Hace por lo menos siete años que no voy a esquiar, y aun así, no era precisamente un experto. Llegamos a las pistas, alquilamos nuestros esquíes y botas, y allá que vamos. Mineko cuenta que no se acuerda de cómo se esquía. Yo no la creo, y con razón. Tomamos un remonte, el más corto que nos lleva hasta mitad de la ladera. Me cuesta acostumbrarme a estos esquíes, y voy bajando, poquito a poquito, casi a paso de tortuga, pero consigo no caerme. Mineko, que me deja salir primero, me ve cómo esquío, si esquiar se llama lo que estaba haciendo, y luego baja ella, me adelanta, y sigue hacia abajo. Y dice que no se acuerda de cómo se esquía...
Hacia el final de nuestro ejercicio, Mineko bajaba como si hubiera nacido con esquíes, y yo, que consigo no caerme en todo el rato, tengo un poco más de confianza, pero aún no diría que estaba esquiando, sino más bien que estaba bajando con esquíes en los pies.
La próxima vez nos apuntaremos a clases de esquí, que son baratas en esta zona no turística. Para que estemos iguales a lo mejor nos apuntamos a clases de snowboarding, que ninguno de los dos sabe... ya veremos.
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2 comentarios:
Jejeje, diego, que bueno, esos momentos esquí... Si te consuela yo no tengo ni idea de que es eso de esquiar. En mi vida me he puesto un esquí, asi que bueno, seguro que esquias mejor que yo.. Es una buena idea eso de aprender snowboard, jejejjee
Hola Esther, a mi me parece que esquiar es como andar, hay que aprenderlo de pequeñito porque es que no hay manera, vamos. Las intuiciones normales de cómo parar y cambiar de dirección no sirven para esquiar.
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