br />Delante de nosotros se nos muestra la silueta de Kata Tjuta. Son un conjunto de colinas rocosas con formas redondeadas, restos de montañas viejísimas. Y es que esta parte de Australia no ha sufrido movimientos geológicos en los últimos cientos de millones de años. Estas montañas son mucho más viejas que los Pirineos, los Andes o el Himalaya. Y como apenas llueve, la erosión es tan lenta que aún quedan restos. El lugar es viejo, viejísimo, y así lo parece.<br /><br />A lo lejos, en dirección este, se ve la silueta de Uluru. El día está nublado, y el cielo y las nubes parecen estar jugando con él. En cambio, Kata Tjuta sigue oscuro y silencioso. A medida que el cielo clarea se hace más evidente que el espectáculo no va a ser Kata Tjuta sino Uluru. Las nubes no dejan que el sol pinte con sus colores las montañas. En cambio, las nubes se tornan protagonistas y empiezan a abrir huecos por donde pasa la luz de la aurora. Seguimos contemplando a Uluru, y vemos que sus bordes empiezan a ponerse como al rojo vivo, como si fuera un gran pedazo de hierro al fuego. Y es que el sol ha conseguido desasirse de las nubes, y está saliendo, exactamente detrás de la roca. El espectáculo de Uluru roba a Kata Tjuta de todo protagonismo. Y así el sol, por entre las nubes, empieza a iluminar el día, lanzando rayos sobre Uluru como si estuviera comunicándose con él. Si hay una roca que tenga vida propia, ésta debe de ser Uluru.<br /><br />Después del espectáculo de la salida del sol tan especial, acabo mi desayuno, me afeito y me dirijo a Kata Tjuta, a pasear por el Valle de los Vientos. El día sigue nublado con lo que me llevo la rebeca por si las moscas.<br /><br />Lo mejor de Kata Tjuta es que hay mucha menos gente que en Uluru, y puedo disfrutar de gran parte de las colinas a solas. En cuanto entro en el valle empieza a levantarse viento, ¿o tal vez siempre hace viento aquí? Descubro tras leer en los carteles que partes del valle son sagradas y solamente los jóvenes aborígenes pueden entrar durante su ceremonia de iniciación. Como parte de la ceremonia tienen que pasar un tiempo en la cabecera del valle y cazar animales.<br /><br />El viento arrecia cada vez más fuerte, un viento cada vez más frío, y al final me tengo que poner la rebeca. El Valle de los Vientos hace honor a su nombre.<br /><br />Después de este largo paseo me acerco a la garganta Walpa, que me parece que quiere decir la garganta de los vientos, y en verdad, el viento aquí es incluso más fuerte. Me cuesta caminar, y ahora el frío me hace ponerme el chubasquero por encima de la rebeca. Y justo a tiempo, pues de repente se forma un chubasco de gotas gordas y calientes. El viento y la lluvia convierten este corto paseo en toda una aventura.<br /><br />Pero al final llega el momento de dejar Kata Tjuta y Uluru. Mi plan es pasar la noche en el cañón de los reyes, a unos cuantos cientos de kilómetros de distancia, y ya es mediodía. Empieza la segunda etapa del viaje.<br /><br />El día sigue frío y ventoso, parece ser que los vientos han salido del valle a dar una visita por los alrededores, y me acompañan por una carretera casi desierta. Durante el camino paro en un par de sitios, marcando lugares para luego poder añadirlos al mapa de <a href="http://diariodiego.blogspot.com/2008/01/cartografa.html">OpenStreetMap</a> que estoy creando con otros miles de personas, y <a href="http://diariodiego.blogspot.com/2007/10/buscando-tesoros.html">buscando tesoros de geocache</a>, que aquí también hay. Y gracias a estos tesoros descubro vistas que seguro no habría encontrado. En una de ellas se ve a lo lejos el monte Connor, una montaña que muchos turistas recién venidos de Alice Springs confunden con Uluru. El viento ha levantado una capa de polvo, y desde el mirador la montaña se ve muy lejana y poco clara. En otra ocasión el geocache está en un mirador de lagos de espejismo. A lo lejos se ven lagos secos, pero que aparentan estar llenos de agua por la sal que han dejado.