Después de la experiencia de bucear con botellas de respirar en la piscina de Macquarie University me apunté al primer curso disponible. Es un curso certificado que te permite alquilar equipo de buceo en cualquier tienda cualificada y apuntarte a cualquier grupo de buceo en lugares turísticos.
Este curso tiene su teoría, donde aprendes que el mayor peligro no es realmente la falta de aire sino la presión que se soporta bajo el agua. O más bien, la reducción de presión al subir a la superficie. Al principio de las clases vi un vídeo que mostraba un globo hinchado bajo el agua. Al soltar el globo y subir a la superficie, el aire de dentro, al recibir menos presión, se expande. Y así, a medida que sube el globo éste se expande más y más, y finalmente revienta. Pues bien, nuestros pulmones son como el globo, y si no se sube con cuidado también pueden reventar...
La suerte hace que mi grupo sea muy reducido, solamente dos personas, Sascha y yo. Ferdinando, el instructor, nos cuenta su primera historia, de peligros, de situaciones que casi le cuestan la vida, y de amigos perdidos para siempre bajo el agua. Nos cuenta que siempre hay que tener en cuenta nuestros límites, y no entrar en situaciones que no se puedan controlar. Que un pequeño error bajo el agua puede costar la vida.
Después de tantas historias y precauciones, y después de un exámen de teoría empieza la práctica, entrar en el agua. Y esta vez en el mar, en la playa de Manly, una de mis favoritas. Pero la mala fortuna hace que el tiempo no sea bueno y no podemos practicar en la parte del océano sino en la parte del puerto, mucho más guarecida de las olas. El día es frío, con amenaza de lluvia. Estamos bien metidos en el otoño, y eso se nota.
Aun así, el frío del aire aun no ha llegado al agua, y bajo el agua da igual que llueva o granice. Bajo el agua, entre prácticas, empiezo a vislumbrar el mundo submarino. Y el mundo submarino, curioso, se acerca a nosotros. En una de las lecciones, mientras Ferdinand nos mostraba cómo quitarse el chaleco de las botellas bajo el agua, un grupo de peces se interpone entre él y yo, y mi mirada se desvía de la demostración, siguiendo a los peces. Total que cuando llega mi turno para quitarme las botellas no me salió precisamente bien... y luego, cuando le toca el turno a Sascha otro grupo de peces se pone por delante y empieza a jugar con el movimiento de mis manos... tal vez pensaran que mis manos son unas algas nuevas, tal vez sabrosas?
Cuatro buceos hicimos en el curso, a cada cuál más fascinante. La visibilidad era muy mala, pero como nos dijo Ferdinand, ahora que hemos aprendido a bucear en condiciones poco favorables, no tendremos problemas para bucear prácticamente en cualquier situación...
En el último buceo del curso Ferdinand nos guió por un recorrido turístico bajo el agua. En este recorrido fue donde realmente pude disfrutar, sin tener que practicar el quitarse las gafas bajo el agua, o el que te corten el suministro de aire para que sepamos qué se siente al acabarse el aire de la botella. Vimos peces aquí y allá, y esa sensación de ingravidez se apoderó de mí. Aquí estoy, bajo el agua, o tal vez en otro planeta, volando por entre su densa atmósfera, donde el simple hecho de respirar te hace subir o bajar. Donde el sonido más característico es el de tu propia respiración. Donde no se puede hablar, y todos los movimientos son a cámara lenta.
Una impresión que me dio Ferdinand cuando le conocí es su tranquilidad, su forma reposada de hablar, como si estuviera meditando. Ahora entiendo por qué. El simple hecho de estar bajo el agua, y controlar la respiración para mantener la flotación a la profundidad adecuada, los movimientos lentos, son lo más relajante que he podido experimentar.
¡Empieza mi temporada de buceo! Lástima que estemos en otoño y queden muy pocas oportunidades antes de la llegada de las aguas frías del invierno. Hay que aprovechar, no sea que se me olvide cómo se respira bajo el agua.
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4 comentarios:
Ya sabes, Diego, a ponerte serio con el tema, jejeje.. Aquí, en cambio, la primavera empieza a despedirse y ya va notándose la cercanía del verano. Aunque tenemos un fin de primavera un tanto raro: Ayer 30 grados, el domingo, 14. No hay quien se aclare, jejeje...
Besitos
Hola Esther,
Que disfrutes del verano ... ¡qué envidia!
Te podrías venir aquí cdo es verano,y volver a Australia cdo sea allí...
Será genial! no???
jajaja
Ay qué más quisiera yo el hacer ese verano permanente, Aurum... pero ¿quién me paga el viaje? ¿Y quién da las clases por mí?
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