martes, enero 27, 2009

Singapur - I



Como buen optimista que soy, mi pensar es que, de las muchas cosas buenas que tiene Australia, una de ellas es que está tan lejos de todo, que para ir a cualquier sitio cualquier otro lugar del mundo se puede visitar de paso. Así, en el viaje que hice a España estas Navidades, aproveché para hacer escala en Singapur.

Y por qué Singapur, y no Bangkok o Dubai? Tal vez en otra ocasión visitaré estas otras ciudades, pero esta vez me decido por Singapur por dos motivos. El primero, porque he descubierto que tiene una colección de bonsais impresionante, y con mi afición a los bonsais espero encontrar fuentes de inspiración. El segundo motivo es la curiosidad por ver si es cierto que la Singapore Airlines, la compañía aérea, as tan buena como dicen.

El vuelo con Singapore Airlines no es el más barato, pero por lo menos no pasa por Heathrow, el aeropuerto de Londres que me ha dado tantos dolores de pie por las distancias que he tenido que recorrer a pie cargado con el equipaje de mano, y tantos quebraderos de cabeza por su tendencia a perder las maletas y por sus medidas antiterroristas tan inconvenientes.

Así, el 15 de diciembre tomo el avión con destino a Singapur. El avión en sí es sorprendente pero en el sentido opuesto al que me esperaba. Es viejo, las ventanas están sucias y la tele acoplada al sillón no sirve para otra cosa que para decoración. Los asientos son estrechos y con poco espacio para las piernas. Vamos, que no es como lo pintan en los anuncios. Por suerte el vuelo es diurno y no tenía intención de ver la tele. Me paso las ocho horas del vuelo leyendo y jugando con mi NDS, cuando no disfrutando de la comida, que eso sí que estaba bien. Y en un cerrar de ojos llegamos a Singapur.

Desde el aire, lo primero que impresiona de Singapur es su puerto. Es uno de los puertos más activos del mundo, y eso se nota. Abajo en el agua se ven cientos de cargueros enormes y petroleros. Cada uno de esos barcos medirá varios cientos de metros, y su tamaño, más grande que los edificios de la ciudad, hacen que todo parezca una maqueta mala donde los artistas no han acertado con la escala relativa de los objetos.

Es hora de comer según la hora local pero mi estómago me dice que no, y de todos modos ya nos han dado de comer en el vuelo. Con lo que dejo el equipaje de mano en consigna y me dirijo a mi destino principal, el jardín chino con su colección de bonsais. El transporte urbano es una maravilla, tan barato, frecuente y puntual, y me lleva a la otra parte de la ciudad-estado en media hora.

El jardín chino está en una parte de Singapur adonde apenas llegan los turistas. La zona está tranquila, y puedo fotografiar los bonsais sin apenas nadie que me estorbe la composición. La colección de bonsais tiene dos partes, la china y la japonesa, que se complementan tan bien. Son como la comida en estos dos países. Mientras que los bonsais japoneses son sobrios y sencillos donde cada rama tiene una posición precisa e incluso un simbolismo especial, los chinos son una explosión de formas y variedades. Algunos penjing, que es así como se llaman los bonsais chinos, son de aspecto salvaje e intentan imitar los árboles modelados por la naturaleza. Otros, en cambio, son completamente estilizados con ramas retorcidas formando símbolos chinos, mezclando la caligrafía con la horticultura. Abundan composiciones donde lo que llama la atención no es el árbol sino la roca donde han puesto el árbol. A mi lado veo cientos de especímenes, cada uno de ellos una obra de arte. Y lo mejor de todo es que apenas hay visitantes de esta colección tan fascinante.

Hay otras partes del jardín chino que tienen más turistas, todos locales, y es que este jardín está lleno de rincones especiales, de gran simbolismo que no llego a entender, y que decido dejar para otra ocasión.

Mi objetivo principal se ha cumplido, ahora ¿qué hago? Saco la guía turística y decido ir al barrio chino, que este barrio chino debe de ser más auténtico que el de Sidney, pues la mayoría de la población singaporeana es de ascendencia china.

