Ayer viernes fuimos de cena al barrio italiano, en la calle de Lygon. Es una calle llena de heladerías italianas, restaurantes y pizzerías. Caminas por la calle y te acosan los trabajadores de los restaurantes, intentando convencerte de que entres en su restaurante. Al final nos decidimos por un restaurante en el que el dueño jura que el suyo es el más genuinamente italiano, con la comida más fresca y barata del barrio. Total, que allí entramos. La comida italiana no es mi fuerte y no puedo decir que me gustara mucho. Al contrario, acabamos comiendo demasiado y llegamos a casa medio enfermos. La cena fue tanto que hoy apenas hemos desayunado y no hemos comido. ¡Qué empacho que tuvimos!
Hoy decidimos probar la comida griega. Fuimos al restaurante Stalactites, decorado, pues sí, con estalactitas de yeso. No había gente intentando atraerte al restaurante, supongo que porque era tan conocido. Pero la comida era deliciosa, y eso es lo que vale. Por una fracción del precio de ayer comimos como reyes griegos. Aún me estoy relamiendo.
Pero los dos restaurantes tienen el mismo problema. ¡Demasiada comida! Ahora entiendo por qué hay tantos gordos en Melburne.
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3 comentarios:
Hola Diego:
Si es que tu tienes un perfil griego que te llega al estómago, como yo te lo diga.
Pues mira, a mi me gustan ambas, la italiana y la griega, así que no sé cual me gustaría más. A deducir por tu entrada, la griega era mejor, pero claro desde el punto subjetivo de alguien a quien no le mata la comida italiana...
Ains, en fin Besos
Pues ya tienes restaurantes que probar, Esther. La calle Lygon está toda llena de restaurantes italianos mezclados con alguno que otro tailandés.
Yo también prefiero la comida griega, aunque debe ser porque aquí no hay muchos restaurtantes griegos y sólo la probé un día que me invitó un griego a comer en su casa. Ideal la salsa de yogourt para la ensalada y la variedad de verduras que sirvió.
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