De vuelta a viajar, esta vez rumbo al Japón. Como ya va siendo costumbre, la noche del domingo pasó sin que apenas pudiéramos dormir. Esta vez porque el barco llegó con una hora de retraso, y llegamos al hotel a medianoche. Mi vuelo sale a las 7 de la mañana, y como hay que estar en el aeropuerto dos horas antes, teníamos que tomar el taxi a las 4 y media.
Al llegar al hotel empezamos a arreglar las cosas para el viaje, y se nos hizo las dos de la mañana y aún seguíamos. Al final yo me acosté y Mineko siguió, pues ella toma el avión más tarde. Sí, volamos por separado porque usamos dos agencias de viaje distintas, una que paga mi viaje (que está cubierto por la universidad), y otra que paga el viaje de Mineko (que es más barato).
Dormí unas dos horas, y de vuelta a la carretera, o más bien al aire. Hice escala en Zurich, donde esta vez el tiempo era gris y lluvioso. Qué contraste con la escala en Zurich durante el viaje de ida, y sobre todo qué contraste con el tiempo que ha hecho en Grecia! En Zurich tenía unas 5 horas de espera, que se me pasaron enseguida mientras acababa algunos asuntillos relacionados con mi trabajo. Al final hasta me tuvieron que llamar para que acudiera al avión, qué vergüenza.
Luego el viaje largo hasta Tokio, donde estoy esperando a Mineko. He tenido tiempo de ducharme y tomar mi primera comida japonesa. Deliciosa, y espero que sea la primera de las comidas tan deliciosas que preparan en el Japón. La comida griega era buena por los ingredientes, que son frescos y cocinados al estilo mediterráneo. Pero la japonesa es especial. Y lo que más me gusta de la cocina japonesa es la sopa miso, una sopa que rara vez hacen bien fuera del Japón, pero que es tan corriente y tan buena dentro de este país, que asombra. Los japoneses tienen la esperanza de vida más larga del mundo, creo, y me parece que la razón de ello es la sopa miso, que forma parte de la dieta japonesa tanto como el arroz.
Vale, paro de contar, que aun tengo trabajo que hacer mientras espero a Mineko. Pero antes de terminar, una reflexión de Grecia. Atenas parece haber cambiado mucho desde la última vez que la ví. Está más comercializada, pero no tanto como ha resultado estar Praga. La ciudad, de unos 4 millones de gente, conserva la frescura y la alegría de vivir que se ve, por ejemplo, en España. Las calles están llenas de vida, y la gente, que en un principio parece un poco brusca, en el fondo es cordial y amistosa a su manera. Grecia me dio una gran impresión la primera vez que la vi, y esta segunda vez me ha gustado incluso más. Y la isla Santorini, qué contar! Tengo que volver, aunque sea para ver las ruinas que insistieron en no mostrarse.
Al llegar al hotel empezamos a arreglar las cosas para el viaje, y se nos hizo las dos de la mañana y aún seguíamos. Al final yo me acosté y Mineko siguió, pues ella toma el avión más tarde. Sí, volamos por separado porque usamos dos agencias de viaje distintas, una que paga mi viaje (que está cubierto por la universidad), y otra que paga el viaje de Mineko (que es más barato).
Dormí unas dos horas, y de vuelta a la carretera, o más bien al aire. Hice escala en Zurich, donde esta vez el tiempo era gris y lluvioso. Qué contraste con la escala en Zurich durante el viaje de ida, y sobre todo qué contraste con el tiempo que ha hecho en Grecia! En Zurich tenía unas 5 horas de espera, que se me pasaron enseguida mientras acababa algunos asuntillos relacionados con mi trabajo. Al final hasta me tuvieron que llamar para que acudiera al avión, qué vergüenza.
Luego el viaje largo hasta Tokio, donde estoy esperando a Mineko. He tenido tiempo de ducharme y tomar mi primera comida japonesa. Deliciosa, y espero que sea la primera de las comidas tan deliciosas que preparan en el Japón. La comida griega era buena por los ingredientes, que son frescos y cocinados al estilo mediterráneo. Pero la japonesa es especial. Y lo que más me gusta de la cocina japonesa es la sopa miso, una sopa que rara vez hacen bien fuera del Japón, pero que es tan corriente y tan buena dentro de este país, que asombra. Los japoneses tienen la esperanza de vida más larga del mundo, creo, y me parece que la razón de ello es la sopa miso, que forma parte de la dieta japonesa tanto como el arroz.
Vale, paro de contar, que aun tengo trabajo que hacer mientras espero a Mineko. Pero antes de terminar, una reflexión de Grecia. Atenas parece haber cambiado mucho desde la última vez que la ví. Está más comercializada, pero no tanto como ha resultado estar Praga. La ciudad, de unos 4 millones de gente, conserva la frescura y la alegría de vivir que se ve, por ejemplo, en España. Las calles están llenas de vida, y la gente, que en un principio parece un poco brusca, en el fondo es cordial y amistosa a su manera. Grecia me dio una gran impresión la primera vez que la vi, y esta segunda vez me ha gustado incluso más. Y la isla Santorini, qué contar! Tengo que volver, aunque sea para ver las ruinas que insistieron en no mostrarse.
4 comentarios:
Ains diego, me estoy cansando sólo de leerte, por dios, que manera de volar y no parar, jejejeje...
Así que ahora en Japón. Me encantaría poder visitar Japón, debe ser increíble. ¿vais a visitar a la familia o sólo vais de viaje turístico?
Espero que disfruteis la estancia, y espero las historias, y más espero que pronto me pases el enlace a las fotos jejejejejeje...
Besitossss
PD: Y yo el domingo vuelvo a Marrakech, ayayayayyyyy
Hola Esther,
En el Japón solamente estaré unos días, a visitar la familia. Las fotos están donde las otras, en mi página de flickr. No tienes más que pinchar en una y te llevará a la image original en flickr. Pondré el enlace de flickr en la derecha del diario...
Ok Diego.
Espero que hayas visto mi invitación en tu correo, para poder entrar en mi blog. He tenido que restringir la entrada porque me han plagiado. Sólo tienes que aceptar la invitación y meter tu cuenta de blogger o google y ya ta.
Besitos
Hola Esther,
Sí, he visto la invitación. Qué desvergonzada la que te copia. Ánimo, a ver si esto se soluciona pronto.
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