El barrio chino es toda una explosión de colores, especialmente de rojos, y hay gran cantidad de tiendas. Lo mío no es precisamente visitar tiendas, y paseo por el lugar, donde casi cada tendero me llama la atención para que vea lo que tienen que ofrecerme. Avivo el paso, no me gusta nada todo este ajetreo. Al final me escondo en un templo budista al final del barrio, donde la gran cantidad de figuras de Buda me da mareos. En cualquier lugar donde miro veo una figura de Buda. Hay Budas gigantes y pequeños, Buda por todas partes. Echo de menos los templos budistas japoneses, que, como sus bonsais, son tan sencillos y que inspiran tanta tranquilidad.

Tenía pensado cenar en el barrio chino pero cambio de parecer y me decido por visitar una zona que, según la guía, es muy popular entre los locales para cenar. Los singaporeanos aprovechan cualquier ocasión para salir a cenar, y se sirven buenas comidas en todas partes. La que voy a visitar se caracteriza por el marisco, y promete.

Tomo el metro pero no me atrevo a coger el autobús porque no entiendo las señales en la parada, con lo que decido ir a pie hasta el mar. El paseo me lleva por zonas más bien cutres y desiertas, y siendo un turista tan aparente como era estaba más bien incómodo, que a saber qué zona es la que estaba pasando. Me conforta el pensar que Singapur es un país con un nivel de vida muy alto y un índice de criminalidad muy bajo, y ya sería mala suerte el ir a parar en un lugar peligroso.

Más de media hora más tarde llego a la zona de la costa. Estoy cansado del viaje y la caminata, pero descubro que no es la zona de restaurantes. Con lo que me toca caminar más, siguiendo la costa. Ya es noche cerrada y a mi alrededor veo a grupos de jóvenes disfrutando de la noche, unos en bici, otros en patines, otros con su barbacoa, o acampando en el césped. Yo estoy agotado y hambriento, sin saber realmente si hay algún restaurante que valga la pena. Todos los restaurantes que veo me parecen o demasiado cutres o demasiado caros, y el cansancio, junto con el calor, que Singapur está prácticamente en el ecuador, hacen que me sea cada vez más difícil juzgar los restaurantes.

Al final, unos cuarenta minutos más tarde, cuando ya empiezo pensar en tomar un taxi que me lleve al aeropuerto, llego a una zona de marisquerías populares. Son restaurantes grandes, y con terraza dando al mar y llenos de gente. Creo que he llegado a mi destino.

Me decido por el restaurante Jumbo Seafood, donde pido la especialidad singaporeana: cangrejo al chili, y cerveza para aliviar la sed. Me sirven un plato con un cangrejo enorme, el padre de todos los cangrejos, junto con unos cascanueces para romper la cáscara. Y disfruto como un crío rompiendo la cáscara y manchándome las manos con salsa de chili. La salsa no es tan picante como me temía, y el cangrejo está simplemente delicioso. La mesa es enorme y la comparto con una pareja, uno de ellos escocés, con quien por fin puedo hablar algo que no sea trivialidades entre turistas y vendedores.

Ya con el estómago lleno y contento, llego al aeropuerto y tomo el vuelo con destino a Barcelona. La cena que sirven en el vuelo tiene muy buena pinta pero la ignoro, que aun me estoy relamiendo del cangrejo. Esta vez el avión es mucho mejor, con más espacio en los asientos y un televisor empotrado enorme donde puedo ver películas a mi antojo. Pido un Singapore Sling, el cóctel más conocido de Singapur con vodka, cointreau y alguna que otra cosa más, veo algo en la tele y al final me duermo, que el día ha sido muy largo.

9 comentarios:

Kiria dijo...

Así que 8 horas en un avión estrecho e incómodo te parecen cortas...

Jo, yo para ir a Madrid me lo pienso mil veces.