<br /><br />El tiempo pasa, y al final llego al hostel de Kings Canyon poco antes de la puesta del sol, y antes de que éste se vaya a visitar la otra parte del mundo decido entrar en el cañón, que se supone que esta parte del cañón se ve mejor a esta hora.<br /><br />Llego a la base del sendero cuando apenas quedan unos minutos de sol y los pocos turistas que hay están de vuelta en el aparcamiento. El valle está ya en sombras y solamente las rocas a lo alto tienen luz. Pero decido entrar, ya que estoy aquí, mejor ver lo que hay.<br /><br />El valle lo recorre un río seco, pero la vegetación indica que el agua no está lejos. Con la puesta de sol empiezan a oírse los sonidos de aves y animales, y mientras entro me da la sensación que el valle empieza a cobrar vida. Ya no hay turistas, el valle empieza a despertarse y los sonidos sugestivos se muestran solamente para mí. Es una sensación que hacía mucho que no sentía. Cada vez hay más ruidos artificiales en nuestras vidas, y estar en un lugar con solamente ruidos de la naturaleza, sin oír máquinas, radios o incluso voces humanas es una experiencia muy acogedora. Llego al final del sendero, donde empieza la parte sagrada del cañón, pues éste es otro lugar donde los jóvenes de otra tribu hacen su ceremonia de iniciación. Y me siento en el mirador, observando los últimos rayos de sol sobre las rocas en las alturas, y escuchando los sonidos del ocaso. Y la vuelta, ya a oscuras, me hace sentir que durante unos minutos yo también he sido parte íntima de este cañón misterioso.<br /><br />Ya en el hostal descubro que mi habitación, que es compartida, es toda para mí. Tengo tres camas a escoger, y hay televisor, nevera con leche y tetera con sobrecillos de té y café. Y es que la civilización también tiene sus cosas buenas.<br /><br />Ceno en el pub restaurante del lugar, donde un grupo de música folk-country actúa y saca a todos los críos con sus padres. Y yo disfruto del espectáculo, pensando que como no tengo críos a mí no me sacarán, cuando la artista apunta a una persona al lado mío diciendo a los críos que es Steven Spielberg en busca de talento. Uno de esos críos sorprende con una actuación con didgeridoo, ese instrumento aborígen tan especial y tan difícil de tocar, y más tarde el crío me pregunta si es verdad que soy Spielberg... y yo le contesto que no, que Spielberg estaba al lado mío, pero que ya no está. Y el niño se marcha todo desilusionado. Tal vez esta noche se le haya quedado grabada como la noche en que Spielberg casi le contrata para la próxima película.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-68973659797394322722008-09-21T21:46:00.001+10:002008-10-18T11:36:38.539+11:00Uluru<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/2949577502/"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3243/2949577502_95835542ed_o.jpg" alt="" border="0" /></a><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/2909896894"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3124/2909896894_57eee1d944_b.jpg" alt="" border="0" /></a><br />El despertador me saca del sueño a las cinco de la mañana. Toca levantarse, que la salida del sol es un espectáculo que no hay que perderse. Los otros ocupantes de la habitación están durmiendo. Son dos jovencitas, creo que francesas, pero no lo tengo muy claro, pues llegaron a la una y media de la mañana, muy discretas y hablando bajito para no molestar, y a esas horas a ver quién se levanta para hablar con ellas. Y parece que eso de ver la salida del sol no les llama, y no se lo reprocho. Bueno, basta de pensar... a levantarse! Sin encender la luz, y evitando hacer ruido, cojo mis cosas y salgo fuera.