Bueno, eso de viaje a Tasmania es todavía un decir. La primera parte consiste en llegar a Melbourne en coche, bordeando la costa. Este es el primer día del viaje, más o menos aburrido, pues esta parte de Australia ya la hemos visitado. Lo único que vale la pena destacar es el pueblo de Kiama, que tiene un "blowhole", un agujero en las rocas que cuando el mar está un poco agitado se convierte en un surtidor de agua espectacular. Las otras veces que lo hemos visitado el mar estaba muy tranquilo, pero esta vez el surtidor echaba agua a varios metros de altura. Y lo mejor de todo es el ruido de las olas al pasar por entre el agujero.
Pero es interesante ver cómo la carretera se hace cada vez más estrecha y con menos tráfico, hasta que por fin el paisaje se hace rural, a través de bosques de eucaliptos por aquí, o a través de campos de ganado vacuno por allá.
Pero es interesante ver cómo la carretera se hace cada vez más estrecha y con menos tráfico, hasta que por fin el paisaje se hace rural, a través de bosques de eucaliptos por aquí, o a través de campos de ganado vacuno por allá.
La intención era pasar noche en unas cabinas que encontramos en un viaje anterior. Era un lugar más o menos barato, al lado de la desembocadura de un río, muy tranquilo, y lo mejor de todo, el club de al lado servía unas ostras deliciosas.
El tal club es un club rural de "bowls", que es un juego muy parecido a la petanca y al que los jubilados son tan aficionados. En ese club sirven comidas baratas, como en la mayoría de clubes deportivos, y como esta zona está rodeada de criaderos de ostras, eran la especialidad de su comedor.
El problema es que no me acordaba del lugar exacto. Mirando en el mapa me pareció reconocer el lugar, y allí que fuimos. Después de siete horas de viaje (es que conduzco lento y paramos en tres lugares para hacer fotos) llegamos al lugar y descubrimos que no era ése. Al final llegamos a la conclusión de que habíamos pasado el lugar, y en vez de volver atrás (y tal vez no encontrarlo) seguimos adelante, hasta el pueblecito de Bermagui. Acabamos en el hotel del lugar, lugar de reunión de los lugareños y, siendo sábado, con actuación en directo, esta vez de rock.
Y aquí estamos, en la habitación, donde cenamos los restos de comida que hemos traído de casa (delicioso, comida japonesa cocinada por Mineko esta mañana), al compás de música de Chuck Berry y Dire Straits. ¡Oh yeah!
2 comentarios:
Hola Diego, Feliz regreso.
A juzgar por tu final, me da la impresión que has ido escribiendo las historias a lo largo del viaje, según llegabas a la habitación... ¿ha sido así?
He visto la foto en grande, es precioso ese sitio y impresionante el chorro de agua, debe ser genial verlo en directo.
Voy a seguir leyendo, jejeje.
Besos
Hola Esther, sí, cada noche (o casi) escribía algo y pondré todo el diario en el blog en cuanto tenga tiempo. Las fotos me están costando más de lo que pensaba, pero a ver si termino para el fin de semana.
Publicar un comentario