miércoles, diciembre 27, 2006

Bosques y campos


El día ha amanecido soleado. Parece un día ideal para pasear por la montaña, y eso es lo que hemos hecho hoy. El plan es hacer algunas de las actividades que no pudimos hacer en la ida. Ahora, en la vuelta, pasamos por los mismos lugares y tenemos más tiempo.

La primera parada es la cascada de Santa Columba. La cascada en sí no está mal, pero hay muchas cascadas parecidas en otros lugares. Lo especial de este sitio es el camino a la cascada. Tasmania tiene una vegetación única, y los bosques húmedos son algo que vale la pena ver. La senda atraviesa grupos de helechos. Pero los helechos de aquí son árboles de varios metros de altura. Más que helechos parecen palmeras. Caminando por entre ellos uno se imagina que el tiempo no ha pasado desde el período cámbrico, mucho antes de que los dinosaurios aparecieran. Y este bosque bien podría haberse formado entonces, y aún sigue aquí, un resto de tiempos pasados.

La segunda parada es la catarata de Ralph. Con más de 90 metros es el salto de agua más alto de Tasmania, pero como el otro paseo, la catarata es una excusa para dar un paseo por entre árboles antiquísimos. Es un bosque que no ha sido modificado por el hombre, y uno bien podría imaginarse encontrarse una criatura prehistórica a la vuelta de la esquina.

La tercera parada es un paseo muy corto por un bosque que yo diría que está encantado. Cada pocos metros hay un panel explicando la historia de la tierra, cómo los continentes estaban todos unidos, y cómo en cierto punto del pasado Australia se desgajó de la antártida y viajó, junto con Tasmania, separada del resto de continentes. Por este motivo la vegetación y fauna son tan diferentes. Y algunos de los árboles de este bosque, enormes, llenos de huecos y ramas torcidas, musgos, hongos y líquenes, aparentan tan viejos que uno diría que han vivido miles de años. Uno de ellos bien podría ser el padre de uno de los ents, los hombres-árbol que aparecen en el libro El Señor de los Anillos.

Intentamos visitar un museo de minería del pueblo de Derby pero estaba cerrado por vacaciones, con lo que seguimos adelante. Tras perdernos por el camino, conseguimos llegar a la plantación de lavanda que visitamos en la ida, justo antes de que cerraran, para que Mineko pudiera comprar bositas de lavanda. Y qué bien que olía el coche...

Seguimos por caminos, algunos de ellos sin indicaciones, pasando por pueblos fantasma que aparecen en el mapa pero no se ven por ninguna parte, tomando carreteras que no aparecen en el mapa, pero qué divertido que era ver el paisaje rural, vacas por todas partes.

Al final llegamos a nuestro destino, una zona de acampada con servicios pero sin ducha, como en la bahía de los fuegos. En este caso no es gratis, cuesta 3 dólares la noche. Casi nada por un lugar tan precioso, cubierto de césped a la orilla de un río tranquilo.

Y el cielo sigue sin nubes. Si sigue así, podremos hacer algo que no hemos podido hacer en este viaje: ¡ver las estrellas! En un cielo oscuro fuera de las ciudades se puede ver un espectáculo de estrellas, tan diferente de las que se ven en el hemisferio norte. Pero bueno, a ver si esta vez tenemos suerte y podemos verlas...

2 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

Que chulo el árbol, jo yo quiero ver más fotos de esos bosques... Ummm lavandaaaaaaa si que huele bien, si.
Bueno, a ver si hay suerte y veis las estrellas, voy a seguir leyendo.
Besitossss

Unknown dijo...

Hola Esther, has visto las fotos que he puesto en my cuenta de flickr?