viernes, septiembre 26, 2008

Último día en el corazón de Australia


Sírvame esta entrada para terminar la narración del viaje. La visita a Alice Springs no tuvo nada de especial. Es un pueblo más bien grande en mitad de la nada, al lado de un río seco que según la historia cuando la visita de la reina de Australia (sí, Australia tiene reina) había inundado toda la población. Tiene una población aborígen importante, pero éstos aborígenes no tienen nada que ver con los que me imaginaba durante el viaje. Hay problemas de drogas, crimen y alcoholismo, y el pueblo no ofrece mucho más que unas cuantas tiendas y actuaciones para turistas. Visité una colección de reptiles y tuve la ocasión de tocar lagartos y serpientes, los pocos que me dejaron tocar los críos que estaban viendo la misma función. También me dediqué a buscar tesoros de geocache e hice un poco de mapeado del lugar. Luego, dejé el coche en el aeropuerto y volví a Sidney.

El viaje en sí, lo sé ahora, está a la altura de mi primer inter-rail, cuando descubrí cuántas cosas puede ofrecer el mundo cuando se viaja solo. Este viaje que acabo de terminar, por el hecho de viajar solo, me ha permitido apreciar el silencio del desierto, y sobre todo me ha hecho reflexionar sobre... no sé, simplemente reflexionar, pensar en cosas que no tengan nada que ver con el trabajo. Ahora, de vuelta al bullicio de la vida. Este blog y las fotos de la página de flickr seguirán en el internet, espero, para que me ayuden a recordar estos días, y espero para que animen a otros a viajar solos y ver, oír, tocar, olfatear cosas nuevas.

2 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

¿Recuerdas lo que yo decía cuando visité Marruecos por primera vez y el Sahara? Los desiertos tienen algo especial, una energía muy diferente a otros paisajes, que hace que descubras que, a veces, un desierto está más lleno de cosas que el paisaje menos desértico.

Las gentes del desierto, me parece que en general no se diferencian mucho... ¿Sabes? Creo que si un aborigen australiano se encontrara con un tuareg, sabrían entenderse a la perfección...

Me ha gustado tu viaje, y casi he podido imaginarte a tu regreso pues me has recordado aquel primer inter-rail, o tal vez el segundo, no sé, en el que viajaste con Tere. He recordado vuestro entusiasmo, vuestras caras, vuestra complicidad al regresar.

Por último, quería acabar tu paseo por el desierto puntualizándote con una frase saharaui que dice así: "Cuando estés solo de noche, en el desierto, no digas: "Que silencio". Mejor di: "No oigo""

Un beso grandote...

pd: Quería decirte esto en tu próximo post sobre Navidad, pero no he podido aguantarme: Me ha alegrado mucho verte después de tanto tiempo. Gracias por tus palabras sobre mis escritos. Espero pronto volver a recuperar mis silencios, los echo de menos. Ojala no tardes tanto en volver. Si se me cruzan los cables y me voy a Melbourne, ya te aviso, jejeje... Besos grandes

Unknown dijo...

Hola Esther,

Me gusta la frase saharaui. Hay tanto que escuchar en el silencio del desierto.

Vale, ya estoy de vuelta en Sidney, y con más cosas que contar en este blog... ¡esta vez espero no retrasarme tanto!

Y que sigas escribiendo en el tuyo.