<br /><br />Es aun noche cerrada, y a trompicones voy a la cocina común para improvisarme un desayuno con leche, cereales y un plátano. Mientras desayuno aparecen Celia y Javier, que también se han levantado para ver la salida del sol. Van en autobús con guía, y con un poco de suerte la atracción incluye desayuno. Les deseo buena suerte y nos separamos. La noche empieza a clarear con las primeras luces del alba, y hay cada vez más movimiento por la zona. Los turistas están subiéndose a los autobuses, listos para partir. En otros lugares del mundo la hora punta es la hora de ir al trabajo. En este lugar, es el amanecer.<br /><br />Me junto al tráfico y voy camino a Uluru. Mi primera parada es el mirador de la puesta de sol. El aparcamiento está completamente desierto, y delante de mí está la silueta de Uluru delante de un cielo sin nubes y con colores que van del azul marino al naranja, pasando por toda una gama de azules y rosas. El paraje desierto y sereno, y la roca como si estuviera a punto de despertarse.<br /><br />Vuelvo a la carretera, donde el tráfico es aún más intenso, y llego al aparcamiento del mirador de la salida del sol. El lugar parece un camping más que otra cosa, con multitud de coches y autobuses, y grupos organizados preparando su desayuno. Me imagino que uno de esos grupos es el de Celia y Javier. Encuentro un hueco donde aparcar y a duras penas encuentro un lugar donde ver la roca sin que haya demasiada gente por delante. Justo a tiempo, el sol está a punto de salir. Poco a poco los rayos del sol empiezan a pintar la roca de naranja, empezando por arriba, y bajando hasta llegar a la base y los árboles, hasta que todo el paisaje está bañado por los colores cálidos del sol. Y unos minutos más tarde el aparcamiento se vacía de gente, gente que tiene sus horarios incluso en este lugar tan lejos de la civilización corriente. Otra vez el lugar es para mí. Ahora tengo tiempo para prepararme para el día, afeitarme, y ponerme crema protectora para el sol que ya empieza a mostrar su poder.<br /><br />Ayer descubrí que los guardias del parque organizan un paseo gratuito con guía a las diez. Son casi las ocho, algo hay que hacer hasta entonces. Con lo que empiezo a caminar alrededor de la roca, empezando por la parte soleada y prediciendo que dentro de poco será un agobio caminar por esa zona por el calor. Esta roca, una vez que me acerco, se me antoja como uno de esos planetas que el principito de Saint-Exupéry recorrió en sus aventuras. Redonda, con recovecos y cuevas por todas partes, rezumando misterio e historias más viejas que el hombre. El tiempo pasa, el calor empieza a notarse. Llego al punto de encuentro donde hacen la visita guiada pero son las nueve, aun queda una hora para el paseo. Con lo que sigo mi recorrido alrededor de la roca, descubriendo partes misteriosas, partes sagradas que no se pueden fotografiar, partes con formas curiosas. El paso del tiempo ha esculpido la roca con figuras caprichosas. La roca misma, roja, o más bien naranja, contrasta con el verde de la vegetación, una vegetación que parece haber sido atraída por la roca por alguna fuerza misteriosa, en un desierto donde no esperaba ver nada verde. Los últimos kilómetros del paseo se tornan en carrera, pues el tiempo parece haberse acelerado y me arriesgo a llegar tarde a la cita con los guardas. Al final llego al coche, sofocado y con apenas quince minutos para llegar al otro extremo de la roca.<br /><br />Llego al punto de encuentro justo a tiempo, la gente está esperando y el guarda llega justo después de mí. ¡Menos mal! El guarda es una jovencita rubia que al instante se convierte en modelo para mis fotos. Nos cuenta la leyenda de los Mala, una tribu aborígen cuyo totem es un cangurito que desgraciadamente está extinto en forma salvaje y solamente quedan unos pocos ejemplares en cautividad. La historia cuenta de tribus antiguas y un perro gigante, de lucha y huída del peligro. El guía nos lleva a lugares sagrados donde sólo los hombres de la tribu pueden ir, o donde sólo las mujeres pueden ir. Algunos de estos lugares no se pueden