domingo, febrero 17, 2008

El valle perdido




La otra semana, cuando fui de acampada a las montañas azules, me quedé con las ganas de bajar al valle, un valle tan cercano pero a la vez tan remoto e inaccesible. Bajar al valle y subir otra vez cuesta varias horas de marcha, una marcha bastante dura por las laderas empinadas. Como Mineko sigue en Japón aproveché para hacer una escapada de un dia a este valle perdido, que al fin y al cabo el acceso a este lugar solamente está a un par de horas en coche.

Así, salí a las diez, y a las doce estaba en el aparcamiento del picnic de Wentworth Falls. Era el domingo pasado, y el aparcamiento estaba lleno de coches y autobuses. Claro, el día era ideal. Un dia con sol y fresquito para ser verano, ideal para caminar. Al final aparqué fuera del picnic, no muy lejos de donde empezaba el sendero.

La bajada al valle fue fácil, que al fin y al cabo era cuesta abajo. Eso sí, el sendero bajaba por la pared rocosa al lado de la catarata de Wentworth Falls, y había que bajar por una escalera con peldaños esculpidos en las rocas. Me hacía imaginarme que estaba en uno de los lugares del Señor de los Anillos, solamente esperaba ver a Gollum llevándome a la guarida de Ella-Laraña. Pero no, lo que ví fue a un par de turistas que subían la escalera, poco a poco, cansadas del esfuerzo.

Un poco más de media hora más tarde estaba en el pie de la catarata, donde habían unas cinco o seis personas disfrutando del lugar. Esta gente lo más seguro es que volverían por el mismo camino, las escaleras talladas en piedra. Pero yo tomé el camino que llevaba al valle.

El sendero era lo que se llama un sendero histórico, es decir, que ya no lo mantienen, con lo que en partes estaba obstruído por árboles caídos, y en algunas partes el sendero desaparecía. Al principio del sendero una señal avisaba que solamente vayan los que estén acompañados de alguien con experiencia en orientación. Yo tengo bastante experiencia en esto, con lo que decidí ir acompañado conmigo mismo. La decisión la tomé porque hay un geocache escondido en el corazón del valle, y no me pude resistir a la tentación de ir a buscarlo. Que si alguien ha hecho el esfuerzo de esconderlo, debe de ser un lugar que vale la pena visitar.

Empezé la marcha, y al cabo de unos veinte minutos el sendero desaparece. La intuición me dice que debo seguir hacia abajo, siguiendo el riachuelo, pero el lugar está bastante empinado y cubierto de vegetación, un bosque húmedo muy frondoso, con lianas y helechos gigantes que hacen difícil avanzar. Estaba ya a punto de tirar la toalla y volver, cuando me dí cuenta que el tesoro estaba a unos doscientos metros según el GPS. Esto me dió ánimos, retrocedí unos pasos y encontré la señal del camino, una señal que estaba hecha para los que subían en la otra dirección.

Así llegué al salto del Hipocreno, mi traducción libre de "Hippocrene Falls", el lugar del tesoro. Las instrucciones dicen que hay que cruzar el riachuelo, pero no hay puente ni paso, y el riachuelo estaba bastante crecido, no se puede saltar. Tras unos cuarenta minutos de probar por aquí y por allá, al final encuentro una parte con rocas y troncos, y poco a poco al final llegué a la otra parte, donde estaba el tesoro, en un lugar fácil de encontrar. ¡Por fin! Descansé en el lugar, justo al pie del salto del Hipocreno, pensando quién o qué es el Hipocreno ese, y por qué esta catarata tiene ese nombre.

Seguí el camino, siguiendo el curso del agua, a través de un bosque silencioso, sin animales, sin personas. Estaba solo en medio de la nada. Solamente se oía el murmullo lejano del agua. Siguiendo el sendero con cuidado, usando el sentido de la orientación y el sentido común (que el GPS realmente no sirve para orientarse en un bosque), seguí avanzando hacia el destino.

De repente, el murmullo del agua se convierte en estruendo, y delante de mí aparece, imponente, una catarata de unos cincuenta metros de altura. Fue algo sorprendente, y por unos momentos perdí el sentido de la orientación. ¿Qué hace esta catarata tan alta aquí? Fue como si me hubieran transportado a una selva africana o al Amazonas. Ahora sí que estoy en un lugar completamente remoto y fantástico, en el corazón del valle perdido, lejos de cualquier signo de civilización.

