domingo, octubre 22, 2006
La venganza del posum
Vaya. O bien el posum que dejamos en otro lugar ha encontrado la forma de volver, o bien otro ha venido a tomar la venganza por su parte. El caso es que anoche tuvimos visita y se nos comió lo que más nos estimábamos. Hace unas semanas nuestra viña empezó a sacar flores en cantidad. Cada mañana mirábamos con alegría las flores que empezaban a aparecer, y mirábamos con ansia el día en que las flores se tornaran en uvas.
Todas las noches cubríamos la viña con una bolsa de plástico. Pero la viña empezaba a ser demasiado grande para la bolsa, y dejábamos parte fuera. Precisamente la parte que tenía las flores.
Pues ya no queda nada de las flores. Ahora igual tenemos que esperar al año que viene para tener uvas. Y el posum, el muy marrano, encima nos ha dejado un recuerdo oloroso.
domingo, octubre 15, 2006
Dia japonés
Ayer hicieron un festival japonés en Sidney. Bueno, más que un festival fue una colección de actuaciones populares, como las que hacen en los festivales japoneses.
Japón es un país especial en muchos aspectos, y uno de ellos es en sus festivales. Cada pueblo tiene su festival especial, y cada región tiene su forma de celebrarlo. Abundan los trajes llamativos, y los bailes populares son tan atractivos como distintos. Hay música, y tambores. En estos festivales lo que más se nota es el sentido estético, y sobre todo la energía de los participantes. Se ve una atmósfera de dedicación, disciplina, sensibilidad y pasión que raramente se ven en otras culturas.
Tuve la suerte de ver algunos de los bailes populares y grupos de tambores más conocidos, y verlos de cerca. De seguro que si los viera en Japón tendría que estar con otros muchos, todos cámara en mano, intentando capturar las imágenes.
Si quieres ver una selección de mis fotos, ve a mi página de flicker y busca con la etiqueta "matsuri", que es la palabra japonesa de fiesta.
Japón es un país especial en muchos aspectos, y uno de ellos es en sus festivales. Cada pueblo tiene su festival especial, y cada región tiene su forma de celebrarlo. Abundan los trajes llamativos, y los bailes populares son tan atractivos como distintos. Hay música, y tambores. En estos festivales lo que más se nota es el sentido estético, y sobre todo la energía de los participantes. Se ve una atmósfera de dedicación, disciplina, sensibilidad y pasión que raramente se ven en otras culturas.
Tuve la suerte de ver algunos de los bailes populares y grupos de tambores más conocidos, y verlos de cerca. De seguro que si los viera en Japón tendría que estar con otros muchos, todos cámara en mano, intentando capturar las imágenes.
Si quieres ver una selección de mis fotos, ve a mi página de flicker y busca con la etiqueta "matsuri", que es la palabra japonesa de fiesta.
domingo, octubre 08, 2006
Un visitante inesperado
Llevamos ya más de un año con problemas con los posums. El posum es un marsupial del tamaño de un gato, vegetariano y muy activo por las noches. Es muy ágil, vive en los árboles y se alimenta, me parece a mí, de cualquier planta que crezca en nuestra terraza. El verano pasado descubrimos en más de una ocasión que habíamos tenido visita. Unas veces se comía la mitad del perejil, otras veces la lechuga, y otras se comía los tomates. Y como postre, se daba un atracón de hojas de nuestro arce japonés.
Una vez que descubren que hay comida no hay manera de pararlos. En más de una noche he acabado persiguiéndoles con escoba en mano, pero no parece que les afecte en su conducta. Al final hemos tomado la costumbre de cubrir las plantas más apetecibles con bolsas todas las noches y descubrirlas por las mañanas.
Esta mañana Mineko ha descubierto un posum, ¡el muy pillo estaba durmiendo en el armario trastero de la terraza! El pobre estaba aterrado y soñoliento, ni se movía. Al final lo conseguimos poner en una caja y lo llevamos al parque más cercano.
Nada, a ver si aprende a buscarse la comida de una forma más natural. He de reconocer que su carita de pena daba lástima, espero que no le pase nada en su nuevo hogar...
Es de noche. Tengo que dejar de escribir, que tengo que proteger las plantas, no sea que tengamos otro visitante inesperado...
Una vez que descubren que hay comida no hay manera de pararlos. En más de una noche he acabado persiguiéndoles con escoba en mano, pero no parece que les afecte en su conducta. Al final hemos tomado la costumbre de cubrir las plantas más apetecibles con bolsas todas las noches y descubrirlas por las mañanas.
