miércoles, enero 03, 2007
De vuelta a la carretera
Esta mañana hemos aprovechado los últimos momentos en Camberra para visitar una granja antigua. Por antigua me refiero a mediados del siglo 19, que fue cuando los pioneros europeos se decidieron por colonizar tierra adentro. Esta granja, o más bien rancho, está en las afueras de lo que es la Camberra actual, y tiene vistas magníficas a unos campos con ganado. Hay utensilios de época, y en conjunto el lugar parece como un vistazo atrás en el tiempo.
La siguiente parada fue el museo nacional de Australia (qué título más redundante), que para ser gratis está muy bien. En el museo se nos refrescó la memoria acerca de los indígenas, los colonos, y la fiebre del oro. Hay una copia de la pepita de oro más grande del mundo, que se encontró en Australia, y que más que pepita se debería llamar pepón, pues pesa más de 70 kilos.
Y por fin, de vuelta a la carretera. Nos despedimos de Susumu y Eileen, y nos pusimos rumbo a Batemans Bay, la bahía del bateador. La carretera circula por entre campos extensos con multitud de árboles enormes, eucaliptos la mayoría de ellos. Un paraje idílico e hipnotizador, tanto que perdimos el rumbo en dos ocasiones. En la primera ocasión salimos del pueblo de Queanbeyan por el mismo sitio donde entramos, y nos dimos cuenta solamente cuando vimos en el horizonte una colina que se parecía a la Montaña Negra de Camberra tanto que realmente era la Montaña Negra. Poco después de salir del pueblo, esta vez por el lado correcto, seguimos ensimismados con el paisaje, que cada vez era más bonito por una carretera cada vez más rústica, hasta que encontramos un pueblo que no parecía estar en el mapa. Tras echar un vistazo al mapa otra vez descubrimos que estábamos en otra carretera que iba más al norte. Ya me parecía a mí, muy rústica era la carretera esta. Pero el desvío nos encantó, y la carretera era toda para nosotros.
Llegamos a Batemans Bay mucho más tarde de lo esperado, y empezamos a buscar alojamiento. Decidimos intentar el pueblecito de Tomakin, que tenía varias zonas de acampada con caravanas. En la primera zona encontramos una cabina vieja por el precio de 60 dólares. Decidimos probar suerte en los otros lugares, y descubrimos que estaban llenos. Con lo que volvimos al primer lugar, solamente para descubrir que la cabina ya no estaba disponible. Eran ya casi las nueve de la noche, empezaba a ser tarde.
Tomamos la carretera de la costa de vuelta a Batemans Bay, y todos los moteles y lugares de acampada estaban llenos. En un lugar que tenía espacio para tienda de campaña nos pedían 40 dólares por acampar, lo que nos pareció una tomadura de pelo y proseguimos.
Al final, tras mucho buscar, encontramos una cabina en un parque de vacaciones ("holiday park") donde los que hicieron reserva no se habían presentado. Eran más de las diez, y decidimos quedarnos. El precio era de 85 dólares, mucho más que la primera cabina, pero ésta era más nueva y mucho mejor en general. Nos ha gustado tanto que hemos decidido reservar dos noches. Así podemos explorar esta zona sin preocupaciones de dónde pasar la noche mañana.
Y os preguntaréis, ¿por qué no hacemos reserva con más antelación? Pues porque somos tan indecisos que nunca sabemos dónde queremos pasar la noche. Además, siempre preferimos ver el lugar antes de hacer la reserva, que a veces lo que parece muy bonito en las fotos resulta ser algo espantoso en realidad. Y por último, de esta manera, sin hacer reservas, es como a veces hemos encontrado lugares muy encantadores. Por si acaso llevamos la tienda de campaña, sacos de dormir, comida y agua, esto nos da seguridad de que siempre podremos pasar la noche, aunque sea al lado del coche.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Qué bueno el viajecito que os estais pegando. Cuando nosotros ya no nos acordamos de las vacaciones de verano.
Suena muy exótico todo, pero claro, estais en el otro lado del mundo.
Sergi y yo fuimos en agosto al valle de Aran. Que tambien es otro mundo comparado con nuestra tierra.
Bueno, que el viaje os vaya estupendo y no se os hagan muy cortas las vacaciones.
Un beso
Ains diego, que mona la granjita, jejeje... Y que paisajes. Lo de no reservar con más antelación lo entiendo perfectamente, a mi me encanta viajar así también, la verdad, es mucho más divertido y más libre.
En fin, a esperar tu siguiente entrega, jejeje, ala, ya te he contestado todas las entradas, después de la de Bicheno, donde te quedaste la otra vez.
Besitos
Hola Gema, ¡El valle de Arán, qué preciosidad! Seguro que os gustó.
Hola Esther, me alegra que contestes a todas mis entradas, sigue haciéndolo, que mi blog no está tan animado como el tuyo.
Publicar un comentario