fotografiar porque son tabú para ciertos miembros de la tribu, y si alguien las fotografía y las publica hay riesgo de que sean vistas por gente de la tribu que no debiera verlas. Las historias que nos cuenta el guía no son completas porque tienen partes secretas que solamente los miembros de la tribu pueden saber por completo. Son historias que enseñan la tradición y costumbres de la tribu, y solamente los iniciados pueden apreciarlas. Yo me conformo con saber que existen, aunque me apena que estas historias tal vez desaparezcan con los que las cuenten si éstos no encuentran a las personas adecuadas a quien pasar las tradiciones.<br /><br />Con las historias del guarda me entran más ganas de apuntarme al tour de Anangu y escuchar la historia de Kuniya la pitón, y así lo primero que hago al llegar al hotel es preguntar por el tour. Pero me dicen que se ha cancelado por falta de turistas. Parece ser que los turistas prefieren las grandes agencias, o más bien, las grandes agencias con sus garras que llegan a los países origen de los turistan, los atrae antes de que éstos sepan que hay agencias locales que ofrecen algo diferente. Por suerte hay otra actividad organizada por Anangu a la misma hora, un taller de pintura aborígen, y me apundo sin pensármelo dos veces.<br /><br />De vuelta al hotel me encuentro con Celia y Javier, que habíamos quedado para comer. Intercambiamos impresiones rápidamente y me voy, dispuesto a crear mi obra de arte aborígen.<br /><br />En el taller me encuentro con el mismo intérprete de ayer. La artista parece ser una de las dos guías de ayer, quien nos cuenta los misterios de la pintura aborígen. En su cultura no hay escritura, y las costumbres y conocimientos se pasan oralmente y dibujando en la arena o en rocas. Cada pintura tiene su historia que contar, y la mujer nos enseña cómo reconocer los símbolos del hombre, la mujer, el agua, la tierra y la vegetación, y los animales. Nos cuenta varias historias, incluída una versión breve de Kuniya la pitón y Mala el cangurito, mientras dibuja en el suelo, tal vez como se ha pasado el conocimiento de generación a generación. Nos cuenta que Uluru es el límite de cuatro tribus, una de ellas Anangu, su tribu. Todas las tribus de Australia están relacionadas de una forma u otra, y se intercambian historias. Y entre todas las historias hay una historia milenaria especial, compartida entre cuatro tribus. La historia empieza en la punta norte de Australia, cerca de Darwin, y transcurre de norte a sur hasta llegar a una tribu cerca de Adelaide. Cada tribu solamente puede contar su parte de la historia de modo que si uno quiere saber la historia completa tiene que recorrer toda Australia de norte a sur. Y todo esto me hace pensar en la película <a href="http://diariodiego.blogspot.com/2006/08/10-canoas.html">diez canoas</a> y su historia, tan antigua pero a la vez tan moderna. Al final de sus lecciones nos dice, a través del intérprete: "Bien, os he dado mi historia. Ahora os toca a vosotros, dadme la vuestra". Es como un comercio de historias, algo que tal vez hayan hecho los aborígenes desde el principio de los tiempos. Y sin más, nos da lienzos y pintura, y nos deja pintar. Hice mi obra de arte, o más bien de desastre, juntando hombres, mujeres, canguros y pozos de agua, y luego tuve que explicar lo que quería decir, que ni siquiera yo sabía lo que estaba haciendo... ¡qué vergüenza! Mientras nosotros creábamos nuestras historias (la mayoría contaron la historia de su familia, y hay que ver qué bien que pintaban algunos), la artista creó otra de sus obras. Era un cuadro que representaba la historia de Mala, Uluru, el perro gigante, y los miembros de la tribu huyendo. Luego me pasé por la galería de arte, imaginándome qué historias y secretos guardaban dentro los cuadros expuestos. Al final me compré uno que me contaba algo. Algo que tal vez no sea lo que el pintor quería decir, pero da igual. Es una historia secreta que sólo compartimos el cuadro y yo.