Hace unos días volvimos de un viaje a la Australia tropical. El motivo principal fue visitar la gran barrera de coral, que nos encantó. Pero el último día de nuestra estancia en Cairns no sabíamos que hacer, y decidimos alquilar un coche y visitar algún lugar cercano. El norte ya lo habíamos visitado en un viaje anterior, con lo que buscamos algo en el sur. En la oficina de turismo de nuestro hostel vimos un folleto de un tal Paronella Park, a hora y media en coche. El folleto contaba cosas misteriosas de un lugar de sueños, pero no aclaraba nada de qué se trataba.
Cuando fuimos a la oficina de alquiler de coches y les dijimos que pensamos ir hacia el sur, nos preguntaron si pensábamos ir a Paronella Park. Nos dijeron que vale la pena visitarlo, con lo que al final decidimos ir a ver el tal lugar de sueños.
De viaje a Paronella Park vemos que el paisaje se torna más rural y menos turístico (¡qué alivio!). Llegamos a una zona de campos de plataneros, papaya y caña de azúcar. Paramos en una tienda donde venden plátanos y papaya del mismo huerto... ay que ver qué delicia.
Al final llegamos a Paronella Park, y el dueño nos saluda efusivamente. Nos habla de las maravillas que vamos a ver. Nos cuenta que compró el terreno por las ruinas y el misterio que encierra, y que cada vez descubre más y más cosas acerca de esas ruinas. Tales ruinas son de un castillo que un soñador catalán construyó en el lugar.
Nos hizo ilusión saber cuál es la historia del emprendedor catalán que decide construír un castillo en un lugar perdido de la Australia tropical, y al final entramos.
Mi primera impresión fue un poco decepcionante, pues no eran más que unas ruinas con poco valor histórico, pero el lugar en sí era muy atractivo. Pero a medida que recorrimos las ruinas, algo especial nos entró dentro de nosotros. Empezamos a imaginarnos la historia de José Paronella, un panadero catalán que emigró a Australia en busca de fortuna para volver a España y casarse. En Australia trabaja como mozo en los campos de caña de azúcar. Hombre energético, a base de esfuerzo consigue acumular algo de dinero que le permite comprar unos terrenos. Decide trabajar en sus terrenos, mejorarlos, y venderlos a un precio más alto. Su gran sentido de la oportunidad y su esfuerzo incansable le permiten amasar gran cantidad de dinero comprando y vendiendo campos de caña de azúcar. Cuando al final volvió a España con su fortuna, descubre que su prometida se había casado con otro. Decepcionado y sin saber qué hacer, se propone a la hermana menor de su prometida perdida, y los dos se vuelven a Australia, a construír un lugar de ensueño para ellos. Y así, José y su mujer construyen un castillo en medio de la selva tropical Australiana. El tiempo pasa, los dueños pasan a mejor vida, y el castillo se abandona a la selva. La selva tropical sólo necesita unas pocas décadas para invadir el castillo, con ayuda de unos cuantos ciclones e inundaciones. Y en esto llegamos Mineko y yo al lugar.
Recorrimos la zona, vemos muros derribados, mesas y asientos de piedra, una escalera impresionante, macetas de piedra en medio de la selva, y el lugar se nos antoja como un templo perdido en centroamérica o Tailandia. El lugar tiene magia que nos transporta a lugares exóticos y tiempos lejanos. Y pensar que estas ruinas son de solamente unas décadas...
Pienso que el esfuerzo de José no fue en vano. Su energía y sus sueños han quedado en este rincón de Australia para siempre. Lástima que sólo hayamos podido pasar unas horas en este lugar. El tiempo se nos pasó casi si pensar, y a poco perdemos el avión de vuelta a Sidney. José nos llama, tenemos que volver.
Una excusa perfecta para volver a Cairns, visitar el lugar de nuevo, y ya que estamos ver la gran barrera de coral otra vez.
jueves, septiembre 27, 2012
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