Este debe de ser el salto de Vera, según el mapa. El río de esta catarata me llevará al destino, solamente tengo que llegar a lo alto de la catarata y seguir río arriba. Encuentro otro sendero, y poco a poco subo hasta llegar a lo alto de la catarata. El paisaje desde lo alto era algo excepcionalmente fabuloso. El valle, al fondo, y paredes rocosas por todos los lados. A lo lejos se ve otra cascada de un riachuelo que seguramente está seco gran parte del año, pero que con las lluvias recientes daban al paisaje una belleza primordial, algo que no se puede describir. Sólo faltaba ver a los dinosaurios.

En un valle como éste, a apenas dos o tres horas en coche, hace unos diez años se encontró una nueva especie de árbol. Es un árbol que solamente crecía en ese valle, un árbol de la éra jurásica. Es un pino, el pino de Wollemi, que parece mezcla de pino y de helecho. Tan preocupados estaban los que lo descubrieron que no dijeron a nadie el lugar exacto del valle, y la gente sigue sin saberlo. Trajeron muestras del árbol, y con ellas consiguieron hacer crecer nuevos árboles en invernaderos. Hace unos dos años pusieron los árboles de invernadero a la venta, con la esperanza de que, si por algún accidente (como por ejemplo un incendio) mueren los árboles del valle, por lo menos el árbol seguirá vivo en los jardines de Australia. El árbol lo ví en un invernadero cercano, y es algo precioso, fantástico. De todo lo que hay en Australia, lo que más me impresiona es su flora y vegetación. Hasta los eucaliptos parecen distintos. Los eucaliptos, árboles exóticos en España, están ciertamente en su lugar en Australia.

Dejé este rincón mágico, y seguí camino arriba, a través de un valle frondoso y empinado, entre helechos gigantes y plantas de formas pintorescas. Seguro que ví más de una especie de planta desconocida, que en Australia se siguen descubriendo especies de plantas y animales (sobre todo insectos) cada dos por tres. Pero si ví algo especial, mis ojos de inexperto no lo detectaron, o más bien, todo lo que veían era especial, nuevo, un regalo para la vista.

Casi en lo alto del valle empezé a ver turistas. ¡De vuelta a la civilización! En total la caminata fue unas seis horas, una caminata que quedará en mi mente para toda la vida.

Y todo gracias al geocache.

6 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

Leche Diego, que casi te me pierdes, jejejejee.. Que chulo el paseo, ainssss.... Jooooo Aquí no hay paisajes así, ains.
¿Y Mineko todavía está en Japón? Debes echarla de menos, espero que vuelva ya prontito..

Besitosssss

Anónimo dijo...

Que chulo!. Oye y ¿qué es un geocache?. Està decidido, en cuanto pueda me acerco a verte. Por cierto tengo una amiga de Sri-Lanka que está empeñada en que vayamos a la India este verano, ¿te apuntas?
No recuerdo mi contraseña. Marilyn

Unknown dijo...

Hola Esther, Mineko acaba de llegar, ahora nos toca pasear a los dos.

Marilyn, ¡cuánto tiempo!, ¿Qué vais, a India o a Sri Lanka? No he estado en ninguno de los dos países pero me dan la impresión que son demasiado ruido y gente para mí... por lo menos eso es lo que me imagino cuando veo las fotos de turistas que van a la India.

Esther Hhhh dijo...

Me alegra que haya vuelto ya Mineko, jejejeje...

Besitos

Anónimo dijo...

La idea es ir a los dos paises, pero ya veremos. Iríamos de nacionales, es decir a casas particulars al menos algunos dias, aunque yo prefiero el hotel, que además de lujosos tienen fama de baratos. Me gustaria alojarme en hotel y hacer el dia a dia con la familia de Tarifa para conocer bien las costumbres y el modo de vida. Ya verems, todavía no estoy muy decidida a ir, me da miedo por la edad de tus sobrinos. A mi si que me atraen esos paises. Marilyn

Unknown dijo...

Bueno Marilyn, si viajas a la India igual te puedes pasar por Australia y nos vemos, y te llevo a una expedición de geocache. Que me olvidé de decir, el geocache es una actividad que consiste en buscar tesoros escondidos. En una página de web están las coordenadas exactas del lugar (www.geocaching.com), y hay cientos de miles a lo largo y ancho del planeta, pero llegar al lugar a veces no es tan fácil como parece pues igual está en la otra parte de un muro, o en la otra pared de un barranco, o en lo alto de un acantilado cuando tú estás al pie del acantilado.