<br /><br />Son más de las cuatro. El calor abrasa menos que ayer, o tal vez me he acostumbrado a él, y me quedo paseando por el lugar entre la roca y el taller de pintura. Los turistas han desaparecido, solamente estamos la roca y yo. Cada metro es distinto. La vegetación se combina con Uluru para crear estampas distintas y artísticas. Después de la clase de pintura todo me parece distinto. Uluru se siente más vivo que nunca, y su belleza roja, majestuosa, se mezcla con el verde de la vegetación. El silencio lo llena todo. El cielo, azul, sin nubes. El suelo, rojo.<br /><br />Estando así me encuentro con una mujer en bicicleta. Es una bicicleta con aspecto más bien viejo, llena de alforjas. Es la misma mujer que vía ayer en Kata-Tjuta, a unos cincuenta kilómetros de aquí. Le preguto de dónde viene: "de Alemania", me responde. "Sí, ya, pero no has venido en bici desde allí, ¿o sí?", le pregunto con un tono un poco burlón. "Bueno, no, hay partes en donde no pude usar la bici", me contesta. Su nombre es Annemarie, alemana, que una vez soñó con viajar en bici hasta Australia, y dicho y hecho, se pasó seis años en bici para llegar hasta aquí. Fue todo un honor para mí el hacerle unas cuantas fotos para <a href="http://www.bikeworldtour.com/">su página web</a>.<br /><br />Llega la hora de la puesta de sol, y vuelvo al mirador donde empezó el día, hace ya tanto tiempo. El lugar está lleno de gente, han vuelto los turistas. Encuentro un sitio donde aparcar, y enfrente se muestra Uluru, bajo un cielo donde empiezan a aparecer nubes. Las nubes juegan con Uluru, y su figura empieza a llenarse de sombras y claros a medida que las nubes se mueven. Y así, a esta hora del día cuando el color de la roca cambia cada minuto, se juntan las figuras creadas por las nubes, y hacen que a cada segundo la roca cambie completamente. Pero me resistí a la tentación, y solamente hice 27 fotos durante estos minutos.<br /><br />Ya en el hotel ceno con Celia y Javier. Ellos se van al día siguiente a su siguiente etapa en Kakadu, en el norte de Australia. Tal vez ellos descubran el principio de la historia milenaria. Nos despedimos bajo un cielo estrellado, esta vez sin la molestia del guía turístico. Estuvimos un rato viendo las estrellas, yo con mis libros de astronomía y mi mapa celeste, intentando enseñarles lo que sabía de las estrellas, que no es mucho. Pero por lo menos encontramos la vía láctea y alguna que otra nebulosa.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-23033669.post-29663584240308185152008-09-20T23:17:00.002+10:002008-10-04T10:18:36.761+10:00Viaje al corazón de Australia<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.flickr.com/photos/diegomolla/2907080692/"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3271/2907080692_808738df72_o.jpg" alt="" border="0" /></a><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.blogger.com/%3Ca%20href=" com="" photos="" diegomolla="" 2906240879=""><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3185/2906240879_d09eb56c96_o.jpg" alt="" border="0" /></a><br /><br />De nuevo de viaje, esta vez al centro mismo de Australia. El motivo es, simplemente, que me han dicho en el trabajo que tengo que tomarme unas vacaciones, que he llegado al límite de horas acumuladas y voy a perderlas si no las convierto en vacaciones. Mineko está muy ocupada y no puede viajar, pero yo no quiero perderme estas horas de vacaciones. Dado que a Mineko no le llama el visitar el centro de Australia (mucho calor, sin agua, con mucho polvo y muy poco verde), aprovecho para viajar solo, que el lugar es otra de las partes de Australia que quiero visitar.<br /><br />El centro de Australia tiene la roca más famosa del mundo, Uluru, cerca de otras maravillas naturales, y algunos restos de cultura aborígen. El viaje promete, y se me antoja pensar que viajando sólo puedo también descubrir algo nuevo, o al menos estaré más receptivo a descubrir cosas nuevas.