Algo que llama la atención al visitar Praga es el número de oportunidades que ofrece para escuchar música. Cualquier ciudad que se precie de serlo ofrece espectáculos de todo tipo, pero Praga tiene una debilidad por la música clásica. En la oficina de turismo, en la casa de la música, en los hoteles, casi en cualquier lugar se puede encontrar información de conciertos. Tenía pensado apuntarme a uno de esos conciertos, pero resulta que hasta la conferencia misma ofrece un espectáculo de música clásica para los participantes, al que me apunté sin pensármelo dos veces.
La función tuvo lugar ayer miércoles, en la sala de juntas de la universidad que patrocina la conferencia, la universidad de Carlos (en honor al rey Carlos IV). La parte más antigua de la sala data del siglo XIV si los datos son correctos, y es todo solemnidad. Los músicos, un cuarteto de cuerda, tocaron varias piezas, incluyendo Dvorak, por supuesto, el gran compositor checo. Ah, la música, la cultura, algo que los australianos se obstinan en ignorar, cuánto os echo de menos.
Llegamos al hotel a las diez. "Hora de cenar", dice mi compañero, un español que también está en la conferencia. Sí, hora de cenar según el horario español, pero muy tarde para mí. Qué hambre! La cena, gulash checo y regado con cerveza para mí, la tomamos al compás del acordeonista, para quien las horas no pasan y alegremente toca piezas conocidas incluso para mí. No pude resistirme tararear una de sus piezas, una canción que aprendí durante mi época de rondallista:
Hoy hay paella, qué delicioso manjar,
tiene de todo, sólo le falta el caviar,
tiene pimientos (morrones!), tomate y azafrán,
y también tiene una gamba, para todo el personal.
Que aproveche!
La función tuvo lugar ayer miércoles, en la sala de juntas de la universidad que patrocina la conferencia, la universidad de Carlos (en honor al rey Carlos IV). La parte más antigua de la sala data del siglo XIV si los datos son correctos, y es todo solemnidad. Los músicos, un cuarteto de cuerda, tocaron varias piezas, incluyendo Dvorak, por supuesto, el gran compositor checo. Ah, la música, la cultura, algo que los australianos se obstinan en ignorar, cuánto os echo de menos.
Llegamos al hotel a las diez. "Hora de cenar", dice mi compañero, un español que también está en la conferencia. Sí, hora de cenar según el horario español, pero muy tarde para mí. Qué hambre! La cena, gulash checo y regado con cerveza para mí, la tomamos al compás del acordeonista, para quien las horas no pasan y alegremente toca piezas conocidas incluso para mí. No pude resistirme tararear una de sus piezas, una canción que aprendí durante mi época de rondallista:
Hoy hay paella, qué delicioso manjar,
tiene de todo, sólo le falta el caviar,
tiene pimientos (morrones!), tomate y azafrán,
y también tiene una gamba, para todo el personal.
Que aproveche!
4 comentarios:
¿y seguro que la cantabas en castellano? jejejeje
mmmmm un cuarteto de cuerda y en un sitio como ese, debe sonar genial...
Es cierto que Praga tiene fama de ser una ciudad donde se la da especial culto a la música.
En fin, sonó bien todo (y nunca mejor dicho) hasta la cena... menos tú, jeje, desafinas hasta en post ;-P, jejejejejeje
Besitosssssssss
Hola Esther,
No creas, que no canté la canción en voz alta para evitar miradas extrañas del acordeonista...
Que bien,mis padre van a Praga la semana q viene y les encantaria ir a un concierto de música clasica,gracias por el comentario
Nelida, con música o sin música, segure que Praga les encantará.
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