lunes, diciembre 24, 2007

Llegada a Asahikawa



Ya estoy en Asahikawa, en el pais de las nieves. Desde el avión, a medida que volaba hacia el norte, se veía nieve y más nieve. Aterrizamos en el aeropuerto de Sapporo, entre nieves. Allí me junté con Mineko, que vino a recogerme, y juntos fuimos a Sapporo, de compras.

En la estación vimos un puesto diminuto de sushi, y como estábamos hambrientos decidimos probarlo. Mi primer sushi en este viaje, y estaba delicioso. Si hay algo que me encanta de Japón es la gran cantidad de puestos donde comer, una comida tan diferente de la occidental. Y tan deliciosa en cuanto uno se acostumbra a ella.

Fuimos a una tienda, Yodobashi Camera, justo al lado de la estación de tren. Esta es una tienda que se especializa en productos ópticos y electrónicos, y es una buena introducción a la parte materialista de Japón. El ruido es ensordecedor, en cada rincón de la tienda hay un altavoz promocionando algo en particular, a un volumen muy alto, intentando competir con los altavoces de otras partes de la tienda. Por encima de esta cacofonía se oye la música del altavoz principal, que toca música repetitiva, el himno de la tienda. Es un lugar donde después de estar más de media hora uno tiene deseos de correr y escaparse de todo este ruido... pero hay gran cantidad de productos, y algunos son baratos. Fuimos porque Mineko quería mirar ordenadores portátiles y teléfonos móviles, para decidirse y después pedir su selección por correo. Y ya que estamos, yo me compré un chip de memoria para la cámara de fotos.

Dejamos el bullicio de la tienda, y fuimos corriendo a la estación de tren, para tomar el tren de Asahikawa. Eran las cuatro pero ya empezaba a hacerse de noche, y desde el tren vimos un paisaje cada vez con más nieve a medida que avanzamos hacia el centro de Hokkaido. Se nos hizo de noche en el recorrido, y afuera solamente se veía nieve y más nieve, y las luces de los edificios de pueblos que atravesábamos.

Llegamos a Asahikawa, casi en el centro geográfico de la isla. Es el lugar que se precia de tener los inviernos más fríos, y realmente hacía frío, sobre todo para mí, recién llegado del verano australiano... pero todo se arregló al llegar a casa, con su calefacción, con la oferta de té de Shizué, la madre de Mineko, y sobre todo con el baño que me estaba esperando.

De eso hace ya dos días. En este tiempo no hemos hecho gran cosa, aparte de unas pocas compras y quitar la nieve de la entrada. Paso la mayoría del tiempo en casa, pues la nieve no me deja hacer mucho, aparte de quitarla... Escribo desde la habitación central de la casa, una habitación especial, la única habitación con decoración japonesa tradicional. El suelo, de tatami. Las paredes, de papel. Los japoneses son gente muy práctica y sus casas han cambiado radicalmente desde el encuentro con la cultura occidental a finales del siglo 19. Todas las habitaciones han cambiado excepto una, la habitación japonesa, donde guardan el altar que recuerda a los difuntos, donde cuelgan fotos de los antepasados, y donde celebran ocasiones especiales. Es como el alma japonesa, el vínculo con el pasado. En nuestro caso, debido a falta de espacio se ha convertido como en mi oficina, una oficina especial.

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2 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

Ains Diego, me encanta esa oficina tan especial que tienes en casa de la familia de Mineko.. Uhmmm Suena bien.

Por cierto, ¿Mineko vio al final algún pc o algun teléfono que le gustara?

Besitos

Unknown dijo...

Hola Esther,

Mineko encontro un mobil que le gusto, aun sigue buscando el ordenador ideal...