Me alegro de que hayas llegado bien a Sydney, esta semana estuvo aquí nuestro cliente australiano, pero ya se ha ido.

Por cierto, ¿has colgado ya las fotos de Singapur y los bonsais?

Un beso muy fuerte

Gema

Kiria dijo...

Sobre las fotos.... no he dicho nada... ya las he visto .-)

Gema

Unknown dijo...

Hola Gema, espero que te gusten las fotos :-) y oye, ¿que vas a Madrid en avión? Con lo cómodo que es el tren.

Esther Hhhh dijo...

Aish, a veces me das mucha, pero que mucha envidia... Yo acabo de salir ahorita mismo de un examen de geografía del mundo, ¿sabes sobre qué me preguntaron de Australia? Sobre sus playas. Concretamente me preguntaban que actividad turistica es más importante en Australia por sus recursos naturales. La opción correcta era la playa... Aish, con lo bien que me sabía Australia gracias a ti, jejejejejeje... Al final he fallado 5 sobre 20, osea que tengo un 7'5, menos 1pto por los fallos (-0'2x5fallos). Y que fallos más tontos por dios santo, aaaaish... pero bueno, he aprobado que es lo que cuenta. Ala, ya tengo todas las geografías.

Besitosssss

Unknown dijo...

Hola Esther, vale, seguiré contando más aventuras para que mejores en la geografía... si me dices los fallos igual puedo ir a esos lugares la próxima vez y te cuento cómo es, que igual eres tú quien tiene razón, je, je.

Esther Hhhh dijo...

Pues te digo los fallos, que yo creo que no me olvidaré de ellos en la vida:

1- (Este es escandaloso porque lo sé de sobra)Egipto tiene un importante centro turístico de playa en el GOLFO DE AQABA (y no en el Golfo pérsico, que fue el que puse, que peazo animal, mare, lo peor es que lo sé)

2- La Gran Mezquita de los Omeyas está en: Damasco, y no Jerusalén, en Jerusalén (mi respuesta) está la Mezquita de la Roca, en el lugar donde Mahoma dijo que Isaac iba a llevar a cabo el inconsumado sacrificio de su hijo.

3- La ciudad más grande de Ecuador es: Guayaquil, en la playa, y no Quito (mi respuesta) que es la capital, pero no es tan grande.

4- La mejor época para visitar el Sureste Asiático, en la zona cercana al Norte del Ecuador es: de mayo a octubre. Yo dije que en cualquier época del año, aish.

5- (Ésta seguro que tú te la sabes y es de las que más rabia me dio) El clima en Nueva Zelanda es: Templado Oceánico. Yo dije que tropical de dos estaciones, pero que brutaaaaaaa

Ala, ya ta, mis pedazo animalaes, concretamente la de Egipto no tiene perdón de dios. Y las de Damasco y Nueva Zelanda no es que tengan mucho perdón, porque me las sabía. La de Ecuador también la sabía. Supongo que tantos nombres en la cabeza al final dan estos fallos, aish...

Besitosssss

PD: Pero la de Australia no la fallé, eh, que conste que esa no la fallé, jejejeje....

Unknown dijo...

Hola Esther,

Para la pregunta 4 la respuesta de libro será de Mayo a Octubre para evitar la época de lluvias, pero la verdad es que el tiempo en Singapur fue muy bueno. Eso sí, todos me decían que había tenido suerte...

La de Nueva Zelanda la sabía :-), pero de las otras, ni idea.

Kiria dijo...

Si voy a Madrid, suelo coger el tren, no el avión.

Me refería a que me lo pienso mucho antes de irme a un sitio que me obligue a estar varias horas en un transporte.

Un besote

Unknown dijo...

Pues a mí me gusta coger el tren, o el avión, para viajes largos porque me paso el tiempo pensando en el viaje y leyendo, que con el ajetreo diario son dos cosas que casi nunca puedo hacer todo lo que quisiera.

Y desde luego, si he de escoger entre coche y tren, el tren gana.