jueves, enero 04, 2007
Batemans Bay
Batemans Bay es el lugar de vacaciones por excelencia para la gente de Camberra. Aparte de ser el punto costero más cercano, la zona está llena de playas pequeñas y grandes, estuarios y alguna que otra laguna marina. Añade a esto la presencia de criaderos de ostras, y se comprende la predilección de la gente de Camberra para venir aquí.
Una consecuencia de todo esto es que la zona se llena de gente durante el período loco de vacaciones, como ahora, pero aún así se pueden encontrar playas que, aunque no tan solitarias como en Tasmania, son lo bastante tranquilas como para disfrutar de ellas.
Hoy pasamos todo el día siguiendo la costa. Por la mañana fuimos de playa en playa, asombrándonos por la multitud de variedad. Ahora sí, diciéndolo todo, las playas de los alrededores de Sidney son más atractivas.
Al final paramos en el pueblo de Moruya, donde encontramos un lugar donde vendían ostras recién abiertas. Dada nuestra debilidad por ellas, no pudimos resistirnos a la tentación de pedir una docena de ostras para comer, junto con un pastel de setas y otro de espinacas con queso feta. Ni que decir que las ostras estaban deliciosas, saladas por el agua de mar y con un chorrito de limón.
Por la tarde fuimos a la playa de la guerrilla, la "Guerilla beach", una playa dividida en dos por un peñón península que se convierte en casi una isla durante la marea alta. En esta playa, por fin, pudimos usar las gafas de buzo y respirador. No hacía calor en extremo y el agua estaba más bien fría, pero eso lo arreglamos poniéndonos los trajes de neopreno. La marea estaba bajando, y una mitad de la playa estaba tranquila. Buceamos por allí, disfrutando de los pececitos y conchas marinas. La otra mitad de la playa estaba mucho más alborotada, pues era por donde las olas entraban, y además era la zona más profunda. Allí nos limitamos a quedarnos cerca de la orilla, donde las rocas formaban piscinas y donde rondaban multidud de peces de todos tipos y tamaños. Nos pasamos un rato largo removiendo la arena del fondo, y viendo cómo los pececillos se acercaban a buscar comida. Yo al final me atreví a nadar en partes más profundas, pero las olas enturbiaban el agua y solamente pude divisar unos cuantos erizos que me parecieron enormes.
Después fuimos a otra playa sin nombre. La playa tenía una forma de concha casi perfecta, algo así como la playa de San Sebastián, pero en pequeño y sin la isla. En esta playa había olas de tamaño mediano, y gente surfeándolas. Aquí sacamos las tablas de bodyboarding, y por fin pudimos usarlas. El agua estaba incluso más fría que en la playa de la guerrilla, pero el ejercicio nos calentó enseguida.
Después fuimos a pasear por las rocas en un extremo de la playa, donde encontramos más erizos y algún que otro cangrejo grande, lo bastante grande como para que Mineko pensara en hacer alguna comida con ellos. Pero los cangrejos no se dejaron coger.
Al final, de vuelta a nuestro alojamiento, compramos más ostras. Esta vez eran ostras sin abrir, que eran mucho más baratas, 20 dólares por tres docenas. Me costó un buen rato abrir la primera ostra, pero pronto me cogí al hábito y pudimos preparar una cena exquisita con ostras y gambas, regadas con vino espumoso. ¡Delicioso!
Ya es de noche, la luna, que empieza a menguar, se refleja en el estanque de nuestro parque de vacaciones, donde las ranas cantan a la luna, y las estrellas intentar vencer el fulgor de nuestro satélite, pero solamente las más poderosas lo consiguen. Armado con mis prismáticos, distingo algunas de las joyas estelares, como el cinturón de Orión, el joyero de la cruz del sur, y algunas de las multitudes de glóbulos y galaxias que se pueden ver cerca de la cruz del sur. El brillo de la luna no me deja ver más, pero por lo menos es mejor que lo que se ve desde Sidney, con su contaminación de luz.
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3 comentarios:
Por fin has disfrutado del mar, con lo que te gusta, jejeje. Y de vuestras tablas, menos mal, si no no sé quien de los dos le hubiera echado la bronca al otro, jejeje, con lo que ocupan.
Me estás provocando un problema de inhundación en el despacho con tanto hacerme la boca agua, que lo sepas. Esos pastelitos tenían muy buen rollito, ains, y por no hablar de las ostras...
Por cierto la foto de la luna, preciosa... Y que descripción del cielo, me has hecho ver todas esas estrellas que jamás he visto, y me has recordado que ahí por el hemisferio sur, además de ser verano, disfrutais de otro cielo distinto... Gracias por contármelo.
Un beso
Estoy echando un vistazo a tus fotos, anda, si tienes un Todoterreno. Me encanta tu coche, jejeje.
Muy graciosas vuestras dos mascotas ¿quien es quien?
Me sorprende la cantidad de estrellas de mar diferentes que hay. Que bonitas todas.
Impresionantes los bosques, realmente parecen sacados de cuento de adas.
Hay una foto que me ha encantado por sus colores, Tasmany River creo que sellama, o algo así.
Besitos de buenas noches... ¿y ahora que nos vas a contar?
Hola Esther, bueno, tanto como todoterreno... el año pasado intenté llevármelo a la playa pero nada. Y si intento llevármelo al desierto de Australia ya me puedo despedir de él. Pero sí, el coche es un encanto... y conseguimos que cupiera todo en él.
Las mascotas se llaman senkitchi y doorma, nos acompañan desde nuestra visita a Edimburgo durante mi sabático, son muy viajeros.
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