Esta mañana Mineko ha descubierto un posum, ¡el muy pillo estaba durmiendo en el armario trastero de la terraza! El pobre estaba aterrado y soñoliento, ni se movía. Al final lo conseguimos poner en una caja y lo llevamos al parque más cercano.
Nada, a ver si aprende a buscarse la comida de una forma más natural. He de reconocer que su carita de pena daba lástima, espero que no le pase nada en su nuevo hogar...
Es de noche. Tengo que dejar de escribir, que tengo que proteger las plantas, no sea que tengamos otro visitante inesperado...
miércoles, octubre 04, 2006
El cielo y el infierno culinarios, versión Sidney
En junio hablaba de mis aventuras culinarias en Nueva York. Bues bien, Acabo de encontrar una versión del cielo y el infierno culinarios en Sidney. Ayer, martes, Mineko y yo fuimos a comer a un restaurante japonés que nos gusta. Es un restaurante barato, para comidas ("lunch"), y que se especializa en "ramen", que es como una sopa de fideos con caldo de carne. Pero cuando llegamos descubrimos que los martes cierran. ¡Qué fastidio!
La calle es una especie de oasis japonés, y hay otro restaurante al lado mismo al que nunca habíamos ido. Su especialidad es el sushi, pero en vez de sushi (que al fin y al cabo se puede comer en tantos otros lugares) decidimos comer pollo (yo) y pescado (Mineko) con salsa de teriyaki. Pero ¡qué horror! La comida era incluso peor que la que probé en aquel horrendo restaurante de Brooklyn. El té y la sopa miso eran insípidos, el pollo grasiento, la salsa demasiado sabrosa, y el arroz, ¡para qué decir! Más que arroz parecía caucho. Agradecimos el que no pidiéramos sushi, porque si el arroz era tan malo, siendo el sushi básicamente arroz, nos habríamos dejado todo allí. Incluso Mineko, que nunca se deja el arroz, esta vez no pudo comerlo.
Y ahora llega el cielo. Hoy hemos ido a comer a un restaurante nuevo para nosotros. Es japonés, y se especializa en pescados. Yo me atreví a pedir pescado con salsa de teriyaki, para desquitarme el martirio teriyakiano de ayer, y Mineko pidió otro distinto que tiene forma como de sardina pero es mucho más grande. ¡Y qué diferencia! El té y la sopa miso estaban muy bien, el pescado era una delicia, nada de graso, y la salsa se complementaba bien con el pescado. La decoración era muy auténtica, y la mayoría de los clientes eran japoneses. Había momentos en que me sentía como en los restaurantes de Asahikawa, la ciudad natal de Mineko. Ah, me siento mejor.
Ahora, para acabar el día, vamos a cenar en casa hirashi-sushi, un sushi sin pescado (¡porque el sushi no es pescado crudo!) que nos encanta.
Nada, a cenar. Buenas noches.
La calle es una especie de oasis japonés, y hay otro restaurante al lado mismo al que nunca habíamos ido. Su especialidad es el sushi, pero en vez de sushi (que al fin y al cabo se puede comer en tantos otros lugares) decidimos comer pollo (yo) y pescado (Mineko) con salsa de teriyaki. Pero ¡qué horror! La comida era incluso peor que la que probé en aquel horrendo restaurante de Brooklyn. El té y la sopa miso eran insípidos, el pollo grasiento, la salsa demasiado sabrosa, y el arroz, ¡para qué decir! Más que arroz parecía caucho. Agradecimos el que no pidiéramos sushi, porque si el arroz era tan malo, siendo el sushi básicamente arroz, nos habríamos dejado todo allí. Incluso Mineko, que nunca se deja el arroz, esta vez no pudo comerlo.
Y ahora llega el cielo. Hoy hemos ido a comer a un restaurante nuevo para nosotros. Es japonés, y se especializa en pescados. Yo me atreví a pedir pescado con salsa de teriyaki, para desquitarme el martirio teriyakiano de ayer, y Mineko pidió otro distinto que tiene forma como de sardina pero es mucho más grande. ¡Y qué diferencia! El té y la sopa miso estaban muy bien, el pescado era una delicia, nada de graso, y la salsa se complementaba bien con el pescado. La decoración era muy auténtica, y la mayoría de los clientes eran japoneses. Había momentos en que me sentía como en los restaurantes de Asahikawa, la ciudad natal de Mineko. Ah, me siento mejor.
Ahora, para acabar el día, vamos a cenar en casa hirashi-sushi, un sushi sin pescado (¡porque el sushi no es pescado crudo!) que nos encanta.
Nada, a cenar. Buenas noches.
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