sábado, junio 21, 2008
Temporada de ballenas
La temporada de ballenas ha llegado. En estas fechas, las ballenas se alejan de las aguas heladas del antártico y emigran a aguas más cálidas en el trópico, donde paren sus crías y las cuidan un par de meses antes de volver al antártico.
Por suerte para los habitantes de la costa este de Australia, el viaje hacia el norte lo hacen siguiendo la costa, para evitar la gran corriente marina del este de Australia, una corriente de norte a sur, y que se hizo famosa por la película animada "Finding Nemo" ("buscando a Nemo" en español?).
Y así, nuestra tradición familiar es ir a ver la procesión de ballenas, al cabo de Solander, un acantilado con vistas amplias del mar.
Como de costumbre, salimos muy temprano, para poder aparcar en un lugar donde podamos ver el mar desde el coche. En estas fechas el lugar está muy concurrido, y preferimos salir temprano para no tener sorpresas de falta de aparcamiento en la zona. Pero esta vez el lugar está casi vacío. Hay poca gente, y no está el puesto de salchichas, huevos y bacon a la plancha al que tanto me he acostumbrado. "¿Será que nos hemos equivocado de fecha?", nos preguntamos. Pero no, se supone que los días más transitados son durante el solsticio de invierno, que será mañana o pasado.
Bueno, esperamos en el coche, tomando nuestro segundo desayuno. Es una mañana de invierno, fría y soleada, con sólo un poco de brisa. El mar, azul, con pocas olas. Al fondo se ven barcos cargueros enormes. Y el lugar, silencioso, sin las barcas de recreación que suelen haber siempre que venimos, sin el helicóptero ruidoso. Será que es sábado, no domingo, y la gente está ocupada con su pasatiempo favorito que es el ir de compras.
Al cabo de unos diez minutos vemos el soplo característico de dos ballenas, en la distancia. Cada vez que se ve el soplo lejano se oyen murmuros y señales de alegría entre los que observamos el espectáculo. ¡Las ballenas han llegado!
Media hora más tarde decidimos dar un paseo por los acantilados, y de paso buscar un tesoro de geocache, que estos tesoros están en todas partes... encontramos el tesoro sin problemas, justo a pocos metros del borde del acantilado, que debe de tener una caída de unos 40 metros hasta el agua que se ve y se oye abajo.
Decidimos quedarnos por la zona hasta las once y media, que no queremos estar todo el día aquí. Pero he aquí que las ballenas tienen otro plan, y ya cerca de las once y media vemos una ballena saltando por el agua una, dos, tres veces, cerca de uno de esos barcos cargueros gigantes. Bueno cerca es un decir, que la distancia entre el barco y la ballena debe de ser de más de un kilómetro.
Y es tan impresionante el ver algo tan enorme (del tamaño de un autobús, nos dice el agente forestal al cuidado de contar las ballenas) saltando por las aguas. En cada salto, la mole debe de desplazar toneladas de agua al caer a la superficie otra vez.
Conseguí hacer unas fotos, he puesto una en este blog. La ballena se ve pequeñita al lado del barco, pero la verdad es que el tal barco debe de medir más de cien metros, que no es poca cosa, no.
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