<br /><br />El viaje no empieza con buen pie, pues para el taxista que me lleva al aeropuerto es su primer día, soy casi su primer cliente, y él está muy nervioso, cometiendo errores terribles de dirección. Al final tengo que decirle, casi calle por calle, cómo llegar al aeropuerto. Me asombra que gente tan poco preparada para llevar gente pueda trabajar como taxista. Pero bueno, llego al aeropuerto con el tiempo justo pero sin problemas.<br /><br />Ya en el avión, de vuelo al aeropuerto de Connellan, nuestro destino, empiezo a hacer planes, cuando oigo palabras en español. Descubro que los acompañantes de al lado son españoles, Celia y Javier, que están pasando unas semanas en Australia y su primera etapa es Uluru. Empezamos a hablar, y no paramos hasta llegar al destino, unas tres horas y media más tarde. Y yo que pensaba que me aburriría en el vuelo... con el tiempo que hace que no hablo español, esta oportunidad es de agradecer. Y la coincidencia hace que estemos alojados en el mismo lugar (la verdad es que no hay mucho donde elegir en la zona), con lo que quedamos para después. Por lo pronto nos despedimos en el aeropuerto, que yo tengo que coger el coche de alquiler y ellos van en el autobús. Su plan es apuntarse a viajes organizados en la zona, el mío es ir sin guía, sin que me diga nadie dónde ir, qué mirar, ni qué escuchar.<br /><br />La zona está en uno de los desiertos australianos. Es invierno, pero el calor es muy fuerte, y seco. El suelo es rojo y polvoriento, pero lo asombroso es que hay vegetación. A pesar del calor y la poca humedad, el lugar tiene gran cantidad de arbustos altos y árboles. No hay colinas, es todo plano, y a lo lejos se ve el objetivo de nuestra visita, Uluru, la gran roca. Me falta tiempo para dejar las cosas en mi habitación, una habitación compartida con cuatro literas, pero que por lo pronto está vacía. Visito la oficina de turismo para ver si hay algo interesante a que apuntarse, y descubro la agencia Anangu, una agencia creada por aborígenes y que se especializa en contar las historias y costumbres de la gente de la zona. Tal vez me apunte a alguno de sus tours, pero hoy prefiero ir a visitar la roca con mis ojos y no con los de un guía. Así, compro algo de agua en la tienda cercana (que el calor abrasa), y salgo camino a la roca.<br /><br />La roca está allí, enfrente, y poco a poco, a medida que me acerco, se hace más grande y empieza a mostrar algunos de sus detalles. Es algo imponente, una especie de imán que atrae a cualquiera que esté a menos de cincuenta kilómetros del lugar. Una roca roja, de varios cientos metros de altura, con estrías y cuevas en las laderas. La ciencia occidental dice que es un estrato sedimentario que se formó hace más de cien millones de años, cuando la zona era parte de un mar. Fuerzas de la naturaleza y el paso de los eones hicieron que el mar se tornara en desierto, y los estratos horizontales se tornaran verticales, creando la maravilla natural más impresionante que jamás haya visto. Es algo que anima a creer en Dios, o en fuerzas sobrenaturales. Y más tarde descubro que esta roca es verdaderamente el centro espiritual de las comunidades aborígenes de Australia, y casi cada detalle de la roca tiene sus orígenes mitológicos y leyendas.<br /><br />Tras una corta visita al centro de visita de Uluru, al final llego a la base de la roca. Una senda lleva a la cima de la roca, y un reguero de pèrsonas, como hormigas, laboriosamente suben por la ladera, bajo un calor de justicia. Al principio de la senda hay un cartel que pide, por favor, no subir. Esto es algo que me he preguntado muchas veces. Los aborígenes ruegan a la gente que no suba, pero las agencias turísticas parecen no pasar esta petición a los turistas, y mucha gente que viene a este lugar con la ilusión de escalar la roca se encuentran con este cartel y el dilema, ¿subir o no subir?<br /><br />El motivo por el que piden que no se escale la montaña, me dice un guía más tarde, no es porque la roca sea sagrada, que no lo es realmente (solamente partes de ella), sino porque es peligroso, ha habido accidentes y muertes por el calor y el fuerte viento, y cuando algo pasa los aborígenes sienten que es en parte su culpa por dejarles subir.<br /><br />Mi destino no es esta parte de la roca, pero el mapa indica una carretera que no existe para llegar hasta allí. Al final, tras rodear la roca, llego a Kuniya, la parte que quiero visitar. Esta parte está en sombra, que es mucho más agradable. Hay menos gente, y veo a un grupo de turistas con dos guías aborígenes, dos mujeres de edad, con un intérprete jóven y raza indeterminada. El intérprete habla la lengua aborígen y el inglés con acento, pero sus rasgos son más bien asiáticos. Descubro que son de la agencia Anangu, la agencia aborígen. El grupo es muy pequeño, las mujeres guía disfrutan mostrando las costumbres e historias de sus antepasados, y los turistas disfrutan más oyéndolas. Si voy a apuntarme a un tour, decido que será con esta agencia, más íntima que las superagencias turísticas e impersonales que he visto con el poco tiempo que llevo en la zona.<br /><br />Son ya las cinco de la tarde. El calor sigue pero la luz empieza a hacerse más cálida y suave. Nos acercamos a la hora mágica cuando la roca se convierte en el espectáculo de color que atrae a tantos fotógrafos. Pero ya estoy decidido en apuntarme al tour de Anangu para mañana por la tarde, con lo que veré la puesta de sol mañana. Hoy, en cambio, iré a Kata-Tjuta, otra de las maravillas de la zona.<br /><br />Kata-Tjuta son unas colinas rocosas a unos 60 kilómetros. Si estuvieran en otro lugar del mundo estas colinas serían la atracción principal. Pero aquí son simplemente algo secundario a Uluru, algo que la gente ve de paso, tras visitar la gran roca. Aun así, a medida que me acerco, las colinas empiezan a imponerse, y una vez que llego al mirador, justo a tiempo para la puesta de sol, las colinas están bañadas de rojo con los últimos rayos de sol. Es algo verdaderamente espectaular.<br /><br />De vuelta al hotel me apunto a una atracción turística especial. Es noche cerrada y sin luna, y encima de nosotros se nos presenta otro espectáculo de la naturaleza. Son las estrellas, algo que apenas se ve con las luces de las ciudades, pero aquí son protagonistas. La atracción turística consiste en recorrer las constelaciones, mostrándonos las estrellas más importantes, la vía láctea, las nubes de Magallanes que solamente se pueden ver desde el hemisferio sur, y por supuesto la cruz del sur. El hemisferio sur tiene muchas más estrellas que el norte, y cuando tuve la ocasión de ver el cielo estrellado en mi primer año en Australia me quedé prendado con su belleza y gran cantidad de estrellas. Pero este guía turístico es demasiado, pues eso, turístico. El guía rápidamente enseña estrellas y constelaciones, pero no tenemos tiempo de disfrutar de ellas, y enseguida nos pasa de una a otra attración estelar. Es como ir en un autobús turístico. "A la izquierda pueden ver la estrella Arturo, a la derecha la cruz del sur, a la izquierda ..." En el telescopio vemos cuatro cosas y para de contar, y siempre con poco tiempo para disfrutarlas. Toda una decepción, hay tantas maneras de mostrar las estrellas, y este guía escoge una fórmula tan poco atractiva. Menos mal que me he traído los prismáticos, mapa estelar y libro de astronomía. En cuanto pueda haré el recorrido estelar por mi cuenta y sin distracciones.<br /><br />Bien, el viaje no ha hecho más que empezar. He visto ya muchas cosas, la gran roca me ha impresionado, pero ¿podrá mostrar más de sus encantos mañana? Pronto lo descubriré.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/17936532899224921573noreply@blogger.com3